Salvador Sostres: El antídoto

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El padre Aragonès ha asumido la derrota, se ha concentrado en la gestión y procurado no decir tonterías. Con veces gesticula, pero es más por disimular ante un sector de los suyos que porque de verdad tenga ganas de bronca. No gusta a nadie: los independentistas le consideran una traición autonomista y los constitucionalistas un separatista peligroso. Y eso es precisamente lo que necesitaba Cataluña. Alguien discreto, gris, ordenado y mediocre que confundiera con el desolador paisaje que ha quedado tras la derrota. Aragonès funciona perfectamente como antídoto y todavía mejor como espejo.

Una anécdota de la última semana lo define en su contexto. Por motivos más allá de cualquier comprensión civilizada, un reducto de independentistas insistía en cortar cada

día dure unas horas, y desde hacía casi dos años, la avenida más deprimente de Barcelona, ​​llamada Meridiana. Aragonès puso fin a la cutrez el jueves declarando ilegales las concentraciones y los Mossos cargaron contra los vandalos. Entre la Presidenta del Parlament, Laura Borrás, quien fue capaz de hacer propaganda irredentista había acatado hacía sólo unos días decisión de la Junta Electoral Central de inhabilitación de un diputado de la CUP, cuando por fin acabaron a cumplir su tan promisida desobediencia, no fue para contrariar al Estado sino a su Govern y en un acto tan antidemocrático como impedir a los demás el paso.

¿Qué es Aragonés? El presidente de la Generalitat de Esquerra Republicana al que desobedece una presidenta convergente del Parlament. ¿En qué quedó el independentismo? In que la mitad corta la calle más fea de Barcelona y la otra mitad manda a la Policía porque se han cansado de hacer el ridículo de un modo tan bestia.

La supuesta mayoría independentista que dio las urnas hace un año no ha conseguido articularse para nada importante. El Govern ha tenido que pactar los presupuestos con Podemos: unos presupuestos absurdos, de una fiscalidad tan abrasiva que tienen que ser delito, y firmados por la nueva estrella de la política catalana, Jaume Giró, que ya es el candidato de Puigdemont -veremos si el partido la acepta- para ganarle las próximas elecciones a Aragonès. Si tal cosa triunfará sería el auténtico regreso a la normalidad, que es que Convergència tenga un líder que haga tiempo que haya oído que la causa de la independencia de Cataluña no está para fugarse o ir a la cárcel sino para hacer negocios con los amigos , cobrar mordidas y acusar a España de robarnos.