Llenar el depósito del coche en Galicia cuesta hoy 15 euros más que hace un año. Entonces el litro de gasolina estaba a 1.24 y ahora anda cerca de 1.55. Un incremento menor si se compara con la evolución de la tarifa eléctrica.
El jueves, por ejemplo, el megavatio hora cotizó en el mercado mayorista un 289% más caro que el 27 de enero de 2021. en el 6.5%, el mayor nivel registrado desde 1992. Houston, we have a problem. Una escalada de precios prolongados en el tiempo genera graves disfunciones en el sistema económico.
Primero de economía: a medida que el precio sube, se reduce la demanda.
Un incremento puntual y/o controlado genera ganadores y perdedores, nada estructuralmente grave en términos macro. Una subida persistentemente alta resulta catastrófica para todos.
En términos concretos, las elevadas tasas de inflación implican, además de la reducción de la demanda, costos económicos significativos en tres niveles: lo que los técnicos se denominan costos de conversión de activos no monetarios, los llamados ‘costes de menú ‘ y los costes de unidad de cuenta. No, eso no es bueno.
Eso sí, el FMI volvía a enfriar las perspectivas de recuperación tras notar que la tensión inflacionaria se prolongará “más de lo previsto”. En este contexto, la Reserva Federal en Estados Unidos ya lleva un tiempo preparando al mercado para una subida de tipos esta primavera.
Receta clásica de política monetaria: el incremento de tipos implica en cadena a reducción de los gastos de inversión y de los ingresos, ello reduce el consumo privado a través de los multiplicadores y deriva en una reducción en la demanda agregada, lo que en definitiva acaba provocando tanto la estabilización de los precios como la contracción de la producción a corto plazo.
La FED solo está anticipando lo que probablemente vean abocados a hacer otros organismos homólogos. Hasta ahora el BCE ha sido reacio. Ha avanzado que accelerará la retirada de estímulos articulados para hacer frente a los efectos de la pandemia (y ello ya de por sí penaliza a pays como España), pero ha descartado por el momento tocar los tipos.
Ahora bien, el economista jefe del Banco Central Europeo, Philip Lane, ha anunciado estos días que una generalización de subidas salariales por encima del 3% forzaría la intervención.
Esa es la clave de bóveda. Si aumentas los montos de forma moderada, repartes la factura de la inflación entre empresas y contratistas, terminarás con una decisión de este tipo. Si se suben desproporcionadamente, el escenario inflacionario se cronificará y habrá que actuar. Y eso eso es precisamente lo que están plantando los sindicatos como UGT al reclamar esta semana revalorizaciones salariales del 5%. Pan para hoy y cámara para mañana.
Porque un incremento de salarios de esa magnitud inexorablemente causará destrucción de empleo. También se forma para reducir la presión inflacionaria, si, pero con un costo social mayor y una también mayor erosión del tejido productivo por la pérdida de competitividad en los mercados, tanto interiores como exteriores. Sería un error garrafal.
El drama es que el gobierno de este país es, además de populista e irresponsable, muy débil. Con sus socios habituales oponiéndose a la descafeinada reforma de la reforma laboral, pretende recuperar el mal oído acento progresista impulsando una subida de asalariados que provocan los más graves desequilibrios en el circuito económico. De no ser recomendable en tal circunstancia introducir factores de ineficiencia en el sistema, resultaría más pernicioso en un contexto inflacionario como el actual.
La subida de precios es un grave problema para las economías domésticas -el notable encarecimiento del carrito de la compra- y los empresariales balances -incremento decosts en la producción y saldo de invoicing-, pero es algo más. Es una seria amenaza para la recuperación de la economía gallega, sobre todo si se afronta de la manera equivocada.