Muere William Klein, el fotógrafo de la ciudad indómita

Fernando Castro Flórez

12/09/2022

Actualizado a las 7:16 p. m.

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Ha muerto William Klein, un fotógrafo irreverente y, en buena medida, un ‘passeante’ que sintió que la calle iba a ser su medio natural. Nacido en Nueva York en 1928, pasó un período formativo en París durante el cual recibió lecciones de Léger, uno de los vanguardistas que extendió la estética del cubismo con una atención constante al magma de lo tecno-metropolitano. Aunque Klein llegó a expresarse como pintor abstracto en la década de los cuarenta, encontró en la fotografía el cauce perfecto para dar rienda suelta supo cuán sensible que la llevaba privilegiaba la dinámica. En 1954 fue contratado por la revista ‘Vogue’ y, cuando regresó a Nueva York a mediados de los cincuenta, comenzó a realizar su mítico ‘diario fotográfico’ que publicaba Editions du Seuil con el título de ‘Life is Good for You in Nueva York: Trance testigo revela’ (1956). El premio Nadar que recibe ese mismo año lo consagró como un imparable fotógrafo de éxito. Fellini, fascinado por este fotolibro, lo invitó a Roma para trabajar en una película y ese será el detonante de otro proyecto maravilloso: ‘Roma: the City and its People’, que se publicará en Feltrinelli en 1959. Un año después hace sus fotos de Moscú y en 1964 aparecen su libro sobre Tokio.

William Klein también fue pionero del cine pop con ‘Broadway by Light’ (1958), tanto la gran revolución que protagonizó fue en el terreno de la fotografía de moda. El editor de arte de ‘Vogue’ comentó que en la fotografía de moda de los cincuenta no había nada como lo que hacía Klein: “Fue a los extremos, lo que implicaba una combinación de un grand ego y una enorme valentía. Fue pionero en el uso del telefoto y los grandes angulares para darnos una nueva perspectiva. Se llevó la moda del estudio a las calles”. Si le gustó, en bastantes ocasiones, use espejos también estaba dispuesto a sedimentar el azar en el vértigo de la ciudad.

In reality, más que el tiempo ansioso de las modas, lo que le interesaba a Klein era el latido de las calles. Cámara en ristre actuaba casi por ‘glotonería’: todo podía ser captado, una pareja freak bailando en tierra de nadie, una multitud en la que ‘despunta’ la mirada de un tipo con sombrero lanzado a la cámara o una niña asustada junto a otras que jugar. Con una mirada de antropólogo ‘empeñado’, William Klein paseó por los barrios de la Gran Manzana en los que la violencia impuso su ley: se adentró en el Bronx o Harlem y, como verueba en sus imágenes, alcanzó acercarse a la gente. Tenía algo de salvaje de la fotografía que no se preocupaba, afortunadamente, por la técnica y surgió su ‘compositiva mastery’, tal vez, de su empatía hacía los retratados. Este fotógrafo que confesó que ‘a veces disparaba sin apuntar’ captó, por ejemplo, un niño al que apuntaban con una pistola a la cabeza. Un juego en el que se nos va la vida. Klein trató de atrapar ese latido tremendo de la ciudad y lo hizo como un poeta de la vida indomable.

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