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Durante muchos años, la mesa del comedor de casa de Luisa Fernanda parecía la de hopital. “Había gases, medidor de tensión, pulsioxímetro… Teníamos absolutamente de todo lo que precisaban los cuidados de mi padre, luego de mi madre, después de mi tío y en estos momentos, de mi hermano…”. Así describe su día a día esta mujer, de la cual se puede decir que ha dedicado su vida al cuidado de sus familiares, mientras parcheaba su carrera profesional.
En un primer instante, cuando su madre tuvo cáncer, accedió a una reducción del día pero cuando llegó el momento de la quimio, resultó muy complicado cuadrar las cosas. «Me dejó cambiar de horario en el trabajo para que pudiese ir a trabajar, y por el día acompañarle a los médicos, estar en casa haciendo compañía…», recordó.
Pero cuando se agravaron los acontecimientos, tuvo que dejar de trabajar. “Entonces me busque un solo empleo de multas de semana”.
parches laborales
Después encadenó la muerte de su madre con la enfermedad de su tío. “Entonces tuve que dejar mi puesto de teleoperadora y pedir una excedencia, que me permitiése acompañar mi familiar a sus tratamientos en Pamplona”, relató Luisa Fernanda. No le quiso llevar a paliativos, y coincidió el finale de la fermedad de este con el primer ictus del hermano. “Así que pasé a ocuarme de los dos”, resume sin perder el tono tranquilo y se podría decir que hasta risueño. No tiene más que buenas palabras para su empresa, donde la readmitieron sin trabas. “Se portaron muy bien y me dieron cuartelillo, en el sentido de que mi hermano sufrió varios ictus más y ellos no pusieron nunca objeciones para que mi hermano no estuviera desantendido”.