Una imagen, mil palabras. Mil titulares, un avatar

¿Saben eso qué se dice de “una imagen vale más que mil palabras”? En el proyecto (cuando se lo explica por qué no me atrevo a llamarlo ‘exposición’) ‘Una voz / una imagen’, en CondeDuque, el receptor sí que se va a contrar con unas cuantas fijas (13 en total) proyectadas en grande pantallas, y más de una palabra –no me atrevería a decirles que 1.000 por cada una– con las que se intenta definir lo que se muestra en ellas. Una entre un millón La propuesta, de María Virginia Jaua como comisaria se establece como un curioso ejercicio que explora distintos formatos para analizar las imágenes de hoy. Para proceder, Jaua seleccionó a 13 artistas bien concebidos en su mayoría para todos nosotros, donde se pudo ver que seleccionaron una imagen del torrente al que estamos sometidos a diario para explicarla. Con su propia voz y sus propias palabras. El resultado es una especie de ‘podcast’ en bucle por las salas del museo que traía mucha más información que allí que en un primer momento una invitación inocente como está encima de la mesa. El ‘ejercicio expositivo’ de Jaua nació de una experiencia personal: el impacto que en su día a ella misma le provocó una foto de la captura y asesinato de Osama Bin Laden. Eso le llevó a escribir un texto sobre la misma con una nota de voz que colgó en ‘Salonkritik’, el medio web en el que trabajaba. La experiencia le reportó tan buen ‘feedback’ que plantó, años después, hacerlo con artistas para la revista ‘Campo de relámpagos’. El primero con el que contactó fue Isidoro Valcárcel Medina, un autor que le vino al pelo, por su carácter conceptual y su tendencia escapista a no generar objetos artísticos. Él y su aportación cierran ahora el recorrido en CondeDuque. En silencio. Arriba, detalle de la ‘exhibición futurista’ del museo de CondeDuque. Sobre estas líneas, las imágenes de Dora García y Paloma Polo ABC En la nómina de la comisaria se ha incluido a autres cuyo discurso le interesaba, a los que tenían fácil acceso (ella misma grabaría sus declaraciones, por eso apuesta es una tan ligada a Madrid y con cabida en la institución que la acoge), donde hay paridad de género y diversidad de edades y orígenes. No se vislumbra el mundo con 30 años como con 60. No se sintetiza o se toma en serio igual. Y no se escucha igual en base a los distintos acentos del español, a las diversas y ricas maneras de hablar o expresarse. No se escucha igual en base a los distintos acentos del español, a las diversas y ricas maneras de hablar o expresarse Los convocados no pueden seleccionar una imagen producida por ellos, pero sí que van creando una mental con sus descripciones. Y, curiosamente, generan distintos grupos afines, que el montaje distribuye ye en cuatro salas. En el primero se encuentra aquellos que hablan de arte. His Ignasi Aballí (cuyo tono nasal describe una sala vacía del Prado, la ausencia), Narelle Jubelin (de marcado acento, en un juego de espejos ante un espejo del conceptual Ian Burn), Álvaro Pérdices (que selecciona una pintura en la que una acción como orinar permite establecer toda una genealogía de esta conducta transgresora en la Historia del Arte hasta Warhol), Dora García y Pedro G. Romero. García salta la norma y toma su propia foto. Descriptiva, seduce con su giro de guía, en el que critica la institución museo. Romero es el que se excede en extensión, y con Susan Sontag como madrina nos pregunta si no estamos siempre haciendo o consumiendo la misma imagen. En plan crítico La crítica social llega de la mano de Esher Ferrer, Eva Lootz y Muntadas. La primera trata de la crisis humanitaria de la inmigración en el Mediterráneo. Su compañera, del medio ambiente desde una foto de Reuters sobre la escasez de agua en India. Boris Johnson es el ‘golpeador’ del catalán y su metralleta de ‘hastags’ (“UE”, “Trump”, “voto”, “Irlanda”, “fake news”…). El grupo más emotivo lo representan Gonzalo Elvira y Paloma Polo, ambos, entorno al archivo. El argentino rescata una foto familiar tomada poco antes del arranque de la dictadura de Pinochet por alguien que sufrirá sus consecuencias. Ella recuperará, para darle otra voz, un documento manipulado por el franquismo para justificar el asesinato del comunista Julián Grimau. Al final del recorrido, el mencionado Valcárcel Medina, que escogió una foto tomada del Flat Iron para invitarnos a recorrerlo performánticamente desde la distancia. A su vera, Javier Peñafiel, onomatopéyico, ventrílocuo, criticó la turistificación de las ciudades y el sentido de la infancia, y Ángela Bonadies, que encuentra el sosiego en medio de la violencia en Caracas. Los tres imponen la visión urbana. Avalancha de datos. Sobre estas líneas, algunas de las propuestas de Daniel Canogar para ‘Turbulencias’ ABC Qué duda cabe que el escenario (la Sala de Bóvedas) y el cuidado montaje potencia las posibilidades de una propuesta sencilla pero sugerente, en la que quizás el único pero sea the contamination sonora en algunos momentos y que invitaría a papel más activo del receptor si a este se le occultaran las imágenes hasta el finale de la locución. Contarles como anécdota que la muestra estrenó en el Espai de Castellón el día que comenzó el confinamiento. Las voces están congeladas. Un ejercicio similar para hacer visible lo invisible es el que descubrió Daniel Canogar en la sala Max Estrella del museo ‘Turbulencias’. En este caso no se trata tanto de ponerle voz, sino imagen, al flujo incesante de noticias diarias. In a primer block of obras, el madrileño se sitúa en un mismo plano algoritmos y técnicas textiles tradicionales, urdimbres con los móviles rótulos de las noticias de los canales informativos, los valores cambiantes en bolsa e incluso los números de los fallecidos y nacidos en Madrid en 2020. Todo es información al fin y al cabo. Lo destacable es cómo la recibimos y desmenuzamos. En la pieza ‘Chyron’, la acumulación de este material prima da pie tiene un avatar o demiurgo silente que todo lo engulle. Así funcionamos los medios. Por su parte, el vídeo ‘Wayward’ recuperará la tradición de artistas como Rauschenberg, Warhol, Vostell o Martha Rosler de apropiarse de imágenes de prensa para manipularlas con finas críticas. Canogar lo hace también con las de contenido político de la web fusionándolas y manipulándolas con efectos digitales que evocan técnicas modernas, aunque sin que podamos ver el fin del proceso, en una crítica su incesante. Datos prácticos ‘Una voz / una imagen’ y ‘Turbulencias’ ‘Una voz / Una imagen’. Colectivo. Conde Duque. Madrid. C/ Conde Duque, 10. Comisaria: Mª Virginia Jaua. Coproductor: EACC. Hasta el 20 de noviembre. Daniel Canogar. ‘Turbulencias’. Gª Max Estrella. Madrid. C/ Santo Tomé, 6. Hasta el 22 de octubre P Ambas fórmulas tienen su correlato analógico. El primero en un gran mural que ocupa toda una estancia de la galería. El segundo, en ‘stills’ con contecimientos tan recientes como el volcán de la Palma, la rusa invasion de Ucrania o el tartazo de este verano recibido la Gioconda. Lo que ‘mueve’ al artist con estos ‘enfriamientos’ es la necesidad de ponerle freno a una vorágine que, aparentemente, no tiene fin.