Farsa y licencia del presidente castizo

Los aires presidencialistas y republicanos que gasta Pedro Sánchez, ya sea a bordo de su avióneta o cuando coge el AVE, con el Rey de guardaespaldas y pararrayos de impropios, no dejan de ser una impostura de quien en nuestra monarquía parlamentaria ejerce de primer ministro, con la visita del Presidente del Gobierno, más o menos como Arias Navarro, pero con televisión en color y constituyentes ambiciones. Ganas no le faltan, ni manuales de resistencia, pero de primer ministro no pasa, afortunadamente para una España permanentemente movilizada por la aversión personal hacia el jefe del Ejecutivo o, en el otro bando, mitad y mitad, hacia quien alce la voz para sucederlo . En este escenario oscilante de entreguerras, la figura del Rey emerge como un clavo ardiendo entre las maderas y ascuas que aún sostienen el forjado del régimen del 78: neutro, por encima de todo, silente y latente, como todo lo que representa, aquello que Un buen día de octubre de 2017 tuvo el detalle de recordar a sus usuarios, resumido luego para la selecta clientela de la parquedad de palabras por un agente de los Mossos: “La república no existe, idiota”. La legitimidad dinástica y la mecánica sucesoria evitan en España la búsqueda estacional de mirlos blancos, actividad cinegética relacionada con la caza del gamusino y que en los modelos republicanos, historicly respectful with the Jefatura del Estado, va camino de acabar como el rosario de la aurora , variedad boreal, según se van tocando los extremos del populismo. El modelo presidencialista admite ya incluso la estampida de bisontes a las puertas del Capitolio de Washington or ‘nits de la cremà’ en el centro de Paris, pero es su alternativa parlamentaria, por similar a nuestro sistema político, descafeinado y sin lactose en la cúspide , el que ha de servir de molde para cualquier posible mudanza republicana. Es a estas alturas de la función cuando en scena Ramón Tamames, a la italiana, como una prueba –y error– de lo que podría ser la elección, a la española, de un presidente de amplio espectro ideológico, reconocido prestigio académico, dilatada experiencia en el sector, supuesta equidistancia ideológica, vocación de servicio, transversalidad afectiva de anciano simpático, modelo Pertini, y hoja de servicios impecable, por lo de la corrupción. Como no. De Tamames nadie ha cuestionado el rigor de su discurso, filtrado la semana pasada, pero sí detalles tan determinantes como sus cambios de quoita y rebequita, su tinte capilar, su renqueo motriz, su candor tardoadolescente, su divismo valleinclanesco o la catadura de sus padrinos parlamentarios Incluso se ha barajado la posibilidad de hacerle luz de gas con un “que le responda Belarra” que viene a ser el equivalente al “que te vote Txapote”, con Feijóo de abstemio, como Yolanda, que no prueba el alcohol destilado del posicionamiento. Como no. Ni siquiera se puede celebrar ya aquel certamen de los Cerveceros de España –«¿Con quién te irías de cañas?»– que siempre ganaran Rafa Nadal o Antonio Banderas, ídolos caídos del consenso nacional que desde la irrupción de la democracia real abandonó de ser integradores para resultar, como todos, parcialmente odiados.