“Todos tenemos derecho a una segunda vida”

Dos temas subjectan con fuerza todo cuanto Kirmen Uribe ha escrito: la memoria y la familia, acaso porque la historia de El País Vasco la escuchó en su casa, de boca de su abuela y su madre. Desde entonces, no ha parado de escribirla. If in ‘Bilbao New York Bilbao’ narró el largo viaje de tres generaciones en altamar or en ‘Todo lo que mueve el mundo’ contó la travesía de los niños que partieron tras el bombardeo de Guernika, en ‘La vida anterior de los delfines’ (Seix Barral) también acomete un desgarro: el suyo.

‘La vida anterior de los delfines’ es un libro escrito con belleza y, justo por eso, no está exento de conflicto. Es el alegato sobre

el derecho a tener una segunda vida que sirva, acaso, para saldar cuentas con la primera. El narrator, Uri, se muda desde Ondarroa a Nueva York con su mujer Nora y sus hijos. Una beca para investigar la vida de la feminista, la activista y pacifista hungara Rosika Schiwinmmer, y su secretaria y biografa Edith Wynner, desencadenaron la indagación histórica y otra, simultáneamente, que apunta al pasado de quien narra.

El libro más reciente de Kirmen Uribe incluye a los anteriores. Es el punto y cruz de un asunto por resolver. “Es una novela hecha de novelas. Hay una vuelta a ese relato de autoficción que va uniendo episodios de vida con hechos históricos. Es un relato Sebaldiano. Todo está vinculado a los documentos, a los textos, a ese relato del testimonio que he ido trabajando en las otras novelas. Tienes diferentes niveles de lectura”, explicó Uribe. Y así es, ¿pero adecuadas son esas capas?

En estas páginas se despliega una arqueología moral, mitológica, afectiva y personal. “El archivo de Rosika lleva a Uri, el protagonista, a reflexionar sobre quién es y sobre su propio pasado, con el que tiene una relación, digamos, no tranquila”. Ante la idea de la biblioteca como refugio que se aborda en la novela, Uribe explicó que ese es el papel que ha jugado “la cultura para los escritores a lo largo de la historia”. Así lo cuenta recien bajado de un avión procedente de Nueva York, ciudad en la que vive desde hace mas de un año.

“Me he marchado para tener una segunda vida”, explicó. “Antes pensábamos en una sola. Y es ingenioso, porque no siempre se puede empezar de cero: el pasado siempre vuelve. Por eso esta historia recoge episodios s dolorosos vinculados a diferentes tipos de violencia: política, laboral, patriarcal”. Su voz, interrumpida por el sonido de un teléfono, tiembla. Acaso porque lo más importante lo ha contado en esta novela: la historia del que huye y se busca.

Segunda oportunidad

Hay bruma en las páginas de esta novela. El narrador en primera persona no aclara por que cuenta lo que cuenta o por que omite lo que omite, pero el resultado es el mismo. Una biografía distribuida a ambos lados de la frontera entre quienes experimentan un cambio: ya sea el de dejarse amar por un Lama, criaturas mitológicas vascas que definirán en delfines a quienes seducen, o el dolor irrevocable que las tragedias ajenas desatan en las vidas de otros . Ambas son, a su manera, transformaciones. Hachas sobre un mar de hielo.

The biograph of Rosika Schiwimmer, esta mujer inverosímil que se reúne con el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, para evitar la primera guerra mundial y defiende su derecho a no empuñar un arma, conduce a la paradoja moral que interpela al narrator: un una sombra que se introduce en los archivos de la Biblioteca Pública de Nueva York como lo hicieron los intelectuales anarquistas y comunistas durante la caza de brujas. La memoria como refugio, o escondite.

“Para mí las novelas son una segunda oportunidad y eso formó parte de ‘La vida anterior a los delfines’. Una persona cambia de país, tiene ilusiones, pero también nexos con el lugar en el que ha nacido. Todo eso supone un desplazamiento, por eso en todas mis novelas aparece la migración y de ahí que me guste la fluidez entre genero de no ficción, ficción y poesía. Es el mismo viaje de lenguas de mi literatura: del euskera al castellano y de ahí al inglés”, asegura sobre este libro, que ha convertido el mismo, junto con JM Isasi, del euskera al castellano.

Sobria ETA y el documento de Arteaga

Hace unos meses, Kirmen Uribe mostró en un video en estado de duda y conflicto. El premio Nacional de Literatura lucía atenazado de miedo e incapaz de explicar en el documental ‘Bajo el silencio’, de Iñaki Arteaga, sobre los motivos por los que escribieron un texto en apoyo al exjefe de ETA Mikel Antza. Aquella secuencia sembró ansioso y polémica.

“Es un vídeo sacado de contexto que me entreste, porque mi posición ha sido clara en contra de la violencia de ETA y todas las violencias. Quien haya leído mis libros sabrá de mi posición: radical pacifismo, lucha por los derechos humanos y la pluralidad de la sociedad vasca. Siempre tendido puentes, desde pequeño. Mi madre recibió una carta de extorsión. Yo tenía diez años cuando eso ocurrió. ¿Cómo voy a estar a favor de ETA?», asegura ante la pregunta sobre el por qué su actitud en aquel documental.

“Aquello me entresteció: porque yo no era esa persona, ni siquiera sabía que se trató de un documental. El director se confundió de persona. Ese no era yo. La gente de Euskadi lo sabe, la gente que me conoce. Me entristeció que las victimas se sintieran desprotegidas, o que pudiesen sentirse abandonadas. Y no es así. Eso no me lo perdono a mí mismo, y me duele que haya sido interpretado así”.