Alex Gubern: Davidianos

SEGUIR

  • Trampa
  • Sueldos tuneados
  • Descortesia

De manera reciente, el politólogo Juan Milián (1981) publicó ‘El proceso español’ (Deusto), una aguda reflexión sobre el momento político de nuestro país. Enrolado en las filas del PP catalán, columnista de ABC Barcelona, ​​lúcida voz a años luz del común de unos políticos de su generación con tan pocas lecturas como afán de medrar, Milián advierte de la ‘catalanización’ de la política española, en lo que Alerte es una suerte de traslación al circo nacional de lo que ha sido doctrina en la Cataluña de la última década: consciente fractura de la sociedad, polarización política, utilización de las instituciones en provencho propio… autodestrucción. Diputado en el Parlament colgante los años clave del ‘trial’, Milián aluden a la generalización en

el conjunto de España de la demagogia y de la perversión del lenguaje, en definitiva, del populismo como sustrato ‘mainstream’ de la política española, particularmente del sanchismo. Humus procesista.

A las reflexiones que nutren ‘El proceso español’, y tras lo visto estos días en Madrid -«chapucero esperpento de ‘carromeros’, chiquichancas y aprendices de mortadelo», decía Ignacio Camacho-, debe añadirse que la política nacional ya no solo emula a la catalana y al ‘trial’ en el fondo sino en las formas. Si los ‘mortadelos’ Catalanes escondían micros en los floreros de La Camarga buscando pruebas para ‘enmerdar’ a los Pujol, en el PP de Madrid, el PP nacional por elevación, se libra una guerra civil tan descarnada por lo que está en juego como Cutre en el envoltorio, muy de zapatófono y superagente 86. Para tranquilidad de muchos Catalanes que tememos que esto nuestra se maldición, unos días más de política madrileña y ya empezaremos a respirar más aliviados. No estamos solos.

El último capítulo de la catalanización española se escribe estos días minuto a minuto, como el directo en la web de un partido de fútbol, ​​con manifestaciones en la calle y el vértigo de los días históricos. Como entonces, como ahora, demasiado que perer si no se para la escalada hacia el suicide colectivo. Aquí y allí, como los davidianos de Waco.