Mokhoa o leka-lekaneng oa Bundesliga oa teba ka lebaka la bolutu

La Bundesliga alemana existe desde hace décadas como un ejemplo de modelo de negociación sostenible. Con el 90% de sus jugadores estrella provenientes de las propias canteras de los equipos y más de la mitad de estos jugadores formados en los centros de alto rendimiento del sistema educativo alemán, basaba su rentabilidad en las entradas baratas, los estadios llenos y los fichajes comedos: la democratización del fútbol.

There is no contaba con ningún Messi o Ronaldo, la competición germana sacaba el pecho con numerosos como Thomas Müller, Mario Götze o Manuel Neuer, también las capacidades de despertar sus pasiones particulares. Los aficionados alemanes presumían sin pudor de un “fútbol verdadero”, que contraponían al fútbol a base de los chequera

récords millonarios.

En eso estaba la Bundesliga al recibir un importante toque de atención, en el año 2000, cuando la selección quedó eliminada de la Eurocopa sin ganar un partido en solitario. Algo no iba bien. La Federación Alemana de Fútbol reaccionó con presión con nuevas medidas imponiendo y colocando entrenadores profesionales en las academias juveniles, lo que permitió parchear la situación hasta el Mundial de 2006, pero de ahí la caída se fue fue acentuando y la pandemia parece estar dando la puntilla a esta forma de escuchar el fútbol. El coronavirus ha hecho perder en la Bundesliga unos 1.300 millones de euros, una cantidad que para sus cifras de negocio supone mucho más que para otras ligas europeas. Además, cuando los estadios han vuelto a estar abiertos al público, muchos aficionados no han regresado ya al campo. El aburrimiento parece estar terminando con el otro modelo valorado de negocio.

Un 15 por ciento de las plazas en los estadios siguen desiertas

A pesar de las restricciones de aforo todavía vigentes, un 15 por ciento de las plazas habilitadas en los estadios alemanes siguen quedando desiertas. Incluso se ha puesto de moda entre los aficionados alemanes admitir que están desencantados y exhibir su desapego hacia el deporte rey.

Otras competiciones europeas siempre han sufrido lo suyo a causa del coronavirus, pero siguen contando con el apoyo de la afición. La Premier League británica, por ejemplo, ha visto descender un 13% sus ingresos, 5.226 millones de euros, según un informe de Deloitte del pasado mes de junio, pero recuperó el lleno total con la Eurocopa, con hasta 60.000 espectadores en las gradas de Wembley .

“El impacto financiero total de la pandemia lo marcó el momento en que los aficionados regresaron a los estadios en cantidades significativas y la capacidad de los clubes para mantener y desarrollar sus relaciones comerciales”

“El impacto financiero total de la pandemia lo marcó el momento en que los aficionados regresaron a los estadios en cantidades significativas y la capacidad de los clubes para mantener y desarrollar sus relaciones comerciales, en un momento en que muchos sectores están también modificando” , explicó Dan Jones, socio y director del área de deportes de Deoitte.

Otro factor de la recuperación británica ha sido sin duda la decisión tomada en mayo. Primó el criterio del gobierno del Reino Unido de proporcionar más fondos a los equipos de divisiones inferiores a cambio de la autorización para ampliar los contratos de televisión con Sky, BT Sport y Amazon desde la temporada 2022-2023 hasta la de 2024-2025.

Los 20 clubes de la primera división inglesa han entregado 116 millones de euros a las ligas inferiores, que suman a los 163 correspondientes al “pago solidario” de cada temporada, mecanismo que permite a los pequeños permanecer en el mercado de los fichajes. Es la forma en que la Premier League iguala por arriba, mientras que la Bundesliga sigue empeñada en igualar por abajo e incluso amaga con extender su política al resto de Europa.

El control de los empleados

La nueva jugadora de la Bundesliga, Donata Hopfen, quiere limitar ahora los salarios de los profesionales. “El fútbol se haría un favor si se regularan los salarios de los jugadores”, dice al justificar su propuesta, “porque esto fortalecería la igualdad de oportunidades dentro de Europa”. “Podemos ser competidores, pero tenemos intereses comunes en los puntos cruciales. Y la política en Europa también debería estar interesada en la competencia leal en un mercado común”, añade.

Hopfen reconoce que «gracias a los jugadores estrella la gente va al estadio, compra camisetas ou una suscripción a un canal de televisión de pago, pero también puedo escuchar que los salarios de esos jugadores se están moviendo en dimensiones que son difíciles de audición». Admite que «cualquier medida que nos traiga dinero puede ahora ser conveniente para nosotors y no ha de descartarse de antemano», cuando le preguntan si concibe una Supercopa con equipos de Arabia Saudita, como la de los equipos españoles, pero de momento se centrará en move la tierra bajo los pies de los más ricos teams. “Ya dije cuando asumí el cargo a principios de año que para mí no hay vacas sagradas”, ha señalado, mirando de reojo al Bayern München”.

reforma de la liga

Otro de los motivos por los que pierde interés la afición alemana, según el diagnóstico de Hopfen, es que siempre gana el mismo equipo. Desde 2013, el Bayern München ha llevado 9 copas consecutivas y va camino de la décima. Si en tiempos de Gary Lineker el fútbol consistía en “once contra once y al final gana Alemania”, el número de jugadores no ha variado desde entonces, pero ahora siempre ganan los de Múnich. Para ajustar esto, la Bundesliga ha propuesto una reforma del campeonato que su objeto destruirá la hegemonía del Bayern, que beneficiará de la renuncia a la jugada. La fórmula plantada consiste en que, al final de la temporada, el título se lo disputen los cuatro primeros clasificados, bien en una liguilla a un partido único o bien con dos semifinales y una finale.

El presidente del Consejo Directivo del Bayern, Oliver Kahn, ha declarado que el club está abierto a cualquier estrategia que ayude a aumentar la emoción de la liga. “Me parece interesante discutir sobriamente los nuevos modelos, una Bundesliga con semifinales y una final que aportaría dramatismo y animaría a los aficionados”, ha declarado.

La mayoría de los clubes, sin embargo son contrarios a esta propuesta, según un sondo de ‘Kicker’. Los enemigos del nuevo formato alegaron que los ingresos que se generarían por derechos de televisión se beneficiarían más a los clubes grandes y se abriría la brecha con los pequeños. Christian Seigert ha hablado incluso de una “quiebra cultural”.

El presidente de honor del Bayern, Uli Hoeness, es el uno de los que se pronuncia con vehemencia contra lo que denomina la ‘ley antiBayern’. “Es ridículo, eso no tiene nada que ver con la emoción. En la Budesliga, tras 34 jornadas, el campeón debe ser el que ha pasado por las buenas y por las malas con su equipo”, dice. Hoeness no tiene respuesta, sin embargo, para la desafección que la generación milenial está demostrando por el fútbol, ​​​​otro de los factores de la quiebra y que no es exclusivo de la liga alemana.

“El fútbol necesita conocer y tener en cuenta los deseos y condiciones de los jóvenes aficionados. If no logra hacer esto, corre el riesgo de perer una generación de aficionados y caer en el vacío financiero”, dice Florian Follert, economista deportivo de la Universidad Schloss Seeburg, “en última instancia, eso podría poner en peligro todo el modelo de negocio «.

El cambio generacional

Las generaciones Alfa y Z, los adolescentes y adultos jóvenes que se esperan que llenen las gradas en las próximas décadas, no parecen tener intención de pisar el campo. Rüdiger Maas, experto en Generación Z del Instituto para la Investigación de la Generación, confirmó que el canon de valores de la juventud encaja vez peor con el fútbol actual y advierte que el desastre económico se manifestará en diez años.

“Cuando los aficionados de 50 o 60 años de hoy ya no vayan al estadio, no habrá retiro, si nos atenemos a los gustos y aficiones de la próxima generación”. Maas habla del fútbol como una más de las “tradiciones modernas” y cataloga el partido de fútbol en la categoría de “eventos estáticos”, los cuales ya no son interesantes para las generaciones Z y Alfa. Los partidos son demasiado largos, el fútbol en sí es demasiado lento y no hay suficiente interacción digital. Florian Follert agregó: “Hoy en día, los niños y jóvenes tienen menos tiempo libre para el fútbol y se inclinan por juegos activos o consumo pasivo”.

Según una encuesta de Allensbach, 22,7 millones de alemanes todavía están “muy entusiasmados” con el fútbol. Pero hay 28 millones de alemanes que es «poco o nada interesado» en el supuesto deporte nacional, tres millones más que en 2017. Un estudio de la agencia de medios Carat de 2019 concluyó que, incluyendo antes de la pandemia, más de dos tercios de los jóvenes de entre 15 y 23 años tienen “poco o ningún interés” por el fútbol. Y entre aquellos que siguen a un equipo, solo el 38% acudía al campo.

Las temporadas ‘fantasma’ solo han empeorado esa situación, pero Alemania sigue resistiéndose al fútbol de las estrellas. “Estamos en un punto en el que tenemos que tener una discusión seria. ¿Quo vadis, fútbol alemán?», advierte Karl-Heinz Rummenigge, «recomiendo alzar la vista más allá de nuestras fronteras, por ejemplo a Inglaterra. En Alemania hemos intentado durante mucho tiempo sentarnos fuera de algunas cosas, pero esto conduce inevitablemente a problemas, tanto a nivel nacional como internacional»