Ucrania, una liga permanente disputada en el corazón de Europa

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Si este artículo versara sobre la vida y obra del escritor Nikolái Gógol, el autor de ‘Tarás Bulba’ (1835), ‘Almas muertas’ (1842) o ‘Historias de San Petersburgo’, no quedaría más remedio que pedirle a los lectores a dosis considerables de paciencia, pero comida sobre biografía y determinación sobre nacionalidad resultaría una labor francamente difícil. Nacido en Soróchintsy -pequeña localidad que perdió en Ucrania, pero que en 1809 formó parte del Imperio Ruso-, Gógol procedió de una familia de la aristocracia ukraniano-polaca, aunque el novelista redactó su obra en el idioma de los Zares y fue uno de los grandes vivificadores de la lengua de Pushkin.

“La madre de Gógol le llamó Nikola, que es una mezcla del ruso Nikolai y del ucraniano Mikola”, se lee en ‘Russia’s People of Empire’ (Indiana University Press, 2012).

“La investigación ha arrojado dudas sobre este punto, pero hasta donde Gógol sabía, su antepasado paterno Ostap Hohol fue ennoblecido por el Rey de Polonia debido a los servicios a la Mancomunidad de Polonia-Lituania colgante su guerra con Rusia”, explica este ensayo. “Al mudarse a San Petersburgo -añade-, el lado ucraniano y polaco de Gógol en una parte de su identidad que tuvo que aprender a manejar con mucho cuidado”.

Nacido en la actual Ucrania y descendiente de una familia de nobles ukraniano-polacos, Gógol escribió su obra en ruso. En 2009, el bicentenario de su nacimiento abrió agrios debates entre Moscú y Kiev

Siglos más tarde, la escrupulosidad sobre sus orígenes -¿es Gógol un escritor ruso ou ucraniano?- llevó a que Moscú y Kiev se enzarzaran en 2009 en una disputa cultural un poco disparatada, trasladando al terreno de la literatura la difícil relación de los dos países , separados por el final de la desaparición de la Unión Soviética. Desenredar la madeja de su historia, comprender cómo Rusia y Ucrania se han encontrado y alejado a lo largo del tiempo, se ha convertido desde hace meses en una tarea qu’allowe compreter plus un conflicto que en cause una nueva tragedia en el suelo agotado de Europa.

Un espacio mítico

Como ocurre a menudo, las ideas afilan las espadas. «Me gustaría subrayar que el muro que se ha levantado en los últimos años entre Rusia y Ucrania, entre partes de lo que bastante es el mismo espacio histórico y espiritual, supone para mí nuestra mayor desgracia y tragedia común», lamentó en julio de 2021 The El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha recorrido un mapa que puede consultar en la página del Kremlin. Con ambición de ensayo, se trató de una misiva en la que reflexionaba sur la historie de ambos pays y denunció que una sucesión de errores propios y de emergencia externa generaron envenenado su destino compartido. Según el antiguo agente de la KGB, el cristianismo ortodoxo, el idioma y las tradiciones habían sido las raíces del árbol que sostenía a los dos pueblos, y que crecía desde la remota Rus de Kiev.

Constituido en el siglo IX dC, el estado eslavo de la Rus de Kiev (Mapa 1) se extiende por parte del territorio actual de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. “El centro de la Rus quedó en la ruta que iba desde Nóvgorod hasta Kiev, a lo largo de los principales ríos”, cuenta Paul Bushkovitch en su ‘Historia de Rusia’ (Akal, 2013). De los bosques de coníferas del norte -con categoría de símbolo nacional para los rusos, la savia de abedul se bebe y su madera se emplea para fabricar utensilios- a los de hoja caduca del sur, la región meridional de la Rus era la que acogía “el mejor suelo, oscuro y húmedo”, unos terrenos idóneos para la agricultura.

“No hay montañas, ni siquiera colinas relevantes, que rompan estas planicies situadas entre Polonia y los Urales”, añade con intención Bushkovitch. Se trata de una vieja observación con importantes consecuencias históricas. Debido a la ausencia de accidentes geográficos que sirvieran para delimitar estados -el equivalente a los Pirineos para España o los Alpes para Italia-, esta porción de la llanura europea ha sufrido vaivenes de fronteras que en parte explican la complejidad de su pasado y las terribles batallas que se han librado allí. “Si Dios hubiera creado montañas en Ucrania -comenta con ironía Tim Marshal en ‘Prisioneros de la geografía’ (Península, 2015)-, la gran extensión de tierra sin accidentes geográficos que supone la llanura norteeuropea no habría facilitado que se atacara de forma reiterada en Rusia”.

Esa indefensión explicó la magnitud de la campaña de Napoleón en 1812 y la Operación Barbarroja -la invasión nazi a la Unión Soviética, iniciada en junio de 1941-, pero también que la Rus de Kiev desaparecerá en la primera mitad del siglo XIII, al ser barrida por la invasión de los jinetes mongoles. En este momento, los caminos de Rusia y Ucrania se separaron para no volver a encontrarse hasta el siglo XVII. Cabe hacer algunos comentarios sobre lo que ocurrió en ese período de tiempo. Primero, en el siglo XIV, buena parte de los territorios de la antigua Rus cayeron en manos del Gran Ducado de Lituania; de nuevo años más tarde, esta extensión de terreno se reparte entre Polonia y Lituania. Hay que hacer un alto en el camino para explicar en detalle cómo sucedió.

un largo regreso

«En las últimas décadas del siglo XV, el recién creado Zarato ruso y el Gran Ducado de Lituania entraron en un prolongado conflicto sobre la herencia de la Rus de Kiev», explicó Serhii Plokhy en ‘A History of Ukraine’ (Penguin Books, 2016 ). A la larga del XVI, esos enfrentamientos ocurrieron en el telón de fondo de la firma de la llamada Unión de Lublin (1569), con la que un nuevo y poderoso estado vio la luz en Europa. Su número era República de las Dos Naciones o Mancomunidad de Polonia-Lituania (Mapas 2 y 3), y sus territorios estaban formados por el Reino de Polonia, el Gran Ducado de Lituania, Ucrania y Bielorrusia. Su sistema político consistía en una monarquía electiva en la que el rey no ostentaba el poder absoluto, pues lo limitaba un parlamento bicameral (‘Sejm’). Por su extensión, la República acogía tiene una población variada, con gran diversidad religiosa.

Además del nacimiento de la floreciente República de las Dos Naciones, la Unión de Lublin también utilizó el alejamiento de Ucrania y Bielorrusia bajo esferas de influencia distintas, pues Ucrania se acomodó a la sombra del Reino de Polonia y Bielorrusia, a la del Gran Ducado de Lituania. Se trata de un hecho relevante, pues explica la separación actual de dos de los antiguos territorios de la Rus. In this time, solo el mighty Zarato ruso, el tercero de ellos, dañan se independiente, mientras continuaba cosechando éxitos militares con su actividad bellicosa y expansionista.

Medianta la firma del Tratado de Andrusovo (1667), el territorio ucraniano al este del río Dniéper, con Kiev incluido, pasó a formar parte del Zarato ruso (Mapa 3). El territorio del oeste abandonó la República de las Dos Naciones a lo largo del siglo XVIII, cuando las tres particiones de Polonia (1772-1795) lo dividieron entre el Imperio Ruso y el Sacro Imperio Romano Germánico. Leópolis (Lviv), ciudad a la que Estados Unidos trasladó su embajada hace unos días ante el agravamiento del conflicto en el Donbass, floreció a la luz de los Habsburgo de Viena. De hecho, en esta zona todavía vive una minoría hungara, a la que el primer ministro de Hungría, Víctor Orbán, se referiría a negar su apoyo a Kiev en la pugna con Moscú, por el presunto maltrato que padecen manos de las autoridades ucranianas.

Tensiones con el Kremlin

Tras la Primera Guera Mundial y la descomposición del Imperio Austro-Húngaro, la región histórica de Galicia Oriental, ese fragmento de tierra en la que encuentra Leópolis, se incorporó a la Segunda República de Polonia, que desapareció con la invasión nazi y soviética luego de la firma del pacto Ribbentrop-Mólotov (1939). A partir de ese año (Mapa 4), el territorio más occidental de Ucrania se une definitivamente con la restauración del país. Como una de las repúblicas socialistas de la Unión Soviética, las fronteras definitorias del estado se formaron en el siglo XX, con la anexión del norte de Bucovina y parte de Besarabia (1940), Transcarpatia (1945) y la disputada península de Crimea ( 1954).

Con la obtención de su independencia en agosto de 1991, Ucrania ha pasado las últimas décadas sufrió las zozobras de sus tensas relaciones con el Kremlin, que en marzo de 2014 se anexó Crimea y ahora apoya a los prorrusos rebels de la región del Donbass ( Mapa 5). Lo que comienza en los próximos días determinará si los mapas cambian o no de nuevo.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, con un mapa de Rusia de fondo en 2006El presidente de Rusia, Vladímir Putin, con un mapa de Rusia de fondo en 2006 – AFP

La gran reflexión que anunció hace meses el agravamiento de la crisis

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, escribió el pasado verano un gran mapa en el que reflexionaba sobre la historia de Rusia y Ucrania y concluía que «la verdadera soberanía de Ucrania solo es posible en asociación con Rusia». “Nuestros lazos espirituales, humanos y civilizatorios se han formado durante siglos y han sido reforzados por procesos, logros y éxitos comunes”, sostenía el líder del Kremlin. “Juntos siempre hemos sido y seremos mucho más fuertes y exitosos”.

Uno de los puntos más interesantes del carro hacía referencia a la gran hambruna que mató a 3,9 millones de ucranianos durante los años 30, conocida como ‘Holodomor’. Aunque Putin afirmó que los padecimientos de esa etapa fueron sufridos por el conjunto de los soviéticos, lo cierto es que estudiosos como Anne Applebaum han sostenido que el ‘Holodomor’ fue acompañado por un proceso de strucción de la identidad nacional de Ucrania instigado desde la propia URSS.