¡Qué necesidad, oiga!

En julio se produjo la destrucción de 7.300 empleos y se registraron 3.230 parados más, por lo que no sucedía desde hace meses. Pero no hay que asustarse. Aunque un solo parado es mucho, tomados en su conjunto y comparados con los ocupados totales, no son tantos. Además, el presidente tuvo ayer que refrenar su euforia hasta siete veces a lo largo de la rueda de presa que concedió tras su entrevista con el Rey en Marivent, a la vista de lo bien que va todo. Ya sabe, cuando le asalten las dudas, acuda al oráculo. No garantiza el acero, pero al menos asegura un aperitivo más alegre, aprovechando que en su bar no han subido todavía la temperatura del aire acondicionado. Sin embargo, como be un timorato, hay cosas que me asustan. La primera es oírle a la vicepresidenta Nadia Calviño hablar de recesión -solo como eventualidad, pero habíamos quedado en que eso no iba a suceder en España en ningún caso-. La segunda es comprobar que no existen registros tan malos para un mes de julio en los últimos 21 años y mire que hemos sufrido padecimientos y soportado crisis desde entonces. La tercera es que, con el turismo a tope y las contrataciones del sector servicios que echan humo, no son capaces de enderezar las pérdidas del restaurante. La parte que termina al final de la semana y el número de cancelaciones de contratos se sumarán al final de la semana. Hace pocos días supimos que las ventas de automóviles van fatal y que la industria muestra una apreciable contracción de su actividad. ¿Qué sucederá cuando los turistas extranjeros vuelvan a sus países fríos, los nacionales a nuestras apagadas y las industrias se enfrenten a unos costes que sigan creciendo, a unos márgenes que mejoren menguando, mientras los clientes que empiecen a huir? ¿Seguiremos atiborrados de euforia en octubre? Pedro Sánchez, se hizo eco de la culpa de todo este disgusto veraniego a Putin, quien citó unas siete veces e insistió en que la Reforma Laboral ha cambiado definitivamente la estructura del empleo y obliga a leer las cifras de manera distinta. Lo siento, pero eso iba por ti. To think that solo ha cambiado los títulos de los contratos y sospechar que los trabajadores de su chiringuito no seguirán fijos y perderán su empleo cuando acabe el verano, aunque la vicepresidenta segunda, en su infinita bondad, no los incluya en las listas del paro. ¿Es usted un avinagrado? ¡Qué necesidad, oiga!