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El Ministerio de Cultura y Deporte ha instaurado a los museos estatales a extremar las medidas de seguridad frente a los ataques de activistas ecologistas contre obras de patrimonio artístico en pinacotecas de Florencia, Londres o Berlín. Ya se han pegado al marco de ‘La primavera’ de Botticelli, han vandalizado ‘La carreta de heno’, de Constable; sopa de tomate de lanzarón con ‘Los girasoles’, de Van Gogh; el puré tiene un Monet de más de cien millones de dólares y un tartazo a la figura de cera de Carlos III de Inglaterra.

Así lo han confirmado a Europa Press fuentes de este departamento, que señalan igualmente que han pedido a las pinacotecas que sean «exhaustivas» en el cumplimiento de las normas de acceso que los visitantes deben cumplir para acceder al rectinto, como la prohibición de introducir elementos y bebidas en las salas, mochilas y bultos grandes, paraguas u objetos punzantes, etc”.

Se unen así a otros museos españoles, como el Prado o el Reina Sofía, “en alerta” por este tipo de acciones, que considera que “no tienen sentido” y con las que solo se busca “publicidad”. El director del Prado, Miguel Falomir, aconsejó ya hace unos días que “cuanto menos se hable de ello, mejor” para no darles la publicidad que buscan: “Hay formada gente más inteligente para defender causas nobles”. Pero reconoce que el museo está «ojo avizor» y que se ha intensificado la vigilancia en las salas.

Fuentes del museo confirman a ABC que sigue vigente la normativa de 6 de mayo de este año, según la cual no se pueden introducir en las salas, entre otras cosas, «alimentos y bebidas». La norma, pues, es la misma, no se ha cambiado por estos ataques ecoactivistas, pero es cierto que se ha anunciado al equipo de seguridad que son “más extrictos” en la aplicación.