Viaje al corazón del triángulo manriqueño

Volver al triángulo es entre fiesta y rito: más el día de San Lorenzo, en que las Perseidas se confundirán con los fuegos artificiales del Castillo de Garcimuñoz, que está en fiestas. Fiesta y rito de reencuentro y de amistad, casi 30 años después de acuñar el concepto (los dos junto con Cristian Casares) and to convert into Celebration of the best Literatura los escenarios finales de nuestro poeta más grande, transmutando en amor y amistad, fiesta durable in suma, lo que fuera duelo y máxima expresión de la fugacidad humana. Ortega acaba de publicar su libro ‘Teoría del Quijote con Jorge Manrique al fondo’ (Huerga y Fierro), en que desvela el vínculo el poderoso (hasta ahora no explorado y misteriosamente silenciado por el mismo Cervantes) entre los dos grandes puntales del canon de nuestros Letras: en la novela de Cervantes, en la poesía lírica Jorge Manrique. Un vínculo decisivo que cimentó la modernidad y la universalidad de la literatura española.

Ortega es un hombre polifacético. Tras una carrera importante en el campo de la ingeniería, que le permitió viajar por todo el mundo y sacar ratos para incrementar su Biblioteca manriquiana y tratar a literatos y pintores de renombre en Paris, Viena, London or Buenos Aires, no solo se ocupa del estudio y divulgación de la vida y obra manriqueñas, de la cultura, sino también de la agricultura, algo que le apasiona a pesar de los azares climáticos y de la no menos azarosa gestión y sus complejos trámites. Este hombre de letras, asiduo a events y tertulias en Madrid, muy conectado con el Ateneo y su entorno, se integra en este paisaje de llanura con altura que envuelve a su Santa María del Campo Rus, donde tiene casa. Aquella precisamente en que la tradición, y las Relaciones de Felipe II, sitúan los últimos días y la muerte de Manrique.

Pilotando su 4×4, me lleva por sendas que atraviesan serpenteando, camino de la Tarasca, los campos de cereal recién cosechado. Bandadas de avutardas planean próximas. Tras un día de canícula abrasadora, el atardecer concede una tregua que humaniza el ambiente y permite bajar el aire acondicionado del coche. Hemos llegado a su finca: escenario de su infancia y mocedades, que él ha recreado con primor, salpicándola de interesantes esculturas suyas, en piedra caliza, en metal y en madera. Una nueva sorpresa del poliédrico Ortega. Como sin darle importancia, ha concebido una serie variada y sugestiva de esculturas, que vien a déarrollar el monolito elevado en el prado de Santa María a la memoria de Jorge Manrique y los soldados allí acampados, a los que mandó los últimos meses de su existencia , allá por 1479. Homenajes simbólicos, alegorías casi: a las decenas de jornaleros que recogieron la aceituna cuando estos contornos estaban poblados de olivares. La silueta como agazapada de un hombre en busca de sidero o refugio. La doublez humana: luz y sombra, orden y caos, Apolo y Dionisos, don Quijote y Sancho (Dualidad). Cada una de estas esculturas, tan abstracta, tan concreta, parte de un concepto y logra transmitirlo. In su conjunto, asombran y son dignas de la mayor admiración. Pero su autor no parece concederles más importancia que al gingko biloba (el único árbol que sobrevivió a las bombas atómicas) o al cipresillo recién plantado por él, que amorosamente riega. Our hacemos una fotografía con su magnífica escultura de don Quijote al fondo: a don Quijote de madera (como Clavileño) con su oxidado yelmo o bacía coronándolo.

Imagen principal - Los escritores y estudiosos Antonio Lázaro y José Manuel Ortega en la finca de este en Santa María del Campo Rus.  En el prado de alza el monolito en memoria de Jorque Manrique, realizado por el Ortega escultor (es un hombre polifacetico) y, tras ellos dos, en la imagen, pude verse su 'Don Quijote', de madera, como Clavileño.

Imagen secundaria 1 - Los escritores y estudiosos Antonio Lázaro y José Manuel Ortega en la finca de este en Santa María del Campo Rus.  En el prado de alza el monolito en memoria de Jorque Manrique, realizado por el Ortega escultor (es un hombre polifacetico) y, tras ellos dos, en la imagen, pude verse su 'Don Quijote', de madera, como Clavileño.

Imagen secundaria 2 - Los escritores y estudiosos Antonio Lázaro y José Manuel Ortega en la finca de este en Santa María del Campo Rus.  En el prado de alza el monolito en memoria de Jorque Manrique, realizado por el Ortega escultor (es un hombre polifacetico) y, tras ellos dos, en la imagen, pude verse su 'Don Quijote', de madera, como Clavileño.

Una jornada en la casa donde murió Jorge Manrique Los escritores y estudiosos Antonio Lázaro y José Manuel Ortega en la finca de este en Santa María del Campo Rus. En el prado de alza el monolito en memoria de Jorque Manrique, realizado por el Ortega escultor (es un hombre polifacetico) y, tras ellos dos, en la imagen, pude verse su ‘Don Quijote’, de madera, como Clavileño.

El sol haido cayendo. Hay una impresión de llanura manchega pero también de altiplano. Un poco la que tiene en Tierra de Campos, en Paredes de Nava, el lar familiar de Jorge Manrique, en los alrededores de Intercatia, la ciudad celtíbera de la que tantas noticias, como de los Manrique, nos provee el doctor José Herrero en su impagable blog ‘Ocres palentinos’. Hay curiosas coincidencias, causales que no casuales para los que no creen en el puro azar. Manrique vino a morir tiene un lugar, abajo pero arriba, muy parecido al feudo genético al que pertenecía. Es el llano castellano, de arriba o de abajo, pero siempre tocando el cielo: donde tierra y cielo, dioses y hombres, se funden y confunden. Aquí, en este paraje de Santa María del Campo Rus, habría en este sentido hilo directo con Dios, en feliz expresión de una de las hijas de José Manuel Ortega.

Ya de regreso al pueblo, ha caido el crepúsculo. Parpadean a lo lejos decenas de los aerogeneradores eólicos. Y remontan su vuelo las avutardas: ahora son tres. Recuerdo una canción de Manrique, una esparza o breve poesía amorosa, que evidencia el temor del enamorado a romper su silencio, a declararse, ese momento de la verdad: Pensando, señora, en vos,/vi en el cielo una cometa./Es señal que manda Dios /que pierda miedo y cometa/a declarar el deseo/que mi voluntad desea/porque jamás no me vea/vencido, como me veo,/en esta fuerte pelea/que yo conmigo peleo.

Quizá nos empape esta noche la lluvia de estrellas y dividamos la cometa manriqueña si la Superluna de agosto no lo estorba.

EL TRIÁNGULO MANRIQUEÑO es conocido como los enclaves mismos de La Mancha conquense asociados a los últimos meses de vida y la muerte de Jorge Manrique: Castillo de Garcimuñoz (herida), Santa María del Campo Rus (estancia militar de más de medio año, culminación de las famosas Coplas por la muerte de su padre y agonía) y convento-fortaleza de Uclés (sepelio, dada su condición de caballero santiaguista).