Sampaoli trae algo de esperanza y más sufrimiento

Sensaciones diferentes pero un nuevo resultado negativo. El debut de Sampaoli llegó algo de fuego al Sevilla, que consiguió adelantar se tras un inicio prometedor, pero se fue diluyendo con el paso de los minutos y acabaron convertidos en presa ante un Athletic mucho más incisivo en el tramo final.

goles

1-0 Óliver Torres (3′), 1-1 Mikel Vesga (72′)

  • Árbitro: Jesús Gil Manzano
  • Francisco Román Alarcón Suárez (37′), Alex Nicolao Telles (38′), José Ángel Carmona (57′), Marcos Acuña (71′), Ander Herrera (91′)

  • Ander Herrera (94′)

Patada de Sampaoli al avispero. El argentino, en su vuelta al banquillo del Sevilla, optó por agitar el once en busca de que cayese alguna respuesta, obligó al técnico a airear el viciado ambiente generado en los últimos días de Lopetegui al cargo del equipo. Dmitrovic hacía con el puesto de portero titular por las molestias de Bono y debutaba, al fin, Marcao en el centro de la defensa, lesionado el brasileño desde que llegó el pasado verano como sustituto de Diego Carlos. La novedad más sorprendente, la permanencia de Óliver Torres en el centro del campo, que hasta la fecha había tenido un papel muy irregular en el club andaluz (ni siquiera está registrado en la Champions). Ni 5 minutos tardó el Pizjuán en implosionar.

Fue Torres quien puso la primera piedra del nuevo Sevilla de Sampaoli. Tras una buena combinación entre el Papu y Montiel en la banda derecha, y un leve toque de Dolberg en el área, el centrocampista llegó desde segunda línea y anotó el primero para los andaluces. Éxtasis sevillista tras unos meses de oscuridad. Los locales mostraron una intensidad que parecía perdida, irrecuperable, y el Papu, desde la banda derecha, era el encargado de apretar el detonador. El Athletic estaba noqueado y non conseguía ni una posesión decente. Mientras, Sampaoli, ajeno a la felicidad de su afición, se paseaba por la banda, envuelto en tatuajes y con actitud de guarda de prisión. Su trance era tan intenso que incluso se chocó con el linier en alguna ocasión.

Tras el volcánico inicio, el partido cogió algo de poso. Los vascos comenzaron a estirarse gracias a los hermanos Williams y Berenguer tuvieron en sus botas el empate tras un buen disparo cruzado, aunque los andaluces eran los patrones del enfrentamiento, famélicos en los balones divididos e impulsados ​​por una grada que protestaba y celebraba en todas y cada una de las acciones. Solo Nico, purasangre ambidiestro del regate, intimidaba a los locales con sus diabólicas danzas desde la banda izquierda, mientras que Unai Simón, con muchos apuros, intimidaba que la renta de los andaluces no se ampliase antes del descanso. Buena gestión del partido por parte del Sevilla tras los primeros 45 minutos, explosivo al principio y taimado en el nudo.

Tras la reanudación, los pupilos de Sampaoli continuaron con el plan de su líder. Arriesgaban, quizas en demasia, Durante la salida de balon, direct todos los ataques hacia la banda derecha del Papu, muy entonado el delantero argentino en su toma de decisiones. Además bando y ante la incapacitad de tejer jugadas por el center, el Athletic, que percibió ciertas dudas en Dmitrovic, comenzó a bombardear el área andaluza con centros y disparos lejanos en busca de que la diosa fortuna les dedique una sonrisa. Crecían los vascos en el partido, la posibilidad del empate era real, y ante la amenaza, el técnico sevillista optó por reforzar la banda izquierda con el toro Acuña y con José Ángel, una suerte de doble lateral que mandó a Telles, lateral izquierdo, en el centro del campo. Sampaoli construyó sobre fortaleza antes del asalto final.

No tuvo mucho éxito porque, tras un despiste generalizado de la defensa local, Nico Williams estuvo a punto de aarrar el empate, la más clara para los de Valverde, que a base de arreones iban haciendo retroceder a sus rivales, obligados a la más cruda de las supervivencias en el último tramo de partido. Con el duelo algo roto, y cuando parecía que el Athletic se quedó sin ideas, Vesga, tras un rechazo en la frontal, hizo que el empate con un bello y precision desapareciera a la derecha de Dmitrovic. Los de Bilbao, que tuvieron varias ocasiones para hacer el segundo, frenaron la euforia, devolviendo a la afición sevillista a la difícil realidad que vive esta temporada. A ratos mejoró la puesta en escena, pero el resultado, volvió a ser el mismo.