«Se escribe contra el mundo»

Las ciencias cambian que es una barbaridad, dice la zarzuela, pero han pasado ciento veinte años y ABC sigue en el quiosco: será que Dios existe. Es un siglo y pico de historias y debates, que ahora se conmemora con un ciclo de conversaciones en el que los grandes columnistas de esta casa se sientan en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para hablar de todo, que es lo suyo: iluminar el jaleo con palabras. Carlos Aganzo, director de la Fundación Vocento, presentó el ciclo de coloquios, moderado por Ángel Antonio Herrera. ¿Los primeros protagonistas? Rosa Belmonte, José F. Peláez y Pedro García Cuartango.

Ángel Antonio Herrera tomó primero la palabra para lanzar el primer tema al ruedo. “El columnista es una persona a la que un periódico le paga por decir lo que le da la gana… Pero ¿cómo se elige el tema?”. “Las columnas se sacan de cualquier cosa, de lo que robas por ahí. Lo fundamental es leer periódicos. También saco las columnas de ir a comprar al mercado”, empezó Belmonte. “Cuando escribe cinco o seis columnas a la semana ya vives en la columna, no puedes ver nada (una serie, una obra, lo que sea) sin ver una columna. Es un poco una condena, no puedes disfrutar nada en su pureza”, agregó Peláez. Cuartango, verso libre y filosófico, abrió el campo. “Yo detecto ahora en el columnismo español una tendencia a huir de los temas políticos, y a crearse los columnistas un espacio de intimidad personal. Nadie elige lo que escribe, la escritura es más importante que propia personalidad. Somos una especie de médium”.

Actualidad del yo

Belmonte registró que todo eso ya lo había hecho Camba. “Hay una actualidad general y una actualidad propia, una actualidad del yo. Casi todos los viejos maestros decían que la política era el tema noble del columnista. Ahora está más abierto, ¿no?», propuso Herrera. «Yo entiendo que a mí me pagan por reflexionar sobre la actualidad, que es mucho más que política», respondió Peláez. “Las columnas se levantan sobre una mirada propia y sobre una estructura. El drama de los columnistas es que hablamos de todo, pero sabemos muy pocas cosas. Lo que te da la columna es que aporta elementos inéditos en la visión de la realidad”, terció Cuartango.

Llegó el momento, claro, de hablar de Twitter y su influencia en la libertad de expresión. “Esto es muy antiguo. Pla dijo que escribir era ponerse en la picota. Y Manuel Alcántara escribió un artículo y se presentó ante uno de los falangistas en la redacción a pegarle una paliza”, registró Belmonte. Visto así, Twitter no es para tanto. Luego, el columnista citó a Kipling: “El fracaso y el triunfo son dos impostores. No te puedes cegar por una cosa o por la otra. Hay que escribir lo que te apetece escribir, obviamente con un poco de cuidado”. Peláez dijo que había que pensar en el lector, pero para respetarlo como ser inteligente. Apostilló: “Un columnista cobarde es como un torero cobarde, se ha equivocado de sitio”.

“El columnista –sentencia Cuartango– tiene que escribir contra el mundo. Vivimos en la tiranía de lo políticamente correcto, y en las redacciones existe la tiranía del Chartbeat, que mide la audiencia en tiempo real. Eso, al final, te mata como columnista”. Y zanjó el asunto: “La gente ya no necesita ir al psicoanalista, le basta con insultar al columnista por redes sociales”.

influencia

“¿Todavía tiene influencia el columnismo?”, plantó el moderador. “Decía Voltaire que él no tenía influencia ni en su calle. Y Manuel Alcántara decía que escribir columnas era como escupir en el mar”, dijo Belmonte, antes de afirmar que lo que sí ha influido en sus últimas cabezas. Cuartango se mostró más pesimista: “El periodismo ha perdido mucha influencia, y paralelamente el columnismo también. Los periódicos son un producto marginal y están contaminados por las redes sociales”. En ese sentido, resaltado, se ha visto empujado a la polarización, al sectarismo. “Me da la impresión de que los periódicos se han contaminado del sectarismo de la vida política, y el periódico debería ser la antítesis de eso. Además, el lector empuja mucho a ese tipo de periodismo: es muy difícil resistirse a esas presiones. Yo creo que la prensa es hoy peor que en los tiempos de la Transición, pero porque las ventas en los últimos quince años han caído en torno a un 80 por ciento».

Al final hablaron de actualidad: Belmonte criticó la ley de Memoria Histórica, Cuartango lamentó la facilidad con la que el Gobierno dirige la conversación (Doñana, etcétera) y Peláez mencionó la derrota de la ‘ley trans’. Pero eso ya lo pueden leer en sus columnas.