Charo Mendo es la máxima responsable de la parroquia de Guaza de Campos, un pueblo palentino de apenas sus habitantes. Se encarga de su limpieza, de abrirla y prepararla para cada celebración, de la catequesis de primera comunión y confirmación cuando hay candidatos, de Cáritas, y, en contacto con el párroco, de toda la parte administrativa. Hace años que el cura ya no vive en el pueblo. Reside en Palencia y es responsable de una unidad pastoral, solución que agrupa a varias parroquias. Charo también colaboró con esa unidad. Cada domingo, ayuda en la preparación participó en varias misas en pueblos muy diferentes. Apoya al coro, hace las lecturas, cuelga los carteles de las campañas pastorales, recoge las ofrendas, asiste al sacerdote en el altar… Ocasiones, cuando al párroco le es imposible acudir, ha sido ella quien le ha sustituido en la ceremonia del domingo, predicando la homilía y repartiendo la comunión. La de Charo, es la realidad de muchas mujeres en la Iglesia española. No sólo son la mayoría en las misas dominicales y en cada una de sus actividades, sino que se hacen imprescindibles para que la Iglesia católica siga viva y presente en buena parte de las parroquias de nuestro país. De hecho, the function of the mujer in the Iglesia ha sido una de las discusiones más recurrentes en los 14.000 grupos de trabajo que han preparado el Sínodo de la sinodalidad en España. En el documento final, enviado al Vaticano, vistió la necesidad de “repensar el papel de las mujeres en la Iglesia”. “Están desempeñando un papel fundamental en el día a día de la comunidad eclesial y deben poder asumirlo igualmente en los lugares y espacios en los que se toman las decisiones”, añade. Esta es, precisamente, una de las quejas de Charo y de buena parte de las mujeres implicadas en las parroquias españolas. Sin ellas, los templos no podrían abrir sus puertas pero a la hora de tomar decisiones importantes siguen siendo ninguneadas. “Nos valoran, lo que decimos se suele tener en cuenta, pero cuando hablamos de temas económicos se prioriza la perspectiva de los hombres”, explicó Mendo. “Si hay un gasto importante, o una obra, nos miran como si no fuéramos capaces de hablar con los albañiles. Ahí todavía se percibe el machismo”, añade. “Nos valoran, pero cuando hablamos de temas económicos se prioriza la perspectiva de los hombres” Charo Mendo Parroquia de Guaza de Campos Una idea que comparte Natividad de la Parte de los Ríos, de Herrera de Pisuerga, para quien “la mujer dentro está infravalorada de la Iglesia». Está muy implicada en su parroquia y hace poco ha percibido un cambio cuando el obispo de Palencia le ha pedido que integre en un grupo de trabajo que «se va a encargar de reflexionar y visualizar las líneas de por donde va à ir la diocese». Pero es consciente de que “en las parroquias, las únicas que se implican y están son las mujeres, las que sacan adelante las tareas, pero luego, a la hora de la verdad, han asumido un papel de acompañar y no tanto de cidir”. “Las mujeres deberíamos tener más potestad para decidir cosas, un mayor acompañamiento en la comunión, decisión sobre que temas trabajar y al organizar y participar más en la eucaristía”, explicó, a lamenta que “en muchos sitios todavía todo tiene que cribarse a través del párroco”. Coincidiendo con nuevo con el Sínodo, que reconocía que “el papel de la mujer en la Iglesia” era el tema que había tenido una mayor resonancia en el proceso, pero reclamaba como “imprescindible su presencia en los órganos de responsabilidad y decisión”. Una petición que no parece haber hecho realidad en los templos españoles. Si en las parroquias las mujeres es una mayoría comprometida pero silenciosa, cuando escalamos tiene un nivel superior, el diocesano, la situación cambia ligeramente. In an entorno copado todavía por sacerdotes, y en el que los laicos son minoritarios, el número de mujeres es mucho más reducido, pero paradójicamente aumenta su implicación en la toma de decisiones. Las que están —pocas— «tienen mando en plaza». Como muestra, el caso de Burgos, donde en julio el arzobispo anuncióba el nombramiento de María de la O Rilova como ecónoma de la diócesis. Se convirtió en la quinta mujer que encarga de las finanzas en una diócesis española. Carmen Lobato, responsable de las finanzas de Cádiz, es uno de los cinco ecónomas de las 70 diócesis españolas ABC Cinco mujeres en un total de 70 diócesis. Aunque es habitual encontrarlas —la mayoría religiosas— al mando de una delegación o comunicación diocesana, es mucho más extraño verlas en los “órganos de responsabilidad y decisión” como reclamar el Sínodo. Carmen Lobato, en Cádiz, es una excepción. Cuando entró a trabajar en el obispado en 2012 nunca pudo imaginar que en 2020 acabaría asumiendo las finanzas. “Para mí fue una sorpresa”, explicó. “Me lo tomé como un honor y, a la vez, como una gran responsabilidad porque me estaban entregando las llaves de la casa”, añade Lobato escucha que en Cádiz “no existe un techo de cristal para las mujeres” y como prueba pone su ejemplo propio. “Entré como abogada, me han conocido, me han visto trabajar y ahora soy la economía”. También explicó que esa circunstancia, aunque parezca excepcional, siempre ha existido en la Iglesia. “Si lo piensas en retrospectiva, hace unos siglos la mujer no podía administrar nada en la vida civil, pero en la Iglesia había abadesas que rivalizaban en poder con los obispos” María Teresa Marcos es canciller de la diócesis de Plasencia. Es la unica en España. Su firma es necesaria junto al obispo en cualquier acto jurídico. ABC Más sorprendente fue para María Teresa Marcos su nombramiento como Canciller secretaria en la diócesis de Plasencia. Es de Salamanca y especialista en Derecho Canónico. En junio del año pasado recibió una llamada del entonces obispo de Plasencia, José Luis Retama, preguntándole si podía reunir con él. “Thought that sería para alguna consultada sobre nullidad, pero en realidad me determinaría que fuera la canciller”, recuerda Marcos. Ser canciller implica el tercer puesto en la jerarquía de una diócesis, tras el obispo y el vicario general. “No es muy normal que una mujer joven y laica sea canciller”, explicó. Según el derecho canonico, su firma es preceptiva junto a la del obispo para que acto jurídico tenga validar. Además, dirige los archivos de la diócesis, y actúa como notario en los procedimientos de la curia. Unas funciones en las que, reconoce, “en ningún momento me han puesto pegas por ser mujer”. “Cada vez, la mujer tiene una mayor presencia en la Iglesia y ya está normalizando que ocupamos puestos como estos, en los que hay que buscar gente que esté preparada, con independencia de que sea hombre o mujer”, añade. Noticia Relacionada estandar No El Papa incluye a tres mujeres en la comisión que selecciona nuevos obispos Javier Martínez-Brocal Hasta ahora formó parte de este grupo sólo 17 cardinals y 6 obispos que nos venga a la cabeza sea la de asamblea plenaria, llena de trajes negros , clerigman y cruces pectorales, pero se trata de otro espacio eclesial en el que las incursiones de las mujeres están rompiendo fronteras. Su mayoría en las oficinas, aunque minoritarias en los puestos de responsabilidad. Raquel Pérez Sanjuán es la alcaldesa responsable de la Conferencia, como directora de la Secretaría de la Comisión de Educación y Cultura. Además, su nom es uno de los que suena, junto al de algunos obispos y sacerdotes, como posible secretaria general, para sustituir a Luis Argüello, que ha sido nombrado arzobispo de Valladolid. De ser así, podrían cambiar los rostros de aquella foto. Una posibilidad que los analistas vengan muy remotamente en la Iglesia española, pero que ya es una realidad desde hace un tiempo en otras conferencias episcopales, como la escandinava y la alemana. «Es muy difícil que se pueda concretar, pero el solo hecho de que haya plantado hace pensar que a los obispos españoles les empieza a sonar las indicaciones del Papa Francisco», comentó un periodista especializado en información religiosa. Ajena a las quinielas, Pérez Sanjuán interpreta su responsabilidad como una consecuencia lógica de la “asunción de responsabilidades por el laicado”. Además, valora que la mujer “ya está plenamente incorporada en proximidad como el académico o en las curias diocesanas” pero podría incrementarse sur presencia “en instituciones eclesiales, la curia romana o como legados pontificios, pues en sí, las tareas de representación, no tienen porque ir no obstante unidos al ministerio ordenado”. Un grupo de mujeres asiste a una misa en la Catedral de Córdoba Valerio Merino El sacerdocio femenino no se contempla como opción “En menor medida, ha surgido también el tema de la ordenación de las mujeres”. Con esta escueta frase, el documento del Sínodo recogía la revindicación de una decena de españolas diócesis en las que se había plantado la posibilidad de que el Papa autorizara el sacerdocio femenino. Una forma de mantener vivo el debate pero con muchas prevenciones lingüísticas, sabedores de que se adentran en un terreno pantanoso en lo doctrinal. Una petición que ninguna de las mujeres consultó para este artículo ha hecho de forma limpia. A buen seguro porque su implicación eclesial las hace conocedoras de que la ordenación femenina genera gran controversia doctrinal. Lo que sí ha crecido es la figura de mujeres que dirigen los domingos las celebraciones en ausencia de presbítero. Aunque para un profano pudiera parecer un sacerdote, can presiden la celebración, perform la lectura del evangelio, dans la communion e imparten la bendición, en la práctica son laicas o religiosas autorizadas por el obispo para mantener el servicio religioso en aquellos lugares en los que no hay presencia posible de un sacerdote. Una función que pueden realizar tanto hombres como mujeres, pero como es habitual a nivel parroquial, la presencia femenina es mayoritaria. La fórmula se extiende, sobrio todo, en entornos rurales, en la medida en que disminuye el número de sacerdotes. “A los feligreses les gusta, porque ven cubierta la celebración dominical, pero suelen reclamar la presencia del sacerdote. Que una laica se ponga delante de todos a dirigirles la homilía, no siempre es bien visto, sobre todo por los más mayores”, comentó Charo Mendo, autorizada por el obispo de Palencia para presidir estas celebraciones. En un despacho cercano al de Pérez, Ester Marín es directora de la oficina de Transparencia y rendición de cuentas de la CEE. Por eso, acceder a esta responsabilidad la hace se siente “parte de un cambio que se está dando de forma natural en la Iglesia”. Para ella, “la visión que trajo la mujer en la Iglesia es muy necesaria, en cualquier trabajo que realice”. Marifrán Sánchez también trabajó en la Conferencia Episcopal como responsable de la oficina de Migraciones. Reconoce un cambio, aunque con algunas reticencias. “Es indudable que va teniendo más presencia femenina, concretamente laica, en las estructuras diocesanas y de la propia conferencia episcopal, pero supone un porcentaje muy pequeño todavía”. “Los lugares donde se toman las grandes decisiones corresponden todavía a sacerdotes y obispos. Mientras sea condición necesaria para participar, las mujeres tendermos pocas posibilidades”, añade. Mayoría, eficiente pero silenciosa, en las parroquias. Minoría, eficaz pero insuficiente, en puestos de responsabilidad de diócesis y Conferencia Episcopal. Las mujeres en la Iglesia española siguen muy lejos de incorporar a «los procesos de cisión», como pide el Papa Francisco y recogía el documento del Sínodo. Palabras que, de momento, expresan más un deseo que una realidad.