El Vaticano ilumina el árbol de Navidad y el belén de la plaza de San Pedro

Este sábado ha comenzado oficialmente la Navidad en el Vaticano con la tradicional ceremonia de encendido del árbol y del belén monumental en la plaza de San Pedro. Un momento mágico acompañado por los primeros villancicos que se escucharon este año en la ciudad del Papa. El encargado de pulsar el interruptor ha sido un niño de la region de donde procede el abeto, los Abruzos. Un instante después, se ha revelado la sorpresa y miles de luces blancas y amarillas “han encendido” el anochecer romano.

La lluvia en Roma ha impedido que la ceremonia se celebre en la misma plaza. La inauguración tuvo lugar a distancia, desde la gran sala de audiencias, en el Aula Pablo VI. Allí también esta mañana Francisco ha saludado a las autoridades que los han regalado, y ha visitado el elegante nacimiento ofrecido por Guatemala, que decorará el gran salón hasta el 8 de enero.

Francisco se ha acercado para contemplar cerca de las bellísimas figuras de la Sagrada Familia y de tres ángeles, talladas en madera y decoradas con un estilo barroco colonial.

“En su auténtica pobreza, el belén nos ayuda a redescubrir la verdadera riqueza de la Navidad, y a purificarnos de tantos aspectos que contaminan el paisaje navideño”, ha explicado el Papa. “Sencillo y familiar, el belén recuerda una Navidad diferente a la consumista y comercial; y lo bueno que es apreciar los momentos de silencio y oración en nuestros días, a menudo abrumados por las prisas”, ha añadido.

Un conflicto local

El Papa también ha dado las gracias a quienes han regalado el abeto gigante que illuminará la Navidad del Vaticano. El regalo provocó un conflicto local, porque en principio iban a llevar a cabo a San Pedro un ejemplo de 200 años de edad que estaba en un área protegida. Para evitar polémicas, la comarca optó por un gigantesco ejemplar de 62 años y 26 metros de altitud, cultivado en vivero.

Además de las millas de luces que lo iluminan, está adornado con estrellas de color dorado, verde y rojo realizadas por pacientes de un centro psiquiátrico y de una residencia de ancianos.

“El árbol, con sus luces, nos recuerda a Jesús que viene a iluminar nuestra oscuridad, nuestra existencia a menudo encerrada en la sombra del pecado, del miedo, del dolor”, ha destacado el Papa. “Igual que los árboles, también las personas necesitan raíces. Sólo el que está arraigado en buena tierra, permanece firme, crece, ‘madura’, resiste los venus que lo sacuden y se convierte en un punto de referencia para los que lo miran. Es importante mantener las raíces, tanto en la vida como en la fe”, ha explicado.

Este año, el pesebre de la plaza de San Pedro procede de los Alpes italianos. Está bajo el obelisco, es de madera de cedro, tallada a mano en Sutrio, en la región de Friuli Venezia Giulia. El Vaticano asegura que para hacerlo “no se han talado árboles, pues la madera procede de talas planificadas por jardineros que se ocupan de los jardines públicos o privados, donde se plantaron cedros hace más de cien años”.

Es una escena muy evocadora, pues además de pastores y reyes magos, hay un carpintero, una tejedora y un commerciante que lleva sus productos en un baúl. Han preparado también figuras simbólicas que se acercan al portal, como niños, una familia fundida en un abrazo, o un hombre ayuda a otro a levantarse.