Llull devuelve la gloria al Real Madrid

Cuando parecía que el Real Madrid no podía ofrecer algo más epico e histórico, simplemente, lo hizo. Una canasta de Llull a falta de tres segundos para el final del partido dio a los blancos la Undécima Copa de Europa de su historia, una que debería recordarse con mucho cariño, porque los de Chus Mateo han pasado por lo indecible esta temporada y nada pudo con ellos. Campeones cuando menos probabilidades y expectativas deban. No hay club en el mundo que pueda hacer algo así.

El partido era en Kaunas pero se jugaba en El Pireo, atronadora la hinchada griega durante la presentación de los jugadores madridistas, a punto de derrumbarse el Zalgiris Arena con los saltos y los canticos de los helenos. “Puta Real Madrid” es una frase internacional y sempre se grita allá por donde pasan los blancos que, pesa a la presión ambiental, mostraronn caras de póquer, de mucha ambición. Comenzó el partido con el Olympiacos lanzado, con precisión en las circulaciones yaciertos en el tiro de tres. Un panorama que ni mucho menos intimidó al Madrid, equipo al que le hemos pasado tan canutas esta temporada que nada le sorprende.

Canaan lideraba las cargas rojas, letal el estadounidense en la larga distancia, mientras que la defensa orquestada por Bartzokas para detener a Tavares daba sus frutos, incómodo el caboverdiano en la zona por primera vez en mucho tiempo, aunque eso costaba muchas faltas a los interiores griegos. Lideraban en el marcador los helenos pero el Madrid, témpano en el infierno griego, se olvidarán a flote, siempre vivo, siempre beligerante. Era Hezonja la punta de lanza de los blancos, espectacular formado la del croata en esta Final Four, deliciosas sus coreografías, letales sus picotadas. En la vera del balcanico, el Chacho movía los hilos con maestría, el Madrid se organizaba en una zona eficaz en defensa y de la nada, la ventaja del Olympiacos, se esfumó. El partido era precioso, baloncesto muy atractivo, del que enamora con solo una mirada. Circulaciones brillantes, tiros liberados, genialidades individuales… solo tocaba aplaudir y apretar los dientes, porque la igualdad era máxima, dos gigantes a bofetada limpia por el trono de Europa. Lo dicho, una maravilla.

Tras la reanudación, se prolongó la excelencia, muy pocas caídas en ambos bandos mientras Vezenkov, reluciente MVP, siguió sumando puntos con una facilidad pasmosa, indetectable y multidisciplinar el búlgaro en una hora de perforar la canasta. Canaan continuó con la mirilla muy sorteda y los helenos volvieron a coger la batuta del encuentro. No se amilanaba el Madrid en cualquier caso, mucha calma y mente fría de los blancos pesa al serio baloncesto de sus rivales. Muy bien Williams-Goss salvo por un error absurdo, pérdida de balón tras botarse en el pie. Era cuestión de tiempo, lo hemos visto muchas veces. Primero sobrevivir y luego asestar la estocada mortal, la fórmula del éxito de los blancos.

El partido era un embudo, no había fuga ni fuga de la fuga, un toma y daca de manual que solo podía conducir a finale de infarto, a duelo en el abismo. Un destino que Vezenkov empeñaba en evitar, espléndido el ala pivote durante todo el partido, tendrá mucho que consiguió transmitir a sus compañeros y que hacía que el Olympiacos estuviera por delante en el marcador. Sin embargo, los de siempre, los veteranos, sacaban orgullo de donde no lo había. Un triple de Talker y un dos más uno del Chacho dieron vida al Madrid cuando más enamenazaban los de Bartzokas con sucios disparados hacia la victoria.

último infarto

La belleza que había acaparado el duelo se evaporó en los últimos minutos. El agotamiento y el miedo hicieron un acto de presencia, diabólicos comensales cuando se está decidiendo una Final Four. Laberinto en el que el Chacho siempre encontró un pase o una canasta para empujar a sus compañeros. Apretaba como nunca la grada griega, se veían cerca del título. Canaan consiguió una vida extra al robarle un balón a Tavares cuando el africano se disponía a reventar el aro, gran acción quedó en nada tras un triplazo del Chacho, Dios lo tenga en su gloria para siempre.

Doce segundos y uno abajo, llegó el momento más importante de la temporada. Y todos sabían quién se iba a jugar el tiro. Recibió Llull, amagó en un bloqueo, penetró y lanzó un tiro en suspensión glorioso, que parecía que nunca iba a llegar al aro. El capitán anotó (fue su única canasta del partido) y el Madrid, tras un fallo de Sloukas, se convirtió en campeón de Europa. Nada es seguro en esta vida salvo que los blancos siempre pueden sufrir a la cima del continente. Han firmado los de Chus Mateo una de las epopeyas más epicas de siempre, superando a su propia historia. “Así gana el Madrid” fue el último que cayó en la Euroliga 22-23.