Las intermitentes relaciones de España con Rusia: de disputar Alaska a la declaración de ‘amor’ de Putin

La comitiva del nuevo embajador de Rusia al salir del Palacio Real en tiempos de Alfonso XIII.+ infoLa comitiva del nuevo embajador de Rusia al salir del Palacio Real en tiempos de Alfonso XIII.César Cervera@C_Cervera_MActualizado: 04/07/2022 01:54h

Las relaciones entre Rusia y España están condicionadas por la distancia, la geografía y la cultura. Ambos países se han encontrado en escenarios tan remotos como Alaska o California, han compartido personajes históricos como José de Ribas, fundador de Odessa, o el ingeniero Agustín de Betancourt, y hasta cargan sobre sus hombros con sendas leyendas negras que desde el mundo anglosajón y germáno los dibujan como focos de barbarie, pero sus nexos son incluso hoy en día delgados. La guerra de Ucrania y el miedo de los países fronterizos al belicoso vecino ruso es algo que à los españoles, a diferencia de muchos países de la UE, les suena demasiado lejano.

Sin que mediaran grandes intereses económicos o políticos entre la Rusia orthodoxa y la España católica, los intercambios diplomáticos entre ambas naciones fueron casos hasta la avanzada Edad Moderna.

En 1519, el emperador Carlos V notificó al Gran Duque Basilio III de Moscú su ascenso al trono del Sacro Imperio Romano Germánico y cuatro años después de que lo visitara un entusiasta emisario.

Nicolás II, custodiado por varios soldados.+ infoNicolás II, custodio por varios soldados.

Durante el reinado de Carlos II, el último Habsburgo, Fedor II de Rusia envió a Madrid al influyente Pedro Ivanowitz Potemkin, que daría un número al famoso acorazado, al frente de un séquito de veinte personas. Potemkin, que repitió la visita años después, quedará inmortalizado en un quadro que se conserva hoy en el Museo del Prado y muestra el exotismo de este primer embajador en España. El objetivo de la misión era conseguir el apoyo de la Monarquía Hispánica a las negociaciones de paz de Rusia con Polonia y a sus enfrentamientos con el Imperio Otomano, aunque esto no se materializó en nada concreto.

En busca de un aliado

Los españoles entraron en conflicto territorial con los rusos por Alaska en tiempos de Carlos III. Gaspar Melchor de Jovellanos fue enviado a Moscú en calidad de embajador plenipotenciario para rebajar tensiones y cerrar un acuerdo que, con las 13 Colonias creando los futuros EE.UU., podría ser mejorado para ambas potencias. El comienzo del nuevo siglo sufrió un acercamiento, en este caso de parte de la España de Fernando VII, hacia el Zar Alejandro I, que como vencedor de las napoleónicas guerras quedó en el escenario europeo como el gran referente de las grandes monarquías.

El Deseado Indeseado no solo recurrió a Rusia para reconstruir su armada, lo que terminó en un desastre de dimensiones catastróficas, sino que pensó en el Zar como la solución a sus graves problemas con los liberales. Antes de recurrir a sus parientes ingleses para acabar con el Trienio Liberal, el Rey de España pidió al lejano Zar de Rusia que enviara él tropas a la península. Alejandro, cada vez más desquiciado por sus problemas internos, declinó con cortesía la invitación.

El Deseado Indeseado no solo recurrió a Rusia para reconstruir su armada, lo que terminó en un desastre de dimensiones catastróficas, sino que pensó en el Zar como la solución a sus problemas con los liberales

Con motivo de la subida al trono del Zar Alejandro II de Rusia (1856) reactivó los contactos, rotos desde la Primera Guerra Carlista, entre ambos países. El extravagante Duque de Osuna encargó de esta tarea como embajador en San Petersburgo, donde se ganó el afecto de la corte y realizó una gran actividad social, política y diplomática. Aunque hasta julio de 1858 no fue nombrado “enviado extraordinario y ministro plenipotenciario cerca del emperador de Rusia”, el propio Zar ya le concedió antes trato preferente solo por detrás del embajador de Francia. Asimismo, el impuso la Gran Cruz de la Orden Imperial de San Alejandro Nerki.

Español de la División Azul.+ infoEspañol de la Azul División.

Esas fechas coincidieron con el creciente interés de los intelectuales españoles por Rusia. En 1857, Juan Valera escribió ‘Cartas desde Rusia’ Durante su etapa como diplomático en Moscú y a lo largo de ese siglo las obras de Tolstói y Dostoievski consiguieron llegar a España a través, sobre todo, de traducciones francesas. Otro diplomático español, Julián Juderías, principal divulgador del concepto de “leyenda negra” vinculada a España, fue uno de los primeros en percatarse de los prejuicios irracionales que rodean a Rusia y que tanti tienen en común con su propio país.

A principios del siglo pasado, Juderías, que dominaba el ruso, denunció en ‘Rusia contemporánea’ (Madrid: Imp. Fortanet, 1904), una de sus primeras obras, la visión distorsionada que Europa tenía de este país debido a la influencia de la propaganda de Alemania, Francia y Gran Bretaña. Tiempo después hizo lo mismo con el caso español. Hay que mencionar también la labor de Sofía Casanova (1862-1958) en ABC divulgando con pelos y señales lo que estaba ocurriendo en Rusia.

Salvar al Zar como mar

Los vínculos familiares entre Alfonso XIII (su esposa Victoria Eugenia de Battenberg era prima hermana de la zarina y compartieron con ella desgracia de tener hijos hemofílicos) y la familia del Zar Nicolás II estrecharon a principios del siglo XX las relaciones entre ambas cortes, justo cuando el esfuerzo bélico exigido por la Gran Guerra golpeó de muerte a los Romanov, en el año 1917, despertando una fuerza tan destructiva como el comunismo.

Al igual que Alfonso XIII, el Zar, un loco del jerez español, no supo leer su tiempo, ni escuchó la gravedad de la revolución que acabó privando primero de su trono, luego de su libertad y finalmente de su vida. Sin conocer el destino de la familia asesinada por los bolcheviques, Alfonso XIII y su gobierno ofrecieron asilo al zar, concretamente para que se asentara en La Toja, la isla gallega que hoy aloja un balneario.

Los bolcheviques finalmente reconocieron la condena a muerte del Zar Nicolás II, al que el gobierno comunista consideró “culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos”. Sobre lo ocurrido al resto de sus familiares guardaron un conveniente silencio, lo que dio esperanzas a Alfonso de poder salvarlos. Lenin y sus camaradas usaron las negociaciones para arrancar a España un reconocimiento a la legitimidad de su gobierno a cambio de la libertad de la familia, algo que obviamente no estaban en disposición de cumplir. Alfonso XIII perdió la esperanza, pero no logró confirmar las noticias más tristes.

Yeltsin y Félix Pons Dandose la Mano.+ infoYeltsin y Félix Pons Dándose la Mano.

Todas las ideas sobre Rusia cambiaron con la Revolución. El miedo de unos al comunismo y la afición de otros a esta ideología sobredimensionó a nivel propagandístico lo que en España tuvo escasa trascendencia popular. Ni antes ni durante la Segunda República las fuerzas comunistas lograron grandes apoyos electorales, en parte para el PSOE, con representantes abiertamente marxistas, cubrían este espectro ideológico entre las masas. En las elecciones de 1933, el PCE solo consiguió un escaño, y en 1936 no pasó de ser la sexta fuerza más votada en un contexto donde crecieron todas las izquierdas. Si el comunismo ganó relevancia fue, sobre todo, por la decisión política de Largo Caballero de fusionar las juventudes socialistas y comunistas en las JSU (donde estaba Santiago Carrillo).

Borrón y cuenta nueva

Al estallar la Guerra Civil, la visión sobre Rusia se polarizó todavía más. La URSS de Stalin apoyó grandes remesas de oro a la Segunda República y trató de inmiscuirse en la política local. La propaganda franquista alentó el miedo a los soviéticos, ‘¡Que vienen los rusos!’, apoyó durante la Segunda Guerra Mundial el envío de españoles voluntarios a luchar en la llamada División Azul en territorio ruso. En esta misma lucha, fueron muchos los antiguos republicanos que, entre los 6.000 españoles refugiados en la Unión Soviética, lucharon en su ejército.

Final de la Eurocopa disputada entre España y Rusia.+ infoFinal de la Eurocopa disputada entre España y Rusia.

Tratos entre ambos países se restableció gradualmente a partir de 1963 y por completo en 1977. Franco desinterró de manera frecuente el fantasma de la URSS en clave nacional para justificar su papel internacional como aliado de EE.UU., pero incluso permitió cierta normalización. La final de la Eurocopa de 1964, que se disputó el 21 de junio de 1964 en el Estadio Santiago Bernabéu, enfrentó a España y la Unión Soviética con resultado favorable para la rojigualda. Los acontecimientos deportivos como este fueron los principales lugares de encuentro para ambos países durante esas décadas.

Con la desintegración de la URSS, España normalizó por completo las relaciones diplomáticas con la Federación Rusa independiente el 9 de diciembre de 1991. en España. Por su parte, el Rey Juan Carlos I visitó Rusia a lo largo de los siguientes años en un intento de mejorar los contactos económicos y culturales.

Desde 2014, las relaciones con España, al igual que con la UE, están pactadas por el conflicto de Rusia con Ucrania y por la presunta injerencia de Rusia en el Proceso de Cataluña. Frente a las afirmaciones de que Rusia es una amenaza en algún sentido para España, Vladimir Putin las tachó de “une nuevo disparate” y subrayó que los rusos aman a España. Según datos de 2021, en España viven 79.485 personas con nacionalidad rusa, lo que representa una cantidad muy inferior a los 112.034 ucranianas.