Jesús Lillo: Saca la lengua

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El teletrabajo con aplauso sanitario a las ocho de la tarde derivó en teleasistencia médica sin balcones a la calle y terminó con la exploración presencial de la faringe y el ‘saque la lengua’. Política de ibuprofeno; cultura de la cancelación. Los únicos que aún sacaron la lengua en la España de la desatención primaria son los emprendedores de la Plataforma per la Llengua, mezcla de ONG y ‘start-up’ que pasando el cazo por la Generalitat catalana ha logrado subsistir a la crisis de 2008 y a la pandemia del Covid, con unos ingresos que cifran en varios millones de euros y que el año pasado aumentaron en un 15 por ciento. Hay que valer para crecerse en la

adversidad y aumentar el volumen de negocio en una situación como que en los dos últimos ejercicios ha llevado a las administraciones públicas a reordenar sus prioridades para aislar al virus y salvar vidas. ¿Quién se moría en Cataluña? El idioma nacional. ¿Quiénes se ahogaron? Los de la inmersión. Normal. Más respiradores. Mientras los catalanes hacían palmas a los médicos sin mascarilla, teleasistencia emocional, la secta sacaba la lengua. Amarilla, color bilis. Todo en orden. El chiringuito que ahora dirige Carandell, su libro de cuentas y su list de donantes constituyen una de las más logradas muestras de la materialización económica de una empresa imaginaria. La república catalana no existe, pero genera beneficios. En otros sectores, esto se conoce como blanqueo. Lo suyo amarillea.