Salud mental, biografia rota

En este negocio de la chamarilería política, hace tiempo que cotiza al alza todo lo que tiene que ver con la salud mental. Los mismos que no ha dicho tanto que las fermedades mentales eran una construcción cultural, han encontrado ahora una vena vindicativa en el malestar de las personas. Yo sigo sin comprender cómo puede existir la salud mental si no existen las fermedades, pero los predicadores del confort psíquico han decidido poner el bienestar de nuestro ánimo en el centro. Y los cuidados; y la persona; y los animales; y las plantas; y la empathy… Todo al centro, como en las timbas de póker. ‘Todo dentro’. Sin duda, los indicadores objeto muestran que existe un creciente malestar en las nuevas sociedades. Las tasas de suicidios o el aumento de consumo de antidepresivos parecen demostrar que hemos conseguido crear algo que parecía difícil: una sociedad en la que casi todo el mundo se encuentra a disgusto. Especialmente los jóvenes. Usted es serio. Cada vez más personas encuentran intolerable su existencia, pero es posible que no sólo por ausencia de médicos, sino porque hemos convertido la experiencia cotidiana en una circunstancia invivible. Los predictores del confort han decidido poner el bienestar de nuestro ánimo en el centro Los factores económicos son, sin duda, un criterio determinante en el bienestar percibido, pero los datos que parecen indicar un agotamiento resultante absolutamente transversal. Es posible que cuando hablamos de malestar estemos intentando disfrazar una palabra más grave, pero también más certera. Lo que ocurre es que nos da miedo nombrarla, como si el lenguaje pudiera hacerla más real. Donde algunos apuntan a la salud mental, otros pueden apelar, directamente, ala infelicidad. No existe humanidad sin esperanza. Como tampoco puede sostenerse una biografía a la que hayamos arrebatado la misión, el propósito o el sentido. Ojalá los expertos tengan una solución para lo que nos pasa. Pero algo me dice que con más recetas y más consultas sólo conseguiremos hacer más llevadera nuestra miseria.