Liphanele tsa letsatsi le libeteri tse sebelisitsoeng hape ho kenya mochini oa ho hlatsoa ho Cañada Real

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Además de las cubiertas de la baja altura de la Cañada Real, los enganches ilegales al cableado eléctrico conviven con placas solares resplandecientes. El contraste, en una treintena de hogares de los sectores 5 y 6 del asentamiento más extenso (15 kilómetros) de la Comunidad de Madrid, es culpa de Light Humanity. Desde entonces, hace más de un año que la asociación radiografia la zona en busca de familias vulnerables, que lo son aún más del apagón de octubre de 2020, para sustituir sus velas y generadores de gazolina por modernas instalaciones que generan energía solar.

Su número técnico es sistemas fotovoltaicos con almacenamiento. «No son solo placas solares, también tienen un inversor, un regulador de carga y reutilizadas de coches eléctricos, con lo que ahorras en costes y reduce la chatarra tecnológica», explicó el responsable del proyecto ‘Luz en la Cañada Real’ de Luz Humanidad, Arturo Rubio.

Hay diferentes tipos de instalaciones, modelos sencillos para cubrir las necesidades energéticas pero básicos hasta aquellos aptos para consumos elevados. Pero la clave, en un lugar donde los enganches a la luz son inservibles desde hace 17 meses, es el almacenamiento: la energía dura el día se guarda.

La capacidad de las baterías es de 600 vatios por hora, que en un día soleado soporta la televisión, la nevera, el wifi y las cargas de los móviles. Y aumenta hasta los 2.000, 4.000 e incluso 6.000 vatios por hora. “El problema viene a la noche, con 600 vatios por hora no te puedes permitir estar hasta las tantas”, señala Rubio. La mayoría de los sistemas que colocan los instaladores de Light Humanity, habitantes de la Cañada Real formados por la propia asociación, tienen entre 2.000 y 4.000 vacíos por hora, que es posible quemar un termo, un horno o una lavadora. “Con ello la vida se aproxima más a la normalidad”, escenifica Rubio, que también ha llevado estos sistemas fotovoltaicos, en su versión más sencilla, al interior del Amazonas brasileño.

Los treinta hogares que ya han recobrado la vida anterior al apagón han recibido nociones básicas de electricidad, “truquillos”, en palabras de Rubio. “La mejor energía es la que consumimos”, dice. Light Humanity ha colocado reguladores en las neveras, cuyos motores funcionan unas cinco horas al día, para que coincidan con las horas de sol. Los usuarios también cuentan con una aplicación móvil repleta de información: la energía que está generando el aparato en tiempo real, la cantidad que está consumiendo y la potencia almacenada en la batería.

Colectivo de financiación

Los cortes eléctricos afectarán a cerca de 4.500 personas y 1.800 menores, principalmente, de los sectores 5 y 6 del asentamiento que discurre al sureste de Madrid. No obstante, “la Cañada Real es muy heterogénea, tienes desde guardias civiles a personas con muy pocos recursos, hasta gente que está muy mal”, señala Rubio. Por eso, la labor de Humanidad Luz está detectando a las familias más vulnerables y recomendando el sistema que las cubra si es necesario y sea asequible a partes iguales.

El boca a boca pone sobre la pista a los directivos de la asociación, que analizan cada situación económica para abrir la puerta a una energía estable y sostenible. Light Humanity financia los sistemas fotovoltaicos, que entre 4.000 y 5.500 euros, y los beneficiarios abonan el pago en pequeñas cuotas mensuales. “Ata un doble impacto social, conforme a que vas pagando ya tienes la capacidad para atender a más”, apunta Rubio. Una suerte de factura de la luz, la misma que han reclamado los vecinos en las manifestaciones del último año y medio.