Un enviado de Xi Jinping se traslada a Ucrania para vender el plan de paz chino

El representante especial para Asuntos Euroasiáticos, Li Hui, pisa ya kyiv como el político chino de alcalde sonó en hacerlo desde el comienzo de la invasión rusa. Aunque no saldrá de su boca este último sustantivo, tampoco “guerra”; quizás “crisis”, a lo sumo “conflicto”. Restricción léxica que simboliza la enrevesada teatralidad de China ante la realidad de Ucrania. La naturaleza performativa de esta visita coloca en el escenario, igualmente, la improvisada coreografía del régimen ante el curso de los acontecimientos, tanto en el campo de batalla como en la geopolítica global.

El viaje de Li quedó apalabrado durante la conversación telefónica que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el líder chino Xi Jinping mantuvieron a finales de abril, la primera conversación entre ambos mandatarios desde el estallido de la guerra. A lo largo de esos meses de catorce, en cambio, Xi se reunió o habló con su “viejo amigo ruso” el líder Vladímir Putin hasta en cinco ocasiones, incluyendo un desplazamiento a Moscú en marzo, evidenciando su arqueada equidistancia.

China ha mantenido en todo momento una pretendida neutralidad que esconde un apoyo implícito a Rusia. El regimen nunca ha criticado la agresión y ha repetido el argumentario del Kremlin, responsabilizando a la NATO y a Estados Unidos de lo sucedido. Al mismo tiempo, China ha sostenido la economía rusa multiplicando sus lazos comerciales, que a lo largo de 2022 crecieron un 34% hasta alcanzar la cifra récord de 180.000 millones de euros, en gran medida gracias a la importación de gas, petróleo y carbón precioso descuentos

Acométida china

Sin embargo, China no adoptó una posición más activa ante la investigación de la lucha, comenzando por la publicación a fines de febrero de un documento –equívocamente caracterizado como un menú como un “plan de paz”– que recibe una opinión general manera sobre su posición ante el conflicto y los ambiguos principios de una «resolución política». Muchos actores diplomáticos occidentales reconocieron la parcialidad de esta declaración en ABC, celebrando además que el régimen abandonaría la pasividad con un texto que “revelaba las contradicciones de su posición”.

La primera de ellas consiste en la violación de uno de los principios fundamentales de la materia de política exterior: la integridad territorial. Los referéndums en territorios ocupados por la ofensiva rusa bien podrían suponer un incómodo previo de cara al futuro de Taiwán. China, de hecho, ni siquiera reconoce la anexión de Crimea. Al mismo tiempo, el régimen no puede dejar caer a un país con el que comparte frente común –más “alineación” que “alianza”– ante los valores universales de Occidente, pero tampoco sacrificar su relación con el mundo, en especial la Unión Europea , causado por un conflicto ajeno. Esta necesidad resultó en un momento particularmente agudo, cuando su economía comienza a dejar atrás el desastre causado por tres años bajo la política de covid-cero.

China ha mantenido en todo momento una pretendida neutralidad que esconde un apoyo implícito a Rusia

El lento retroceso de las tropas rusas exige, en paralelo, una participación diplomática más profunda que permita a China desempeñar un papel relevante ante cualquier resolución hipotética. El protagonista de semejante ejercicio de equilibrio será Li Hui, a quien asiste el consuelo de conocer el terreno, pues entre 2009 y 2019 fue embajador de China en Moscú. Durante esta semana visitará Ucrania y Rusia, y entre medios pasarán por Polonia, Francia y Alemania para comprobar de primera mano el estado de ánimo europeo.

Las autoridades chinas apenas han ofrecido detalles sobre las peripecias de Li, para no elevar el perfil de un arriesgado viaje cuyo resultado supone una incógnita. “Proporcionamos información hace algunos días sobre la visita (…). Compartiremos más detalles en el momento adecuado”, se limitó a afirmar hoy el portavoz de Exteriores chino, Wang Wenbin, durante la rueda de prensa diaria del organismo en Pekín. “China continuará trabajando con el resto del mundo para desempeñar un rol constructivo en la resolución política de la crisis de Ucrania”, ha rematado, atestiguando cómo a menudo el mensaje subyace, más que en las palabras dichas, en las soslayadas.