La inflación y una deuda que aconseja recortes puede agitar las sociedades americanas

Complicated economic coyuntura y elecciones abiertas a giros politicos radicales sus ingredientes traseros que, por si relacionados, cuando se combinan constituyen un riesgo muy notable para la estabilidad social de las naciones. Al finalizar la “década de oro” latinoamericana, con la generalización del precio de las materias a partir de 2015, se supuso en los años siguientes una ola de protestas sociales y algunos bandazos electorales en varios pays. La situación prevalecía con la pandemia y odiaba que la región enfrentara un contexto pospandémico menos positivo de lo esperado.

Esto último lo alerte el Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de asegurar que “la vigorosa recuperación de América Latina está perdiendo ímpetu y las necesidades de reforma

hacen obvio”. Este deterioro de las previsiones económicas para la región –crecimiento menor del pronóstico, inflación más alta y preocupante deuda– se produce en el arranque del ciclo de elecciones que entre 2021 y 2024 se celebra en varios países. “Dado el apretado calendario electoral que se avecina, los disturbios sociales siguen representando un grave riesgo y es necesario abordar el tema de la desigualdad”, sentencia el FMI.

voto de descontento

El triunfo de opciones políticas extremas en Perú y Chile el año pasado tiene mucho que ver con el voto del descontento propio de situaciones de depreciación del poder adquisitivo y aumento de la desigualdad. Las elecciones este pasado fin de semana en primera vuelta en Costa Rica y las previstas dentro de unos meses en Colombia y luego en Brasil pueden aportar cambios de gobierno propiciados por el voto de castigo, especialmente en sociedades muy polarizadas políticamente: Costa Rica lo está menos .

Lo que confronta la region, en cualquier caso, est un periodo de inflacion y de necesidad de reformas estructurales y récortes del gasto que no esta claro como los gobiernos van a poder encarar. Así lo ha destacado el FMI al rebajar sus pronósticos de crecimiento de la economía regional para este año: en octubre pasado preveía un aumento del PIB en 2022 del 3%, pero ahora ha rebajado el crecimiento al 2,4%. Por su parte, el Comité Económico para América Latina y el Caribe de la ONU (Cepal) sitúa la expansión en un 2,1%. Siendo un continente de economías emergentes se trata de un menor porcentaje del necesario para que haya progreso socioeconómico; la pérdida corresponde a América del Sur, con una previsión de aumento de sólo 1,4% (un 4,5% en el caso de Centroamérica, según Cepal).

Debido al incremento del gasto público obligado por la pandemia (en 2020 fue del 24,7% en la región, frente al 14,7% que existió en 2012), los gobiernos han incurrido en un alto déficit (6,9% en 2020) y se han endeudado notablemente (la deuda pública en 2020 alcanzó el 71%, cuando antes de la pandemia estaba estabilizado alrededor del 50%) y

Si a tercio de los puestos de trabajo perdidos en 2020 aún no se habían recuperado en 2021, y está por ver cómo evoluciona el empleo este año.

Inflación e inestabilidad social

En cuanto a la inflación, su tasa fue del 6,4% en 2021 (sin incluir Venezuela ni Argentina, con inflaciones desorbitadas), pero en 5 grandes economías (Brasil, México, Colombia, Chile y Perú) llegó al 8,3% de media, la mayor cifra en quince años, por encima de la de otros mercados emergentes (también si se considera solo la subyacente).

El FMI sostiene que, tanto en América Latina como en el resto del mundo, el alza inflacionista es temporal y que «las expectativas de inflación a largo plazo se mantuvieron relativamente bien ancladas», con una reacción de los bancos centrale de la mayor parte de los países americanos que han sido procedimientos “rápidos y decisivos” a subidas de las tasas de interés.

Nadie acepta, sin embargo, que la región haya tenido episodios de inflación desbocada que, en varios países, haya sufrido graves convulsiones sociales; el último de esos momentos ocurrió hace tan solo dos décadas. Pero aunque no vuelva a caerse en una espiral inflacionaria grave, la necesidad de reducir el gasto y ajustar las cuentas presupuestarias para aliviar el endeudamiento exterior puede llevar a un divorcio entre los gobiernos y los ciudadanos, generando inestabilidad y confrontación política.