ການວິພາກວິຈານຂອງ 'Amistad': ກ້ອນຫີນແຫ່ງຄວາມຕະຫຼົກ ແລະຄວາມຄິດ

Crítica de teatro ‘Amistad’ Texto Juan Mayorga Dirección José Luis García Pérez Teatro escénico y vestuario Alessio Meloni Iluminación Pedro Yagüe Espacio sonoro Ana Villa y Juanjo Valmorisco Intérpretes Ginés García Millán, José Luis García-Pérez y Daniel Albaladejo Lugar Naves del Español en Matadero, Madrid 4 El título de esta comedia no deja lugar a dudas: es una obra donde la columna vertebral es la amistad entre tres hombres; una amistad cementada por los años -se conocen desde el colegio, e incluso, como era costumbre allí, se siguen llamando por sus apellidos: Manglano, Ufarte y Dumas- y por esa familiaridad que envuelve y abraza como la hiedra sin que ninguna perturbación la podría destruir. De esa amistad llenas de vivencias compartidas, de secretos guardados, de rencillas superadas, de favores solicitados y concedidos, de risas (muchas) y silencios (algunos) habla esta obra, el nuevo texto de Juan Mayorga, uno de los más grandes españoles de días (acaso el mejor, aunque en el arte no haya verdades absolutas), y que ha conseguido ese extraño privilegio de que sus estrenos se convertirán en nuestros inmediatos acontecimientos y su número prevalezca sobre sus títulos -la mayoría del público que se acerque al Matadero lo hará, seguramente, para ver ‘lo último de Mayorga’-. En las horas previas al estreno, el dramaturgo admitió que, por la reacción mayoritaria de quienes habían leído el texto o habían acudido a alguno de los ensayos, ‘Amistad’ era una comedia. Los actores lo acotaban: es una comedia ‘con pensamiento’. En realidad no importa; es un texto caleidoscópico, un canto a la amistad en ocasiones divertida -la amistad lo es-, en ocasiones tierna -la amistad lo es-, emocionante, profundo -la amistad es ambas cosas- y por momentos conmovedor -la amistad lo es- -. Mayorga saca a pasear no solo al filósofo que es, sino el admirable y deslumbrante dramaturgo que también es; lo hace con un texto sorpresivo, ingenioso y generoso; un texto en el que aflora el niño juguetón que todos conservamos y el analista maduro y reflexivo. A texto que es un iceberg que debajo de una historia y de por sí llena de atractivo -arranca en el velatorio de uno de los tres amigos, que descansa en el ataúd mientras los otros dos le acompañan- encierra un sinfín de reflexiones sobre la amistad y sobre la vida, que al fin y al cabo vienen a ser lo mismo; todo ello con un sentido del humor sutilísimo, que transmite el estado de optimismo vital en que, seguramente, se encuentra actualmente su autor.