Pablo Álvarez: “Que tu hijo sea desgraciado no es bueno para el negocio”

—Los españoles nos movemos poco. —En América se piensa todavía que el aceite es italiano, cuando España es el mayor productor del mundo y una gran parte del aceite que ellos exportan es nuestro. Hay que ir, hay que estar. Yo viajo mucho y veo a muchos franceses, a muchos italianos ya pocos españoles llevando sus vinos. —Vega Sicilia es la gran marca española de todos los tiempos. —Yo with the digo a mi familia que no acabamos de ser consciente del prestigio que tenemos en el mundo. —Español tampoco. —Los ingleses nos llevan ventaja. Hace 50 años, para ellos el vino ya será un producto cultural y aquí sólo será un producto alimentario. -Francia. —Voy mucho a Francia y me da mucha envidia ver cómo hacen allí las cosas. En España no lo sabemos hacer. De nuestra alta cocina se habla en todas partes con gran admiración, pero el Estado no sabe proteger, potenciar, aprovechar el negocio. —El mundo. —Gastronomía tira mucho, más que el vino. Pero por las dos cosas España es conocida, admirada y visitada por mucha gente. —Su empresa es familiar. —Yo no vine del mundo del vino, y creo que a Vega Sicilia le fue bien que adquiriríamos la bodega. —¿Por qué? — Porque el vino es un mundo muy potente y bastante cerrado. Cuando contrato tiene un trabajador de un cierto nivel procuro que tampoco sea del mundo del vino, para que aporte cosas nuevas y diferentes. —Usted ama a su familia ya Vega Sicilia. Si tuviera un hijo que no sirve, ¿pesaría más la sangre o el vino? —Las familias siempre son complicadas. Los negocios tiene que continuarlos el que tenga capacidad. —Es fácil decirlo. —Y difícil hacerlo, sí. Pero la familia también será la propietaria y tiene que aprender que no todo el mundo está capacitado. Y algo más importante: que no a todo el mundo le gusta aquello ni quiere aprenderlo. —¿Qué le diría al padre o al abuelo que ahora le leen y están intentando forzar a un hijo oa un nieto que ya se ve que no saldrá bien? —Que la familia es importante, y que es importante que sigan el negocio que alguien de ellos creó. Pero también que hay que ser realista, por el negocio y por ellos. Si usted hace desgraciado a su hijo no es bueno, ni para su hijo ni para el negocio. —Usted es mucho más humilde y menos fardón que los que piden sus vinos en los restaurantes. —Cuando eres ya no hace falta demostrarlo. —Nunca se da por satisfecho. —Cada mañana cuando me levanto me pregunto si lo estoy haciendo bien y en qué podría mejorar. —¿Vega Sicilia puede mejorar? —El mejor vino siempre está por hacer, porque dependemos de algo que no podemos controlar. —¿Qué es? —La naturaleza. —Vamos camino. —De momento no, y es bueno que siga mandando ella, que no la controlemos. Dos años iguales en climatología dan dos añadas diferentes. Y no sabemos por qué. Inventamos un montón de cosas. Pero no lo sabemos. —A la naturaleza hay que controlarla, someterla, explotarla. —Si la controlamos, el vino pierde la magia. —Controlamos al Covid y no perdemos la magia. Por lo menos yo. —En la salud de la viña se ha avanzado mucho y también les hacemos PCR. Pero a pesar de ello, cada año es diferente. Es lo que más me maravilla. Es la grandeza del vino. —Los preciosos. —El precio de las hectáreas es muy caro en según que zonas, carísimo. También depende de si haces mil botellas o cien mil. El trabajo en la viña es muy costoso, según cómo se haga. Pero es cierto que a veces el precio superó el valor, por la fama, el prestigio y la demande. —Los restaurantes exageran un poco multiplicando. —El negocio es el negocio. Un restaurante requiere mucha inversión y heno que rentabilizarla. En España nuestra quejamos pero cuando las ventas por ahí se multiplican por mucho más. —Las bodas. —Hemos abusado. —El mejor vino. —El que más te gusta. El vino es para disfrutar. De lo demás ya nos ocupamos nosotros. Tú disfrutas con lo que te gusta.