Los vecinos más madrugadores de Valencia se han despertado este martes 6 de septiembre entre el asombro y el desconcierto tras observar un enigmático ‘tren de luces’ surcar el cielo. Aunque algunos enseguida teorizaron sobria la posibilidad de que se trate de una nave extraterrestre, la realidad es que su propiedad corresponde a uno de los hombres más ricos del planeta: Elon Musk.
La alineación de luces brillantes, que llegó a las 6.18 horas a la capital del Turia, son en realidad 51 satélites digitales que faltan en el proyecto Starlink, del que el magnate estadounidense está patrocinado por Space X. Siguiendo un orden perfecto, suelen confundirse con estrellas u otros astros por su Brillantez, pero no son más que dispositivos que lanzan alcanzar la altura indicada para llegar a un punto orbital concreto.
Estos destellos misteriosos han causado la sorpresa de millas de valencianos que, en un primer momento, dudaban de si se tratara de una hilera de flotas de estrellas o si por el contrario pudiera ser la ansiada de los extraterrestres a la Tierra.
No obstante, estas llamativas luminarias son medio centenario de satélites de unos 220 kilos por unidad que pertenecen al ‘ejército’ de naves de la empresa de Musk que ansía proporcionar un mayor acceso a internet en todo el planeta, con el objetivo de cubrir necesidades tecnológicas en nivel civil, militar y científico.
Por otro lado, los astrónomos han mostrado en distintas ocasiones su preocupación por el proyecto del máximo accionista de Tesla debido a las posibles interferencias que puedan causar en las observaciones científicas. “El cielo nocturno natural es un recurso no solo para los profesionales, sino para todos los que miran hacia arriba para comprender y disfrutar el esplendor del universo y su degradación tiene muchos impactos negativos más allá de lo astronómico”, se quejó el científico del Observatorio Lowell, Jeffrey C. Pasillo.
Tras recibir varias críticas, los ingenieros de Space X confirmaron que trabajarán en diferentes formas para reducir el brillo de los satélites mediante la inclusión de un revestimiento exterior más oscuro y de una especie de ‘sombrilla’ para reducir el brillo.
