Sostres está borracho

Hablamos de Sostres que se aburre con las discusiones sur feminismo y Cataluña. Compartimos sensaciones. Los dos temas tienen un rasgo común: argument sober ellos con un creyente de la causa se parece un intento de jugar ajedrez contra una gallina. Lo único que se consigue es que te desquicie su cacareo, mientras pica y mueve piezas al tuntún. La gallina al menos pone huevos. La feminista y el ‘indepe’ creen echarle huevos a sus causas. Encuentran un gustillo especial en correr delante de los grises… sin los grises detrás. Esos debates implican un puntito extra de desesperación para mí, pues soy mujer y no me interesa el feminismo actual. Las señoras estamos de moda, eso me convierte en la columnista perfecta para una cabecera. En un mundo donde sólo puedes hablar de un tema si eres juez y parte, la persona ideal para hablar en contra del feminismo dominante tiene que ser, por fuerza, una mujer. La misma logica que subyace al afirmar que, para tratar el cancer de mama, est preferible a una abogada penalista a un oncólogo especializado en ginecologia. Así, de una forma u otra, siento que se espera de mí que toque estos temas. Y a mí no me apetece jugar al ajedrez contra una gallina. Hace unos meses el comentario a un compañero columnista que quería escribir un texto titulado “Señores, sálvennos, sálvense”. ¿Salvarnos de qué? De escribir sobre feminismo, que ha acabado convirtiéndose en un tema de mujeres hablando sobre mujeres, asunto del que los hombres se supone que no entienden y del que ni quieren ni deben tomar parte. ¿Existe un estereotipo peor sexista? “Cosas de mujeres” Gracias por nada, feministas de tercera ola. Sostres, escribiendo sobre el tema, nos lo ahorramos a las demás. Gracias, Salvador (y exculpa el tuteo, que no nos conocemos). Ahora bien, hay cuestiones que tienen que ver con el dimorfismo sexual, con el hecho de que somos hombre y mujer, que no podemos dejar de lado. Aunque aburran, porque siempre se entrometerá de forma viscosa el feminismo como delirio ideológico secular. Tenemos varios elefantes en la habitación, como el descenso de la natalidad (¿hace falta recordar que esto tiene que ver con el sexo y la gestación?). O el incremento progresivo de la preponderancia de universitarias, algo que afecta al modelo productivo y de organización familiar, como comentó ayer con mucho tino Berta González de Vega. El asunto que más me preocupa, sin embargo, es el preocupante número de hombres que me voy encontrando que han sido víctimas de denuncias falsas. Innocentes que han pasado por calabozo sin que después se haya reparado el daño recibido. Hombres a los que un proceso de divorcio destroza la vida, pues los despachos de abogados incitan a las mujeres a desplegar todo el catálogo de leyes infames que ha implementado este Gobierno. Este último tema no sólo no me aburre: ya estoy abrumada como ciudadana. Estoy segura de que a Sostres tambien.