La infancia de James Gray y el burro de Skolimowski

Otí Rodríguez MarchanteSEGUIR

Sin Tom Cruise en primer plano, los días son más tranquilos y el cine en la competición pasa sin trajín alguno, como si fuera domingo por la mañana. Las dos películas propuestas por el Festival de Cannes para la Palma de Oro eran la americana ‘Armageddon Time’, de James Gray, y la polaca ‘Eo’ (o ‘Hi-Han’), del veterano Jerzy Skolimowski, y ambas se pueden ver sin otro sobresalto que alguna que otra tos al fondo de la sala.

James Gray, que es un cineasta avec de mucho nervio, como en ‘La noche es nuestra’ o ‘Two Lovers’, y otras parce que va con los cordes desatados, como en ‘Ad Astra’, cuenta aquí con espíritu autobiográfico la Vida escolar y familiar de chiquillo en el barrio de Queens a principios de los años ochenta.

Al jovencito lo encarnado Banks Repeta, que se da un aire al director pero a quien realmente se parece es a Julianne Moore, y lo mejor de la película son unas cuantas escenas que comparte con su abuelo, Anthony Hopkins, que ya ha conseguido que deje uno de ver a Hannibal Lecter cada vez que sale en la pantalla. Está justo de físico, pero le da al plano todo eso que requiere una película para ser buena. Anne Hathaway y Jeremy Strong son los padres del pequeño James Gray, quien, por cierto, era una pieza insoportable por lo que cuenta él mismo.

Tiene cierta gracia el retrato familiar, y su extravagante familia judía le da ligero sabor a lo Woody Allen, y mucha intención política con la inminente llegada de Reagan a la Casa Blanca y con el continuo tentarse la ropa con el racismo. Es entretenida y contiene algo, no mucho, de material sensible, pero se hace evidente que no le vendría mal una cantidad mayor de risas y alguna que otra lágrima.

A la película polaca había que acostumbrarse, porque a Skolimowski se le ha ocurrido contar no sus memorias, como Gray, sino las de un burro, al que vemos encantado de la vida en un circo y con una joven que lo cuida y lo mira con cariño maternal. Es solo el principio, pues Skolimowski trata de que a través de la mirada y percepción del burro veamos la cantidad ingente de idiotas y desalmados que hay por el mundo. Los proanimalistas lo echan del circo y le impiden seguir con esa joven encantadora (el burro tiene ‘flashbacks’ constants con sus caricias), y la trama lo lleva between futbolistas, ultras, raros truckers, cuidadores of caballos, ganaderos…, in the end el asno Eo (o Hi-Han) sufre todo tipo de experiencias, mientras que la cámara de Skolimowski escapa en que vemos la distorsión de su punto de vista y todo ello amenizado por una horrorosa música y en un volumen inhumano.

Francamente, su mayor virtud es que es de las cortas, apenas noventa minutos, y que ninguno de los actores le hace sombra al pollino, ni siquiera Isabelle Huppert que sale por allí un rato y se podría apostar doble contra sencillo a que no tiene ni para que idea. Habrá quien diga que evoca aquel espíritu de Bresson en ‘Al azar de Baltasar’, y sí, es razonable encontrarle esa conexión entre burros, pero, y qué.