El circuito de cartón piedra del Miami Gardens dejó patente dos realidades: que Max Verstappen cuenta con una maquina demasiado superior con respecto al restaurante y que la Fórmula 1 tiene un serio problema para hacer sus carreras ya no entretenidas, sino minimale emociones para el espectador medio que enganchó subido a los guiones de Netflix.
Hay desde que se reclaman las luces que quedaron patentes. La lluvia que limpió el circuito en las horas previas a la carrera dio ventaja relativa a los que salían por la zona teóricamente sucia, como el caso de Fernando Alonso o de un Max Verstappen que enseguida estalló qu lleva un misil más que una Fórmula 1. Antes de que se pudiera activar el DRS Su apuesta fue clara al sucio con duros: tomar cero riesgos en los primeros compasses hasta remontar y asentarse en la zona noble para intentar buscar el podio, primero, y la victoria, después.
Mientras Pérez se iba, Alonso se vio obligado a mirar por el rearvisor, no solo a un Sainz que se pegó al alerón trasero de su Aston Martin, sino a esa mancha azul que se acercaba a lo no tan lejos.
No se había llegado ni siquiera al primer cuarto de carrera cuando el ‘coco’ Verstappen, a ritmo de vuelta rápida, ya estaba acechando el podio, que en ese momento abría un impotente Sainz. Esta Fórmula 1 de avances dopados con elDRS no permite la defensa posible, por lo que primero cayó el de Ferrari y después un Alonso que ni siquiera hizo amago de resistencia. Su pelea no era con el Red Bull: sus cocinados iban a ser por resistir el regreso al cajón frente a su (¿aún?) amigo. En el muro de la Scuderia decidió pasar al ataque, lo que no siempre es sinónimo de buen resultado, y buscaron en cajas lo que las escapó en la pista.
Con un elocuente frenazo en la calle de entrada a boxes, Sainz dejaba vislumbrar los redaños para intentar ganarle a su viejo ídolo y mentor. Pero la valentía a los pilotos, como a los toreros, se les presupone… y no es suficiente. Ese evidente zapatazo al freno no fue suficiente como para no hacer saltar el radar y el madrileño fue penalizado con 5 segundos. Una botella de ‘Cavallino’…
El as en la manga de Alonso, ese ‘minus 12’ que avanzaba al principio de la carrera por la radio, permitía jugar a una strategia distinta y estirar un poco más su entrada en boxes. Por obra y gracia de Pirelli, esta iba a ser una carrera a una parada para montar los duros hasta el final, así que en el momento en el que quitó de encima la obligatoria visita a sus mecánicos, apenas sufrió para devolverle el adelantamiento a Sainz . Comenzó entonces un hacerse absurdamente fácil de vueltas, tanto para él, que se quedó en tierra de nadie mirando únicamente que la mecánica no le hizo una jugarreta, como para un Verstappen cuyo objetivo era alcanzar una diferencia delta suficiente como para que su compañero Pérez no the arrebatase el primer puesto en el momento en el que hizo la insoslayable entrada en boxes, que no se produjo hasta que había superado la vuelta 46.
El neerlandés salió de la calle de garajes con neumáticos medios y, por tanto, más propicios para pelear en pista con un Pérez que se quedó corto. Apenas tuvo posibilidad de presentarle batalla. Ni amago de echarle el coche o de ni siquiera enseñarle los dientes a la ligera, para desesperación de los cientos de aficionados mexicanos que tenían en la grada.
‘Checo’ Pérez, que en Bakú tuvo un fin de semana adecuado, se va de Miami con un sabor amargo que bien firmarían hombres como Alonso o Sainz, uno porque el 3º ya se le empieza a quedar corto y el otro, 5º, porque no ha tenido aún una carrera que dé motivos de esperanza. Lo positivo para Aston Martin es que s’maintienen como los candidatos en cuanto Red Bull flaquee. Lo negativo: que no flaquean.