Astewoyid ki te kreye plis pase twa kratè

Jose Manuel NievesSwiv

El escenario se ubicará en el sureste de Wyoming, en Estados Unidos, en una zona en la que se han encontrado varias decenas de cráteres de impacto, todos ellos formados hace alrededor de 280 millones de años. En un reciente artículo publicado en el ‘Boletín de la Sociedad Geológica Americana’ (GSA Bulletin) un equipo de investigadores alemanes y norteamericanos, encabezado por Thomas Kenkmann, de la Universidad Alemana de Friburgo, explicaba que estos cráteres, de entre 10 y 70 metros de diámetro, se creará tras el impacto de un meteorito a cien millas de la distancia lanzara por las áreas una gran cantidad de rocas, que volvieron después ha caído al suelo en cascada. Cuando una

roca espacial choca contra un planeta o una luna, material expulsado de la superficie creó un cráter. Grandes bloques de ese material pueden formar sus propios ‘agujeros’ al terreno.

“Las trayectorias -explica KenKmann- indican una única fuente y cómo los cráteres se formaron por bloques expulsados ​​de un gran cráter primario. Los cráteres secundarios alrededor de cráteres más grandes son bien conocidos en otros planetas y lunas, pero nunca se encontraron en la Tierra”. Sin más, la misión China Cambiada 4 estudió en la cara oculta de la Luna una región en la que se observó este fenómeno alrededor de cuatro ‘cráteres fuente’: Finsen, Von Kármán L, Von Kármán L’ y Antoniadi.

Kerkmann y su equipo han identificado ya en Wyoming 31 cráteres secundarios que no dejan lugar a dudas, pero también encontraron otros sesenta que aún no han podido relacionar con el cráter principal.

La historia comenzó en 2018, cuando Kenkmann y sus colegas investigaron una serie de cráteres alrededor de Douglas, Wyoming. En ese momento, pensamos que todos ellos estaban formados por diferentes fragmentos de un mismo espacio en planta que había roto en la atmósfera. Pero más tarde descubrió varias docenas más de grupos de cráteres de la misma edad, salpicados por toda la región.

Según el estudio, las rocas que forman los cráteres secundarios debían tener entre 4 y 8 metros de diámetro, y cayeron al suelo a velocidades de entre 2.520 y 3.600 km/h. La extrapolación de las trayectorias de los impactadores sobre supuestas fuentes sugiere que el cráter original, que nadie ha descubierto, se extiende hasta la mitad de la frontera entre Wyoming y Nebraska al norte de Cheyenne.

Según el equipo, ese cráter probablemente tenía entre 50 y 65 kilómetros de ancho, y fue creado por un impactador de entre 4 y 5,4 kilómetros de diámetro. Según los investigadores, el cráter principal probablemente quedó sepultado unos kilómetros más de los sedimentos que se acumularon tras el momento del impacto. Una cantidad equivalente de sedimento, sin embargo, erosionará y dejará expuestos los cráteres secundarios cuando, mucho más tarde, se levante la Sierra Rocosa.

No obstante, Kenkmann cree que este cráter principal podría localizarse estudiando los campos magnéticos y gravitatorios de la región en caso de anomalías que revelen su presencia.