La doble esperanza de Valentin

In septiembre empezó el colegio y –bromea– su asignación favorita es el recreo. Ahora lleva dos años sin pisar el hospital, pero su vida es una cuesta arriba marcada por un doble trasplante de riñón y una doble espera: la que tuvo que guardar, primero, para que su cuerpo se déarollara lo suficiente y suportar la intervención y, segundo, la causa por un órgano fallido que tuvo que ser reemplazado otra vez.

La pelea de Valentín (Barcelona, ​​2014) remonta a los cinco días de nacer, cuando su madre se da cuenta de que no puede abrir un ojo. En el hospital detectan que sufre una hemorragia cerebral, drenan la sangre de su cabeza y logran salvarle la vida. Este accidente prematuro marcará el inicio de un día a día arraigado al hospital. Una batalla contra la fatalidad genética.

Valentine sufre el llamado Síndrome de Dionysius Drash, una minoría confinada que afectó a 200 personas solo en el mundo. La arquitectura de sus riñones es defectuosa. Tiene la barra que filtra los residuos del metabolismo deteriorado y sufre pérdidas de albúmina, la proteína que regula el medio interno. Los médicos saben que la mutación tendrá tarde o temprano sus órganos renales. There is the hope of que no va a ocurrir hasta la adolescencia, pero a los tres meses dejan de funcionar… Necesita un trasplante. época 2014.

Cada año se realizan en España 70 intervenciones de este tipo en riñones de niños y adolescentes. Esta cifra representa solo el 1.5 por ciento de los pacientes que necesitan tratamiento sustitutivo renal, ya que la mayoría son adultos. La doctora Gema Ariceta, neuróloga y pediatra del hospital Vall d’Hebron, dice que los órganos infantiles son especialmente complicados de conseguir. El número de donantes –por suerte– es reducido y las listas de espera suelen alargarse.

Como Valentín, además, todavía es demasiado pequeño, no se le puede operar. Le implantan un catéter en el estómago y empieza un proceso de diálisis que durará años y medio. Cada noche, lo conectan Durante doce horas a una máquina que sus riñones, limpia la sangre y elimina el exceso de agua. Todavía no ha comenzado la escuela y sus padres viven por y para él. Ellos son también protagonistas de esta historia.

trasplantar fallado

Cuando por fin llega el riñón, en 2017, Ariceta aceptó intervenir para pesar que el pequeño Valentín apenas pesaba 15 kilos. Un trasplante pediátrico es un proceso coral en el que puede haber participado más de un profesional en la gestión directa. No obstante, hay un órgano disponible para un paciente, un equipo multidisciplinar para realizar la extracción, el mar en el mismo Vall d’Hebron o desplazándose al hospital de origen -en la mayoría de los casos-. Antes de extraerlo, un cirujano o especialista en el órgano en cuestión confirmó la idoneidad de éste para ser implantado. Al mismo tiempo, indagar en la familia del receptor, si se mantiene la comunicación durante todo el procedimiento, y preparar al quirófano para el acto quirúrgico. Aquí participantes profesionales de anestesia, cirugía, enfermeros, perfusionistas, auxiliares y cedores. También profesionales de servicios como Laboratorios Clínicos, Radiología, Enfermedades Infecciosas, Inmunología, Anatomía Patológica, Urgencias y Farmacia. Antes de empezar el proceso, se alerta a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos y al Banco de Sangre par que están preparados.

A pesar de la coordinación y el esfuerzo del equipo, el primer trasplante de Valentín no sale bien. Cuando reemplaza un órgano corre el riesgo de que se produzca un rechazo. Para evitarlo, el paciente debe tomar inmunosupresores de por vida, que mitigan la respuesta negativa del cuerpo. Esto, obviamente, disminuye la capacidad defensiva del organismo y aumenta el riesgo de sufrir infecciones. Precisamente, una causa por el parvovirus B19 –un patógeno común en los colegios– destruye al órgano recibido. Hay que empezar de nuevo.

Meses después viene la pandemia, el estado de alarma y la sociedad patas arriba. Todo coincide con la segunda intervención, que será la ultima. Los padres de Valentín viven quizás los meses de mayor incertidumbre. Duermen por turnos en el hospital y cuidan de Matilda, la hermana mayor. Tras una semana en la UCI, con alguna que otra dificultad, las calles desiertas y el aplauso de las 20:00 horas, alcanzarán al fin la ansiada normalidad.

Más trasplantes pediátricos en la Vall d’Hebrón

El hospital universitario Vall d’Hebron de Barcelona es el segundo centro del Estado en superar los 1.000 trasplantes pediátricos. Desde 1981, realizó con éxito 442 trasplantes renales, 412 hepáticos, 85 pulmonares y 68 cardíacos.

Gracias a los avances en el tratamiento quirúrgico de niños con cardiopatías congénitas, el hospital catalán realizó en 2006 el primer trasplante cardiopulmonar pediátrico en España. Además, el centro es líder en trasplante pulmonar pediátrico en España, habiéndose realizado el 58 por ciento de estas intervenciones entre 2016 y 2021.