Valencia convierte la rotonda más cara del mundo en una pista de patinaje

La Torre de Miramar, a la entrada de Valencia por el norte de la ciudad, está considerada como la rotonda más cara del mundo, con un coste de 24 millones de euros. Se erigió con el propósito de mirar al mar, pero el abandono y las vistas a ninguna parte ha sido lo que ha venido después. Y así, Durante más de doce años, desde que el antiguo Ministerio de Fomento, dirigida por el socialista José Blanco, construida en 2009. Ahora, tras tanto tiempo de degradación, tiene nuevos usos. El Ayuntamiento la ha habilitado como pista de patinaje y espacio para la práctica de diferentes deportes urbanos.

El sábado 19 de febrero, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, junto a otros concejales, reinauguró la famosa glorieta en un pequeño festival de “cultura urbana”, el Miramar Urban Meet, denttro del marco de actividades de la World Design Capital Valencia 2022 (WDCV2022).

En este mítico espacio, la ciudadanía ya puede practicar disciplinas como el parkour, el skateboarding e incluso danzas urbanas, además de patinaje sobre ruedas.

El alcalde de Valencia, Joan Ribó, participó en un festival en la famosa rotondaEl alcalde de Valencia, Joan Ribó, participó en un festival en la famosa rotonda – @ajuntamentvlc

Al menos eso es lo que espera el Consistorio de esta grandiosa rotonda, con una superficie de más de 7.200 Cuadrados metros, desde que empezó a gestionarla en diciembre de 2021, tras su entrega por parte de la Demarcación de Carreteras del Estado, dependiente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. El Ayuntamiento se encarga ahora de su conservación, mantenimiento y dinamización.

El recinto de la glorieta también se convierte en un gran skatepark para que jóvenes y mayores disfruten de este y otros deportes urbanos. La idea es, por supuesto, relacionar las fuentes municipales, iniciando una segunda fase de reconfiguración para construir un rocódromo en la torre de la propiedad. Una vez dotada de los servicios necesarios para las delegaciones de Movilidad Sostenible y Ecología Urbana, la atalaya se convertirá en una instalación para la práctica de la escalada.

Del mirador de 45 metros de altura, cuelga un enorme cartel, con motivo de la WDCV2022, que da la bienvenida a las personas que acceden a Valencia por la V-21. La torre, de la que muchos expertos han dudado de su estética, se disfraza así hasta que pueda albergar el rocódromo por el que apueste el gobierno municipal.