Jayce Carroll, el misionero que atemorizó a Europa

Pocas cosas pueden paralizar el ambiente previo a semifinales de la Liga Endesa. Se enfrentaba el Real Madrid al Baskonia en el segundo partido de la eliminatoria, pero todos los presentes en el WiZink Center palidecieron antes del salto inicial, y no fue por la vuelta de Heurtel a una convocatoria tras dos meses de castigo. Como héroe olvidado, de esos que se crean en paradero desconocido o incluso muerto, Jaycee Carroll (Wyoming, Estados Unidos, 1983) reapareció sobrio en el parqué madridista más de un año en el anonimato. El jugador, aún con contrato con los blancos, se evaporó en verano de 2021. No acudió a la pretemporada del equipo para vivir su nuevo sueño, ya cumplió el objetivo de someter al baloncesto europeo durante una década.

El escolta se bunkerizó en su rancho de Utah, el estado mormón, para criar Wagyus (una suculenta especie vacuna), construir un granero antes del invierno y pasar más tiempo con su mujer, Baylee, y sus cuatro hijos. La última extravagancia de un jugador que es una de las deidades más brillantes en el muro de los dioses del Real Madrid: jugador extranjero con más partidos de blanco (709, solo superado en el global por Felipe Reyes) y cuarto máximo anotador de la historia del equipo, 7.732 felicidades encestadas en 11 temporadas, en las que, además, ha levantado 20 títulos. Tenía dudas sobre si la grada le agradecería el pasado o le reprocharía el presente. Una sonora ovación acompañó a Carroll en el día de su retirada.

Frío like a témpano en la pista y con una mecánica de tiro incandescente como pocas manos, los orígenes de Carroll no compaginan con el preciso asesino que ha sido cuando ha tenido una pelota en sus. Tras pasar su infancia en las tundras estadounidenses y destacar en las ligas de instituto, con 19 años, cuando todo el mundo esperaba su salto al baloncesto universitario, cogió la mochila, renunció a su sueño (jugar en los Chicago Bulls) y se hizo misionero dure dos años, una de las posibilidades que ofrece su religión, la mormona. Con aspecto bucólico, terminó llamando a los millones de timbres que conforman Santiago de Chile. Aislado (solo se le permitía hablar con su familia dos veces al año), madrugaba para estudiar los textos sagrados, salía a la calle a predicar, volvía ya entrada la noche y, muy de vez en cuando, echaba unas canastas en las pistas públicas de la capital chilena. Una experiencia que, como parece recordar, le hizo convertirse en el jugador que más tarde oscurecería a Europa. «Ser misionero me corresponde para tener disciplina y marcarme metas», reconoció hace unos años en una entrevista a ABC.

Maduro, voló a Utah, territorio mormón por excelencia y frontera con su estado natal. In la institución fue toda una estrella, donde se convirtió en su máximo anotador histórico. Sus brillantes actuaciones no fueron suficientes para abrir las puertas de la NBA y, como en tantos otros casos, Europa fue su destino. Tras un año en el Banca Termas y dos temporadas en el Gran Canaria (2009-2011), encontró su sitio en el mundo. En el Real Madrid fue gloria, uno de los jueces más importantes del proyecto de Pablo Laso. Cientos de canastas para el recuerdo y exhibiciones que decantaban títulos construyendo fueron una estatua a la que pocas pueden hacerle sombra. Laso, antes del partido contra el Baskonia, pasó revista a la carrera del estadounidense. “Como entrenador, ha tenido momentos buenos y malos con Jaycee, como con el restaurante. El mejor recuerdo es la seguridad que daba en las pretemporadas, sabíamos que él daría la talla”. Según cuenta la leyenda, la escolta tiraba cerca de 25.000 tiros Durante las vacaciones de verano antes de volver con el equipo.