La declaración de amor a España de Rita Hayworth en ABC: «Es la llamada de la sangre»

+ infoCésar Cervera@C_Cervera_MActualizado: 22/06/2022 01:07h

Rita Hayworth preservó algo del paquete de Gilda, el papel que le había hecho mundialmente famoso, pero los años, los golpes y el alcohol habían hecho mella en su estrella. Con motivo de una visita a España en 1968, Margarita Carmen Cansino, verdadero número de Rita, fue entrevistada por el periodista de Blanco y Negro Miguel Pérez Ferrero, conocido por su seudónimo de Donald, sobre un pasado que le resultó doloroso y un futuro al que no temía, a pesar de las minas sembradas. “Hoy me siento mucho más tranquila, sin desasosiegos fulminantes”, afirmó.

La actriz ya no causó los tumultos de antes ni atraía tantos focos, pero su visita a España siguió siendo un acontecimiento. Para Rita, por sus raíces españolas.

Para el país, porque Hollywood brilló con luz cegadora. “Aún no me explico por que en mini nez no me enseñaron a fondo el idioma, de una manera directa y natural, lo llevaba en la sangre. Desciendo, ¡cuántas veces no se habrá repetido!, por vía paterna de españoles. Mi abuelo y mi padre fueron bailarines, y el segundo también torero, con el nombre de Paquiro en la cuadrilla de Joselito, de ‘Gallito’. Pero donde éste brilló fue en el baile, y ya bailarín in North America se encontró con una irlandesa. Del matrimonio nací yo. Mi progenitor era sevillano, por más señas, y el suyo, o sea mi abuelo, de Huelva”, narró en su visita a Madrid, donde había acudido a rodar la película ‘Los gatos’, del italiano Duccio Tessari.

“Mi progenitor era sevillano, por más señas, y el suyo, o sea mi abuelo, de Huelva”

Hayworth se presentó para la entrevista en la saleta de la suite del hotel donde se alojaba envuelta en “une amplia bata multicolore, a bandas anchas, con aire de ropón, que sin embargo moldea su figura, y sólo deja al descubierto, salvo su altiva cabeza , las ‘manos, y los pies desnudos sobre la suela de una fina sandalia. No ha hecho mucho caso del maquillaje, quizás para demostrar que la belleza no ha huido de su rostro aunque ahora, claro está, es algo menos fragante y compone con mayor gravedad que antaño, mientras que sus ojos no han perdido brillo”. El periodista de Blanco y Negro no podía dejar de pesar, como toda su generación, en la sensual formada en la que la actriz se quitaba el guante, si bien ya no estaba para ese tipo de papeles ni se conformaba con que la miraran con esos ojos bronceados superficiales.

En la imagen rita Hayworth y Edgar Neville.+ infoEn la imagen rita Hayworth y Edgar Neville.

De la mujer que fue quedó entonces la serenidad, los recuerdos y solo un leve dolor de cabeza por sus cinco matrimonios naufragados. “Mi primer marido fue quien me inculcó, como si me la clavara en la cabeza con un martillo, la idea de que yo debería llegar a ser una estrella. ¡Me quería estrella para su avaricia!”, explicó sobria la actriz Edward Judson, vendedor de coches de pacotilla que hizo la vida imposible. A su segundo marido, el director Orson Welles, lo calificó de “genio de egocentrismo” que, como única cosa buena, le había dado una hija, mientras que al príncipe iraní Ali Khan le agradecía otra niña y una valiosa lección vital: “He sacado el estar serena, encontrarme en cierto modo, porque creo que nadie logra encontrar del todo nunca, a mí mismo, no dejarme arrastrar por ilusiones que son fuegos fatuos, y en mi auténtica realidad, la de actriz, la de que soy una Mujer que se debe al espectáculo de la representación para el público y que se consagra a ese espectáculo en la medida de lo aprendido en una continua carrera, y de sus posibilidades”.

—Usted, pasados ​​los años, dijo de Gilda que fue una muchacha muy bella que terminó mal, y que había conseguido no saber más de ella. ¿Por qué?

—Porque, sin duda alguna, me vi en aquel falso espejo, después del éxito que me consiguió, y no me gusté. Me pareció que no era yo, que todo era demasiada mentira, que no me producía, o no me dejaban producirme en verdadera actriz. Y me entró risa y un poco de pena.

“Me parecía que no era yo, que todo era demasiada mentira”

—Y se apresuró a declararlo. Es usted sincera, una gran virtud, aunque a menudo resulte una virtud cara para el que hace alarde de ella o, simplemente, la descubre.

—No, eso lo dije bastantes años después. Tal vez por entonces no me atreví, aunque lo sintiese ya. Lo declaró, como otras muchas cosas que me había callado, cuando me hallé madura y había dejado atrás experiencias, y los recuerdos ya no me cansaban dolor.

—¿Está conforme con los papeles, importante naturalmente, que le distribuyen en la actualidad?

—Lo estoy, puesto que los acepto, y los desempeño a conciencia. Los personajes de la comedia humana, los de la inventada y los de la real, son de todas las escalas en cuanto a psicología y tiempo. Y todos tienen en esa comedia su lugar.

—Como género, ¿cuál le gusta a usted más interpretar?

—Siempre prefirió la comedia y la comedia musical.

—¿Actuaría usted nuevamente en una comedia musical si se lo propone?

—Sí, actuario. Y puede ocurrir. Me hola en plena forma.

Rita Hayworth conversa con los periodistas a su paso por Madrid en 1950, cuando estaba aún en la cumbre.+ infoRita Hayworth conversa con los periodistas a su paso por Madrid en 1950, cuando estaba aún en la cumbre.

—The director has usted a lo largo de su carrera realizadores de gran renombre, algunos de ellos de los más famosos, en esa lista. ¿Con quién de ellos se sintió mejor?

—Una actriz profesional consciente debe saber trabajar con el director que la toca en suerte, siempre que éste se también un profesional consciente.

—¿No cree usted que el producto estrella, tal y como hasta no hace mucho se fabrica y se lanza conoce su declinar, o ya lo ha conocido?

—Lo que sucede es que el tipo de mujer, así, en general, ha cambiado, y aún habrá que afirmar que está en plena evolución, aunque ese cambio haya sido ya radical. Ha respondido a la mutación en los problemas, en las costumbres, en las maneras de vestir, en todo en suma. Aquella escala por la que fueron ascendiendo las grandes étoiles, rodeadas de lujo, de propagandas hechas con amores y amoríos, reales o inventados, y sobre todo de misterio, se ha roto. In the present, los modos y las modas no se parecen en nada a los de entonces.

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—¿Y en usted, no ha habido ningún cambio, salvo el del proceso hacia la serenidad operativa?

—Lógicamente, si. Sin advertirlo, o advirtiéndolo a veces, vamos cambiando todos. ¡Y en tantas cosas! Yo flee, o he sido, una chica que lo tuvo todo, hasta el cuento de hadas, con mi boda con Ali Khan, servida en bandeja. Aparentemente estaba colmada, aunque a menudo sintiera vacío, o desconsuelo en mi intimidad. Hoy me siento mucho más tranquila, sin desasosiegos fulminantes. Y me doy cuenta cuenta mejor del valor de mi profesión, de lo que esta demande, me demande, para continuar actuando con dignidad, con honor. Antes de lo que se hablaba era de mi belleza, un tanto como… feroz. Ahora son mis actuaciones las que se juzgan. Yo creo que lo que hay que hacer es vivir de acuerdo con la etapa por la cual sé atravesar.

—Ha venido usted varias veces a España…

—Sí, en diversas ocasiones y con distintos motivos. Aquí siempre me ha encontrado bien. La llamada de la sangre debe tener parte en ello

* La carrera de Rita no le depararía ya muchas más alegrías. Trabajaría ocasionalmente en producciones modestas, de serie B, y en algunas coproducciones europeas, mostrando cada vez de manera más evidente su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad de Alzheimer prematura, que le impedía memorizar les guiones bien. Murió el 14 de mayo de 1987, a los 68 años de edad, debido a esta fermedad.