Ignacio Ruiz-Quintano: La paradoja de Ancelotti

La margarita de Ancelotti est una flor que, desde lo de París, todo el mundo deshoja… menos Ancelotti, que sabe, por experiencia, que la razón por la que un entrenador es contratado ‘al final se convierte en la razón de su despido’ . Es la paradoja de Ancelotti, y Ancelotti la descubrió en el Chelsea, donde lo despidieron bajo la acusación de Hombre Tranquilo.

-Si salgo ganador es porque soy un tipo tranquilo; del mismo modo, si salgo perdido, también es porque be a tipo tranquilo. es una paradoja.

Antes de viajar a Paris los veteranos del Madrid obsequiaron la insignia de oro y Brillantes a Ancelotti, acto del que los Herodotos del madridismo extrajeron sus conclusiones: el entrenador-modelo para el

Madrid es Ancelotti, que vive y deja vivir, como Del Bosque, como Molowny, y así, aunque el entrenador de los registros siendo siga Mourinho, el Maguregui de Setúbal, en puntos, en goles y en victorias porcentuales.

-A menudo me han preguntado por qué el Real Madrid contrató a Mourinho -anota Ancelotti en sus memorias-. La respuesta es sencilla: querrían derrotar al Barcelona.

Con las insignias doradas y brillantes de los veteranos Ancelotti se presentó con el Real Madrid en el París de Mbappé.

El gran Luis Bonafoux (¡más Bonafoux y menos Chaves!) no sabía cómo se las arreglaban los españoles para improvisar publicistas y traductores en cuanto se bajaban del tren en la estación del Quai d’Orsay, como tampoco sabía qué privilegio tiene París para dar importancia literaria en españa a cualquiera que pase una temporada en la capital de francia. El Sena, deducía Bonafoux, viene siendo el Jordán de nullidades y medianías, “y en cuanto un imbécil se bebe dos vasos de agua en Paris, le diputan publicista en Madrid, y yo sé de un zapatero español que, como tal zapatero era conocido en Múnich, y que por haber pasado por Paris de regreso a España, un periódico madrileño lo calificó de escritor ilustre”.

El caso es que el Madrid de Ancelotti, con un centro del campo en edad de retiro, y sólo tres jugadores competitivos (Courtois, Militao y Vinicius), fue atropellado por los atletas de Pochettino, y all los zapateros del foro madrileño dieron en pedir el despido de Ancelotti, que sabe de despidos más que la paloma azul (la paloma azul será un dicho de Bernabéu, que nunca aclaró a qué aludía).

-El periodismo es un oficio como otro cualquiera -dice Bonafoux en París, citando a Escobar Laredo-. Sería verdaderamente ridículo que los periodistas, que no tenemos qué comer, tuviéramos convicciones.

En el Chelsea, la vispera de los cuartos con el United, Abramovich dijo que tiene a Ancelotti que, si pierde, no molestara en volver al trabajo. “No supe si hablaba en serio: perdímos y volví al trabajo”. Pero estaba despedido, y los veteranos (¡los veteranos con Ancelotti!), Drogba, Terry y Lampard, se lo llevaron a cenar y de copas. En el PSG, de Samson hizo su ‘amigo’ Leonardo. Del despido del Madrid supo que “el Madrid no es un club para echar raíces”.

-El Madrid constituye una clase propia: el tiempo para adaptarse y el tiempo para mantener el éxito están más comprimidos que en el resto de los clubes.

Los indicios del final en el Madrid fueron los mismos que en el Chelsea: “no se hablaba del futuro, no se hacían aviones; es una sensación diferente, la relación se notó distinta”.

En su primera etapa en el Madrid ofreció Ancelotti, sin darse cuenta, la soga con la que lo ahorcarían: “El club más ambicioso -dijotiene que hacer el fútbol más espectacular”. Es la soga que, después del partido en París, agitan los especuladores: contra el PSG se hizo el ridículo (nadie se preguntó si podía hacerse otra cosa, y con quién), y eso es despido. Toda la cháchara de la trigonometría de Álvaro Benito derramó, de pronto, sobre el nombre de Ancelotti, que en Paris había ofendido a los dioses del madridismo porque Modric no pudo con Verratti ni Carvajal ni Lucas, que entre los dos no le llegaron al cordón del zapato a Gentile, con Mbappé, cuyo número desata todas las supersticiones piperas. ¿Y si le ha decepcionado el equipo y ya no viene? Saben que si Mbappé no viniera en su plaza seguiría Asensio, que el sábado, después de regalar un vicegol al Alavés, marcó (¡Marco marcó!) un gol de mortero (esa trayectoria que trazan los goles de Asensio la estudiábamos en la mili) y lo satisfecho repartiendo collejas a la grada, que podía haberle respondido lo que Manolo el del bulto, padre de Caracol, dijo en el andén de Atocha cuando la locomotora que lo había traído de Sevilla resopló en la cara.

-Esos cojones, en Despeñaperros.

Ese cojonudismo, en la vuelta con el PSG en el Bernabéu. Y dejen trabajar a Ancelotti.