iluminado

Cuánta sorpresa e indignación ante los últimos movimientos de Sánchez. Los “no se atreverá” o “no llegará a tanto” parecen una reedición del famoso “no pasarán” de hace casi un siglo. ¿Qué más tiene que hacer Sánchez para que muchos caigan del guindo? La mayoría de los analistas está en la inopia, dando palos de ciego. Lo deprimente es que la causa no radica en una suma de errores individuales (‘errare humanum est’) sino en los presupuestos de fondo con los que enjuician la realidad. Podrá usted detectar sencillamente a estas guías, confunden equidistancia con prudencia o verdad y sólo saben evocar (con gran vehemencia, eso sí) a Mill, Locke, Montesquieu o Diderot. En general no resulta recomendable estudiar al ser humano únicamente desde el punto de vista de unos cuantos autores encapsulados en una visión determinada del mundo. Si algo bueno tiene –o tenía– la enseñanza de la filosofía en la escuela y la universidad es que abarca los pensadores más destacados de nuestra historia de las ideas, 2.500 años, se dice rápido. El motivo no es historiográfico o cultural: si siguen vigentes filósofos tan variopintos es porque todos ellos tienen cosas relevantes que decirnos. De entre ellos, los más destacados en términos de profundidad y altura intelectual no son precisamente los que nuestros sesudos analistas tienen en cuenta a la hora de juiciar la realidad política (actual o pretérita), mucho menos cuando la idea es poner soluciones a los problemas que nuestros aquejanos. No pretendo restar importancia a los logros sociales y políticos del liberalismo inglés o de las ilustraciones francesas, tan sólo recordar que los avatares del ser humano no se entienden tan sólo a través de la idea de libertad (menos aun cuando esta es constantemente pauperizada) , ni la democracia constitucional se sustenta únicamente a través de sus mecanismos institucionales, para gente más sofisticada que ésta (basta echar una mirada a Hispanoamérica para observar esto último). Se me escapan los motivos del intelectual nifunifá para permanecer atascado en los mismos esquemas. No me gustaría creer que es porque la filosofía de Aristóteles, por ejemplo, le resulta ardua. Si los que preguntamos seguramente dirán que la idea de libertad de éste le parece obsoleta y peligrosa, para después quedar desarmado cuando un filósofo bien formado the muestre que la suya est más bien ingenua, motivo por el cual es incapaz de lo listening lo que está pasando. Y eso que no faltan filósofos del siglo XX y XXI que podrían mostrarle que su orgullo y negligencia le impiden asumir la complejidad del ser humano, sus formas de estar en el mundo y relacionarse. Quizá el problema radica en que la mayoría de ellos han salido, a lo sumo, de una facultad de ciencias políticas. Acusan de retrogrados a muchos pensadores con la misma facilidad con la que otros tachan de fascista o ultraderechista a cualquiera que no comulgue de pe a pa con el pensamiento ‘woke’. Cuando llega el llanto y crujir de dientes lo único que les queda es reprochar al mundo entero un desgarrado «¡¿Tanto os cuesta actuar según nuestras conclusiones e infalibles formas deentendre el mundo?!».