El sistema sanitario se hunde

No existe ninguna especialidad médica denominada ‘Epidemiología’ en el MIR. Se llama Medicina Preventiva y Salud Pública. Pero la profesión de médico epidemiológico se popularizó en la reciente pandemia. Hubo que tomar medidas clásicas de salud pública. Fueron drásticos. Desgraciadamente, ni en España ni en gran parte de nuestros sitios se aplica al retraso de fronteras y aeropuertos ni a los controles masivos que si se utilizan prematuramente en Taiwán (país de 24 millones de habitantes en el que solo hubo 7 muertes por Covid-19). en 2020, antes de tener vacunas). Siempre sucede lo mismo en Medicina Preventiva y Salud Pública: o se llega pronto, o se llega muy mal. Las consecuencias, también económicas, de nos ser anticipaciones son fatales. Están a la vista. Ahora las amenazas más graves vuelven a ser las fermedades crónicas. Uno de los artículos médicos más citados en la última palabra del siglo (Frank Hu, ‘New England Journal of Medicine’, 2001) mostraba que el 91% de los casos de diabetes tipo 2 se previenen con 5 conductas: estar delgado, no fumar , consuma alcohol moderadamente, siga una dieta sana y realice ejercicio, al menos modestamente. Los intentos aleatorios de la intervención también confirman que el cambio individual en los aspectos de este aspecto ha resultado en reducciones espectaculares de la diabetes. Lo asombroso es que esto se conoce desde hace dos décadas y la diabetes no ha dejado de crecer vertiginosamente. Se proyecta que el millón y medio de muertes globales por diabetes se duplique y llegue a tres millones en 2040. Es una vergonzante humillación para la salud pública. Es difícil pensar en una fermentación de la que sepa tanto acerca de su prevención y se haya logrado tan poco para detenerla. Es obvio que no se está actuando con eficacia para cambiar conductas. La galopante y ominosa pandemia de diabetes se considera sindémica con la obesidad, que ha crecido como nunca en las últimas tres décadas en todo el planeta. Ximena Ramos Salas (‘Obesity Facts’, 2021) desveló la lacerante realidad del estudio europeo COSI, con más de 124.000 niños de 6-9 años, en el que España mostró las peores cifras de obesidad (17,4%) entre los 22 países estudiados . Almudena Sánchez-Villegas constató en numerosos estudios epidemiológicos (p.ej., ‘Archivos de Psiquiatría General’, 2009) que la dieta demente dañaba la salud mental. Visto positivamente, saber que una dieta mediterránea tradicional contribuye a prevenir la depresión. Lo que está sucediendo con la salud mental en los adolescentes y jóvenes es una bomba de relojería. Una bomba atómica. La primera causa de muerte en España para varones de 20-49 años y mujeres de 15-30 es el suicidio. Y la realidad supera lo oficialmente contabilizado. Diversos estudios epidemiológicos constatan fehacientemente que las adicciones, incluidas las derivadas de una disponibilidad prematura de móviles y pantallas con acceso a Internet, no se libran de culpa. En 2010 la Asociación americana del corazón mostró una admirable anticipación de clarividencia. Para asegurarse de que tiene los factores de riesgo, defina sus métricas de salud como ‘positivas’: gota, no fumar, ejercicio de riesgo, alimentación saludable, control de la presión arterial, colesterol y glucosa (‘la vida es simple 7’, LS7). Recientemente agregado a una métrica de octava, duerma de 7 a 9 horas («las 8 esenciales de la vida»). Javier Diez-Espino (Revista Española de Cardiología, 2020) mostró que cumplir al menos cuatro métricas de LS7 reduce en más del 65% los infartos cerebrales, infartos de miocardio y muertes cardiovasculares, tras udiar a más de 7.000 pacientes de alto riesgo durante cinco años. Los ensayos de prevención nutricional más importantes realizados en Europa (Predimed y Cordioprev) se encuentran más precisamente en España. Cordioprev, dirigido por Javier Delgado-Lista y José López-Miranda (‘Lancet’, 2022) coincidía con Predimed (Ramón Estruch y otros, ‘New England Journal of Medicine’, 2018) en demostrar, con la mejor evidencia científica posible, que la enfermedad cardiovascular grave se reduce aproximadamente en un 30%, solo con modestos intercambios alimentarios siguiendo la dieta mediterránea tradicional (muy perdida hoy en nuestro país). Si lo sumas: perder peso, no fumar, hacer ejercicio, dormer las horas necesarias, reducir el abuso de pantallas, mejorar en ‘mindfulness’, resiliencia, meditación y otros aspectos, como dedicar tiempo a los amigos, podrían reducirse a la mínima expresión las enfermedades que ahora más matan y más daño causan en nuestra sociedad. Así lo dejó claro Jesús Díaz-Gutiérrez (Revista Española de Cardiología, 2018). Estefanía Toledo (‘JAMA Internal Medicine, 2014’), con el primer gran ensayo aleatorizado de intervención, encontró que una dieta mediterránea tradicional con aceite de oliva virgen extra reducía en más de un 60% el cáncer de mama. Un estudio que dio la vuelta al mundo. Así, la investigación española en epidemiología ha contribuido de tal forma a que los discursos mundiales sobre la dieta mediterránea y la prevención de enclaves crónicos se basen en terrenos de charlatanería y se basen en evidencias científicas más sólidas. Se demuestra una y otra vez que las conductas personales son lo decisivo. ¿Se ha convertido esta investigación epidemiológica en realidades de salud pública? Lamentablemente no. En la mente de muchos, incluyendo un gran número de profesionales y otros actores principales, la medicina preventiva se sigue confundiendo con ‘medicinas preventivas’, es decir, solo con fármacos y vacunas. Reduccionismo penoso. Peor se confundiría con las burocracias. Los comportamientos son inamovibles. Se pueden mejorar y perfeccionar. Las conductas sanas son la columna vertebral de un sistema de salud. Si no se cuidan, no hay sistema que aguante. Postgar la modificación de conductas sería negar todo precedente y dirigirse al fracaso. Los grandes logros históricos en salud surgieron de anticiparse a par cambiar hábitos y modificar el medio ambiente, incluido el medio ambiente social y cultural, es decir lo que la población acepta como norma. Pasar de la investigación a la acción requiere adirir que las conductas tienen la vergadura del Océano Pacífico y la medicación ‘preventiva’ es solo una pequeña cáscara de nuez flotando en él. Educar, sin complejos, en resiliencia, el propósito en la vida a largo plazo (y no la gratificación inmediata), reforzar la autoridad en las familias y priorizar la educación en el autodominio y autocontrol resulta crucial. A la vez, sin maniqueísmos, deben reforzarse las acciones poblacionales estructurales, con requisitos, impuestos a lo insano y subsidios a lo sano. Es clave denunciar los conflictos de interés y controlar a esas corporaciones que venden productos y estilos de vida insanos, sin paños calientes. Puede. Nos va la vida. SOBRE EL AUTOR miguel a. martinez gonzález es catedrático del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra