La Real Sociedad despidió la fiesta barcelonesa

El Camp Nou engalana para una fiesta y la Real Sociedad se niega a ser una comparsa. Es la imagen de la rebeldía, de la no aceptación. Represented la voz de los teams, las ciudades y las aficiones que no se dejan someter por esa irritante dualidad que en España algunos quieren convertir en duelo permanente Real Madrid-Barcelona, ​​las dos urbes poderosas, el peso de la cantidad por encima de cualquier nuestro sentimiento. La Real despidió la fiesta barcelonesa con un triunfo indiscutible.

A los aficionados de la Real Sociedad, como a los del Sporting, el Almería o el Zaragoza les dan lo mismo los blancos cocidos o los culés, cenan cada día sin ningún interés en la propaganda que viene de un lado o de otro, del continuo torpedo que ciega el futbol. La Real Sociedad y su entrenador, Imanol, interpretan el papel de saludadanos ciudadanos al margen del estereotipo.

Imanol ha construido un grupo refrescante, una tropa que no acude al fútbol con un cuchillo entre los dientes. Propone, juega y arriesga con el mismo decoro que lo hacen otros gigantes sin la billetera de su parte. El se nutre de la cantera guipuzcoana, de algúnacierto en los fichajes y de estrellas silents como David Silva. Y ensalza las virtudes de su equipo y su afición con normalidad, sin afectaciones estúpidas, sensatez en el mensaje.

Todo esto se traduce en una formación que juega sin complejos, seguramente el ángulo más peliagudo para los equipos de segundo escalón. Quería celebrar el Barcelona la fiesta de su coronación como aspirante de siempre, en el año de Xavi, de los fichajes y las palancas, pero sobre todo en la temporada de Negreira, el árbitro sin honor que admitió un sueldo de una entidad sin ética.

Apenas se cumplieron cinco minutos de partido, con el Camp Nou hasta arriba y la Real solo un obstáculo en apariencia, Sorloth le birló el balón a Kounde, decidió con propiedad y Merino la enganchó a la cazuela. 0-1 y así hasta el descanso.

Pesa la aportación dinámica de Dembelé, un futbolista que se divierte al personal, para eso está el fútbol, ​​y pese al rosario de oportunidades del Barcelona frente a Remiro. También la Real fabricó lo suyo, siempre al pie, en largo o en corto, pero sin rifarla, y se aproximó con estilo hasta Ter Stegen, el portero que quiso ser centrocampista y cuya entronización como apóstol del balón jugado con los pies es una exageración más propaganda.

Xavi, uno de los mejores futbolistas de la historia de España lo cual no equivale a la misma estatura como técnico, es enviado a Kounde por las bravas. En vez de estimular su recuperación tras el error en el gol, lo eyecta del partido. Sustituido en el descanso. Señalado como culpable.

El Barcelona intentó construir a partir de Busquets y Dembelé, también participó Raphinha, un futbolista capaz de hundir en la zona su marcador. Lo busca Balde, extraño ocupante de la banda derecha. Y no descubre a Lewandowski, a quien Le Normand ha sacado del partido.

El Barcelona es el campeón, pero no es el único. Se atasca con el paso de los minutos, falta liderazgo en el campo, Busquets ya no está para esas cosas, y la Real Sociedad interpretó el juego con autoridad. Un robo lo convierte en una obra de arte al contragolpe. El balón acaba en Sorloth, quien esta vez sí atina con calmed y conocimiento para superar a Ter Stegen. Aún cabecea Lewandowski ganó un buen centro de Ferran, pero el Barça tiene que celebrar el título con una derrota. La vida no es perfecta.