Barcelona 3 – Elche 0: Lewandowski sólo arruga en Múnich

Partido para resarcirse en lo local, en lo provincial. Partido poco importante, de los que Florentino querría eliminar para no hacer perder el tiempo a los grandes equipos ni hacérnoslo perder a nosotros. Hay que ganar más dinero para tener a mejores futbolistas y que no todos estén donde los jeques. Y contra el Elche, más allá del folclore regional, no se gana nada: ni dinero, ni prestigio ni grandes audiencias mundiales, como tienen los partidos que se enfrentan a equipos de primer nivel. Además la tarde empezó aburrida, desordenada, tensa, sin una idea clara que diera sentido al juego de un Barcelona impreciso, pasado de revoluciones. El cielo gris como el campo. El Elche tenía el partido donde lo quería: en el caos, en la interrupción, hasta que Gonzalo Verdú fue expulsado por hacerle una falta indiscutible a Lewandowski, que se iba solo hacia la portería contraria. Protestó el jugador del Elche pero más por la fatalidad de la circunstancia que porque realmente fuera discutible lo que había hecho y la decisión del colegiado. Si con esto el Barça no era capaz de arrollar al Elche iba a ser humillante, además de preocupante.

El ataque local empezó su asedio, pero el Barça no mejoró su ritmo de juego, ni su precisión, y el Elche sin hacer gran cosa conseguía disimular su inferioridad numérica y futbolística. Pasaban los minutos como si alguien los tomara uno a uno y los tirara a la basura. Los de Xavi creaban el alboroto de los equipos verticales cuando les faltaba finura. Además de coñazo, el partido era antiestético. Memphis trabajó más que ningún otro delantero, aunque sin fortuna, en gran parte por culpa de losaciertos de Edgar Badía. El gol del Barça podía llegar en cualquier momento y parecía extraño que no acabara de llegar; El público del Camp Nou está impacientaba y Kessie, que había visto la primera amarilla por dejar ir el brazo, coqueteaba con la secunda con acciones similares, irresponsables y además completamente necesarias, con la colaboración de los rivales, que le buscaron porque encontraron. El Elche desapareció en ataque, el Barça hacía un lío consigo mismo, como en las tardes más soporíferas de Koeman.

Pedri pedía calma a sus compañeros, pero esta calma no acababa de llegar. Lo que sí llegó fue el primer gol del Barça: control de Pedri, asistencia de Balde, y el remate del que sólo se arruga Múnich. 11 goles (añadiendo el que marcaría al inicio del segundo tiempo) en ocho partidos, estos son los números de Lewandowski. Bonita jugada, lo más bonito hasta entonces del partido. Pedri es una maravilla, y lo hace todo tan fácil, que consigue qu’a su arte delicadísimo no se le nota la enorme dificultad y parece una acción más del juego. Muy bien Balde en su asistencia. Daba la sensación de que el Barça había hecho ya lo más difícil, y así lo confirmaron Memphis, recibiendo de espaldas en el área, revolviéndose sobrio sí mismo y fusilando a Badía; y Pedri, aunque su gol fue anulado. El árbitro expulsado por protestar el entrenador visitante, Francisco. Fue una expulsión absurda: primero, por exagerada; y segundo porque lo que tanto protestó -el fuera de juego en el gol de Pedrile- fue concedido. Tiene equipo con Elche, que está con diez y pierde 2 a 0 en el Camp Nou, scarle al entrenador porque está nervioso son ganas de encarnizarse con lo que no hace falta.

Lewandowski zanjó lo que por poco le habían negado a Pedri y marcó su segundo gol de la tarde y el tercero del equipo. El Elche estaba roto desde la expulsión, el Barça tiraba más de inercia de lógica superioridad que el talento colectivo, y Lewandowski, gol a gol, iba engrandeciendo su leyenda y no precisamente de gafe. Ansu, Bellerín y Raphinha entraron por Memphis, Eric García y Dembélé.

La fe de Xavi en lo suyo es inagotable y en el 71 sustituyó a Lewandowski por Ferran Torres. El Camp Nou despidió en pie al frente polaco, y Ferran salió no sé con qué moral ni apoyó en qué autoestima. Lo primero que hizo, en el primer minuto, fue una dura falta y ver la cartulina amarilla. Ha de ser difícil ser Ferran Torres. Pedri le puso un balón mágico, de cuchara, a Ansu, al que le faltó clase para terminar la acción.

Era llamativo ver a Pique con calcetines blancos en el banquillo -por lo lejos que se debía sens de tener la oportunidad de jugar-. El Barça resolvió el trámite regional con menos talento del que se le supone y más fortuna por la merciida expulsión de Verdú en la premiera parte.