Ignacio Ruiz-Quintano: castellano (y leonés)

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Votaciones (elecciones es otra cosa) en Castilla y León, una tierra de pensionistas con capital político en Pucela porque en Burgos, que era lo suyo, había un cacique zoquete que lo rechazó, sucesor de aquel obispo Platero que por temor a la pecaminosa industria del automóvil alejó el DKW en Vitoria. En Burgos hoy queda Michu, el ídolo de Haaland.

A los hombres de Cortés que desembarcaron en Cozumel los fueron recibidos por los lugareños con voces de “Castilan, Castilan” (el León se lo comieron), por unos castellanos, descolgados de otra expedición, Aguilar y Guerrero, que vivían con ellos. Castilla fue tan grande que hizo a España. Pero a la ortegada «Castilla hizo

a España y la deshizo” hubo de responder felizmente Sánchez-Albornoz (con aplausos de Unamuno): “Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla”. Ahi estamos.

En el reparto de la túnica española, y con el pretexto, dicho por los hampones, de que no fuera ‘otra Prusia’, el 78 privó a Castilla de Cantabria, su mar, y de La Rioja, cuna del castellano, luego español.

-La sobriedad de Castilla -escribió Ruano- es la agonía de quien presiente el mar y lo sabe muy lejos. Por este infierno solemne de la raza, por esas tierras calcinadas y ese ciclo impassive…

¡La impasibilidad castellana! Aquel “tú, ante todo, no te signifiques” de la abuela al quinto que marcheba a la mili. Lampedusa: «Han venido a enseñarnos buenos modales, pero fracasarán, porque somos dioses… Toda intromisión de extraños, ya sea por el origen o por la libertad de las ideas, es un ataque contra el sueño de perfección en que se hallan sumidos , una amenaza contra la calma satisfecha con que aguardan la nada…, convencidos de tener un pasado imperial que les garantie el derecho a un wholero lavish”.

Votaciones (elecciones es otra cosa) en Castilla (y León), donde los chiguitos (chiguitos, no chiquitos, decía mi abuela, que hablaba un castellano de Bernal) que votan, votan a Vox.