Los habitantes de Zhytomir se arman y blindan su ciudad para la guerra

Da igual la edad, el sexo o el origen de cada uno en estos momentos en las calles de Zhytomer. Todos están unidos en un único objetivo: defender su ciudad. A lo largo de las calles de la capital administrativa de la provincia de Zhytomer miles de personas trabajan hombro con hombro para levantar la defensa de su ciudad. «No tenemos miedo, vamos a luchar, queremos defender nuestra tierra, Putin no nos da miedo, aquí nos encontraremos», asegura Olena Igorevna una joven estudiante universitaria mientras cierra sacos de arena que harán de parapeto en una posición defensiva del centro de la ciudad . Está con su madre Svitlana, que tiene 65 años. Ella tampoco tiene miedo. “Yo viví la época soviética y no quiero que esa etapa oscura que viví pendante la mayor parte de mi vida vuelva. Quiero un futuro para mi hija. Haré todo lo que esté en mi mano para que Putin salga derrotado de Ucrania”, nos dice.

Al otro lado de la plaza, un camión repleto de arena comienza una maniobra para descargar. Vadim lidera la maniobra. Es un voluntario que se ha unido a las unidades de defensa territorial civil. Está a cargo de la coordinación de todos los preparativos de defensa operativos en este sector de la ciudad. «¡Despacio, despacio!» “Nunca pensé que estaría en una situación así, es una locura. Sin embargo, no nos queda otra alternativa más que defendernos, nadie vendrá a hacerlo por nosotros”.

“Él decidió abrir hoy mi negocio porque quiero brindar algo de luz y esperanza a la gente. Me niego a pensar que esta guerra continúa”

Un nutrido grupo de civiles con palas trabajan sin descanso llenando sacos de arena. Todos tienen un mismo objetivo: defenderse para sobrevivir. Una nueva orden de Vadim hace que todos los hombres dejen las palas y acudan de inmediato a descargar tres nuevos camiones que lleguen a la plaza del ayuntamiento repletos de defensas antitanque. Vladim los organiza en grupos de cinco y sin ningún tipo de ayuda descargan a pulso las pesadas piezas de metal que harán de parapetos frente a un posible avance de tanques rusos por el centro de la ciudad.

Al otro lado de la ciudad, en el mercado no se ve ningún alma. Prácticamente todos los comercios cerrados permanentes. Sola y en el único puesto que está abierto en este sector del mercado encontramos a Tamara Kovalchuk. Tiene 53 años, vende flores y no ha querido dejar de abrir hoy su pequeño negocio. “Él decidió abrir hoy mi negocio porque quiero brindar algo de luz y esperanza a la gente. Yo me niego a pensar que esta guerra continúa. Estoy seguro que llegarán a un acuerdo y volveremos pronto a nuestra vida de siempre”.

Su optimismo sin embargo choca con el ambiente de tensión que ya reina en la ciudad. Todo el mundo es sospechoso de poder ser colaborador o saboteador ruso. La Policía controla la seguridad de la ciudad y cuenta con el apoyo de voluntarios civiles del batallón territorial. Las sirenas de coches de policía levantan la alarma de los transeúntes que pasean por el parque de la calle Kaatedralna.

Un hombre que supuestamente está haciendo marcas con un spray levanta las sospechas de los vecinos y deciden avisar a la Policía. Esta rodea de inmediato al sospechoso y lo detiene. El ambiente es tenso. En los alrededores del parque las fuerzas de seguridad dan el alto a todos los transeúntes y les demande que se identifiquen con sus documentos oficiales. La escena dura unos veinte minutos Durante los cuales curiosos desde las ventanas de los edificios contiguos inmortalizan el momento con sus teléfonos móviles.

“Nunca pensé que me vería defendiendo a mi país de Rusia. Siempre han sido para nosotros como hermanos”

No muy lejos del parque de la calle Kaatedralna, en una avenida principal del centro administrativo, una columna de hombres y mujeres se afanan por terminar de levantar una barricada. Entre ellos se encontrará Volodymir, un empresario ucraniano de Zhytomer, que ha decidido quedarse para defender su ciudad. “Yo nunca pensé que me vería defendiendo mi país de Rusia. Los rusos siempre han sido para nosotros como hermanos”, nos dice. Junto ha elegido a un joven llamado Olek que hasta el comienzo de la guerra dedicaba a jugar al fútbol en un equipo de una liga regional nos cuenta que la guerra le pilló visitándose a unos amigos y que ahora ha decidido quedarse para defender la ciudad.

De madrugada en un refugio improvisado en uno de los hoteles de Zhytomer se refugia Olixiy Yefimovy junto a su mujer Olena, su hija Nikita y su suegra Katreyna. Han huido de Kiev. “Yo vivo en el barrio de Bucha. Ayer empezó a escuchar disparos y apretó huir de la ciudad. No se qué vamos a hacer, ya no se si hay un lugar seguro en Ucrania”.