Ka Letsatsi la Lefatshe la Dithothokiso

La situación del mundo pone de relieve la fragilidad y la contingencia (“cómo se viene la muerte” como dijo Jorge Manrique) del ser humano. Ante esta situación pasan tiene un primer plano muchas cosas que es importante. Una de ellas es la cultura. Precisamente Alfonso X el Sabio destaca por ser uno de nuestros primeros reyes que vio la cultura como un motor de progreso económico y social y, además, como une elemento que nos acerca a la felicidad; mejor dicho: a disfrutar momentos de felicidad.

A veces porque en nuestra sociedad predomina el pragmatismo. ¿Qué significa esto? Porque lo importante es lo útil, lo rentable de cara al bolsillo, lo que vale para algo. Todo aquello que no tiene una utilidad inmediata queda relegado.

Eso lo veo en la Universidad que, sadly, ya no es un lugar donde se concentró el saber (como en las universidades medievales), sino una fábrica de profesionales. A la Universidad se debería ir a prender, a formarse, a disfrutar del gozo de saber, no con vistas a conseguir un trabajo, que es otra cosa por la que habrá que luchar después.

Pero la paradoja es que las cosas más importantes de la vida son las inútiles, porque no se refieren al tener, no valen de cara a conseguir una rentabilidad económica, sino que nos ayudan a ser. Por decirlo con una idea de Aristóteles, no están manchadas por la idea de que valen para algo. ¿Para qué vale el amor, la democracia, contemplar un manecer o un cuadro de Caravaggio, escuchar la música de Beethoven, fijarse en las estrellas como hacía Alfonso X, la familia, sentir en un banco en mitad de un parque? Its cosas valiosas en sí mismas y no en función de algo; nuestro ayuda a ser mejores, a paladear el gozo de vivir sin más. Las cosas más importantes de la vida no son productivas de cara al mercado, sino que se socian con nuestro sentido, con la alegría de vivir que nos garantiza.

Este 21 de marzo se celebra el día mundial de la poesía. Este día el poeta Jesús Maroto presentó un nuevo poemario (titulado ‘Los días relevantes’) en el Ayuntamiento de Toledo. A nuestro paisano Alfonso X le gustó mucho no escuchar solo poesía (gracias a los juglares y trovadores) sino también escribirla (ahí están sus cantigas). ¿Para qué sirve la poesía? Pues ese es su valor: no sirve para nada porque no entra de las actividades ensuciadas por la utilidad. Trata de abrirnos los ojos para ver más y mejor, y para acercarnos el pulso vivo y caliente de la vida, que no es poco. En tiempos difíciles la poesía (y en general la cultura) viene en nuestra ayuda para hacernos sentir que pesa tiene a todas las circunstancias adversas son posibles la belleza y los méritos la pena vivir. La poesía, por emplear imágenes del poeta Jesús Maroto, es necesaria como el pan y es algo relevante; ofrece un tipo de sabiduría que hace que sea valiosa en sí misma. Y eso es mucho.