El flamenco en caló, la lengua de los gitanos

Sigiloso, fue baldeando el lenguaje gota a gota, esculpiendolo según sus formas, aportando palabras y, por tanto, riqueza. El caló, a través de los intérpretes gitanos, fue calando en los esquemas del cante como un reguero. Depositó términos para ampliar el vocabulario, expresiones de enorme popularidad, también rasgos definitorios. Si escuchamos un disco al completo de este género musical que tanto conservamos de este pueblo, raro será no encontrarnos con alguno. Si leemos un libro o una crítica especializada, igual. Sus muchos los álbumes que llevan palabras en caló en su título, incluso frases completas. Por ejemplo, ‘Sinar caló sinela un pochibo (El orgullo de ser gitano)’, como bautizó La Chiqui de Jerez al trabajo con el que despedía un fructífero siglo XX.

Algunas, más allá de la música, se quedaron presas, que diría Octavio Paz, en el castellano: camelar, parné, chanelar… Con el día del Pueblo Gitano fechado el 8 de abril, repasamos las más usadas y curiosas.

Cualquiera podría cantiñear ‘Killing me softly with his song’ y cambiar, en su seso, la voz de Roberta Falck por la de Pintingo, quien hasta el alma se fue a beber para cosechar su mayor éxito. Sin embargo, no tantos habrán caído en la cuenta de que Pitingo, gomina hacia atrás, sombrero de ala corta a este lado y traje de escaparate, significa ‘presumido’. También, quiero decir, el caló está en los apodos de los artistas. ¿Ha visto bailar al Choro?

La debla, ‘diosa’, es un palo del flamenco, al que al que Tomás Pavón le diera altura en su catedral ‘En el barrio de Triana’, donde no quedan plumas ni tinteros para escribir a la mare desaparecida. Y Dios, en caló, se traduce como ‘undebel’, quiz una de las palabras que más aparece en el repertorio jondo: «Gitana, enciende la luz/que traigo una borrachera/que a undebel le hablo de tú», nuestro recordó Camarón en el cierre de una soleá. ‘Undebel’ es, asimismo, la rumba que da título al primer disco del Cigala, el ente al qu’lamó Mairena en una seguirilla del Fillo y lo que mentaron un sinfín de cantaores con la mirada clavada en algún punto inconcluso del cielo.

¡Camelamos naquerar!

‘Larache’ es ‘noche’, y, con una cinta por tangos en el pelo, Carmen Linares la sostuvo al cobijo de una luna que no crece. ‘Larache’, ‘noche’: una preciosidad sonora. ‘Bajañí’ es ‘guitarra’. ‘Duquela’, o ‘duca’, ‘dolor’. ‘Lache’, ‘vergüenza’. Y de pura ‘lache’ La Perla de Cádiz no pena que tiene su fragüita en venta. ‘Camelar’ ya lo conoce. ‘Guillar’, lo que hizo la Niña de los Peines en la seguirilla ‘A la Sierra de Armenia’, quizás no. Significa ‘marcharse de pronto, huir’. Como hacen algunos de los protagonistas anónimos del ‘Romancero’ lorquiano cuando «suben las capas siniestras» de los Guardias Civiles para arruinar la fiesta. ‘Guillar’ sin decir ni ‘mú’.

‘Naquerar’ es rajar, pero malamente cuando canta Manuel Agujetas, y en tono reivindicativo al citar el ‘Camelamos naquerar’ de Mario Maya con texto de José Heredia. ¡Queremos hablar! ‘Sacáis’ sus ojos. ‘Oripandó’, el nuevo álbum de José Mercé y una composición vivaracha de Manolo Sanlúcar para su disco ‘Candela’, ‘amanecer’. ‘Amaró’, ‘nuestro’, como defiende a Manuel Agujetas Hijo en su único trabajo discográfico hasta la fecha. Y ‘Sastipén talí’, una despedida que nos suena a arenga, quiere decir ‘salud y libertad’, lema de todo un pueblo que en busca de ese binomio jamás se quedó quieto, o muy pocas veces.

Grupos como Los Chorbos, Los Chichos y Los Chunguitos, que hicieron del gitanismo algo comercial al encontrarlo con las tendencias musicales de los 70, encierran en su imaginario un fin de palabra en caló que, referenciando a Manuel Machado, son ya del pueblo, que hizo suyas las coplas. Y ‘choros’ y ‘jambos’ se suceden hoy por las ciudades: ‘robos’ y ‘policías’, con ese ‘No sé por qué’ como telón de fondo con El Jeros intranquilo ante el micrófono.

Esta variante del romaní lleva siglos de convivencia y se ha ido apagando sin extinguir: habita camuflada en nuestro habla. Y habla, precisamente, de viejas leyendas de caminos y polvaredas, de periplos à pied, andarríos y pueblos que ni condenados a galeras abandonaron sus costumbres.