Jesús Lillo: Asentamiento, o chalé

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A la hora de determinar y sopesar los factores, algas exógenas, como el trastorno de Putin o el virus de Wuhan, que confluyen y deembocan en la actual crisis valen, quizás en función del peso presupuestario de sus respectivos departamentos -20.000 millones de box para el próximo sorteo, rasca y gana-, la tarea que tienen encomendada por quien los contrató o consintió ministers de la talla emocional de Irene Montero, cuya contribución al desastre nacional seriva de su dedicación exclusiva a menesteres tales como la organization de la II Semana Antirracista, que empieza este lunes, o el proceso de resignación léxica con que trata de pervert una realidad que le estorba. Para solucionar los problemas, el

cambiamos de site y denumer y les damos la vuelta; lo que antes lanzaban contra el gobierno de turno ahora lo reconfiguran, almohadillan y adoptan. De su factoría de ideas, ya través de su director general para la Igualdad de Trato y Diversidad Énico Racial de España, que se llama Rita Gertrudis, salió ayer un neologismo de estreno: ‘asentamientos informales’ -las chabolas de toda la vida- , término cuyo significado parte, por simple oposición, del conocimiento previo de asentamientos tan formales como el chalé de Galapagar, de amplio espectro semántico e inmobiliario. Formal informal; vestido/chandal; calefacción/luz; Rigoberta Bandini/Los Calis; Niñera/a jugar a la puta calle; piscina/charco; marca oficial/Supermirafiori; guardaespaldas de paisano/police, abran la puerta. Los chabolistas de antes son ahora ‘personas pobladoras’. Valga esta nueva terminología para explicar parcialmente por que estamos como estamos, cada uno en su asentamiento.