Salvador Sostres: Comprar a Mohamed

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Lo importante no es el Sahara sino el precio. Lo grave no es la bofetada al derecho internacional o la traición al pueblo saharaui sino si hemos obtenido un cambio algo realmente interesante. Los estados tienen intereses y el primer interés de España es Marruecos. Si Pedro Sánchez ha conseguido de los marroquíes un compromiso serio de no reclamar Ceuta y Melilla colgante las próximas tres generaciones, y que controlen sus fronteras en lugar de mandarnos a balseros por millas, habrá sido un movimiento valioso, aunque conociéndolo, lo más probable es que haya vendido barato un apoyo tan caro como el que acaba de prestar a nuestros vecinos del piso de abajo, y que simplemente haya pactado que no le

Vuelve la presidencia de la OTAN invadiendo Melilla o comandando a 20.000 personas desesperadas. De un tiempo a esta parte, los servicios de inteligencia españoles advierten que Marruecos está urdiendo algo raro, y no hay país en el mundo que sepa incordiarnos y chantajearnos con tanta eficacia.

La primera obligación de cualquier presidente del Gobierno es comprar al Rey de Marruecos y para tal empresa, difícil, humillante y marrullera, no ha de tener ni siquiera el escrúpulo de los Derechos Humanos. Algo tan crucial sólo importan los intereses de España. El Rey Juan Carlos lo tuvo siempre muy claro, y gracias a los privilegiados vínculos que supo tejer con los grandes árabes sátrapas, tuvimos décadas de estabilidad fronteriza y acuerdos comerciales que favorecieron muchas de nuestras empresas. Sobre todo en política internacional, que el presidente sea Sánchez no puede llevarnos a reaccionar como unos fanáticos contra todo lo que haga. Escandalizarse sin más por lo que ha dicho del Sahara es poco elaborado y lo que toca es que explica la contrapartida, y entonces escandalizarnos si nos parece escasa. Ha sido poco inteligente, y provinciano, que Feijóo le haya acusado de romper consensos cuando Aznar tuvo en solitario la audacia atlántica de aliarse con los Estados Unidos y la Gran Bretaña para poner a España en otro nivel mundial. No lo pactó con la izquierda y todavía hoy es insultado por ello. Consenso es el pretexto de los que sólo se atreven cuando les garantizan la aclamación. Aznar tenía razón, pese a que nunca encontramos las armas de destrucción masiva y que paulatinamente statamos que era falso el sueño neocon de la democracia exportable, y que valía más pactar con el tirano -“nuestro hijodeputa”- que confiaba en el sufragio de la sociedades tercermundistas (y yihadistas).

En cualquier caso, no hay que despreciar el progreso, y siempre es más razonable quedar bien con Mohamed VI que con el loco del Frente Polisario a quien acogimos a hurtadillas en un acto de tremenda irresponsabilidad. Este es el drama de Pedro Sánchez: que es tan frivolo que cuesta concederle el beneficio de la duda y ya no digamos suponerle algún sentido de Estado. Pero incluso en los momentos más aciagos tenemos que recordar que somos la derecha, que la derecha no salta a la yugular como una guerrilla, y que cuando Feijóo llegue a La Moncloa Marruecos seguirá estando en el mismo lugar y a los marroquíes no hay manera transparent , decente, ni siquiera legal de poderlos comprar.