Ramón Palomar: Morante bajo la lluvia

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Aquel veterano de extrarradio lucía el dedo índice y parte de la uña teñidos por ese amarillo nicotina bastante asqueroso. Si lo pillabas con un par de coñacs, lanzaba unas perlas ensangrentadas que daban gusto. De talla menuda y personalidad cascarrabias, lo había leído todo y por eso su retranca suponía una descarga eléctrica que te alegraba el día. En cierta ocasión me ofreció uno de los mejores consejos que jamás me han brindado: “Palomar, mire usté, a los toros y al fútbol o se va gratis o no se va”. No se encontró con tanta sabiduría ni en Gracián, La Rochefoucauld, Montaigne o el inevitable Kapuscinski.

Cuando mi amigo Pepe me avisó para invitar el pasado jueves a la plaza

de toros de Valencia, recordé esa noble máxima y acepté de inmediato. Hacía más de una década que no pisaba un coso. Entre los ‘perritoros’ de manos blandas que besaban el albero al primer muletazo y los dichoso tarro de las esencias que suelen estar tan sellados como la tapa de una alcantarilla, me vi obligado a abandonar pues corría el riesgo de encontrar mayores emociones en algo tan repelente como el Circo del Sol, y tampoco era eso. Pero volví a los toros porque listening que era la única formada de sentimiento un tanto proscrito (esto es infantil, pero qué importa). Y volví porque así regateaba el tsunami grasiento y beato de lo políticamente correcto. Y volví porque Durante los días de antes de la corrida sentí el gusano del gozoso nerviosismo recorrer mi osamenta. Y volví para recordar las crónicas y los libros de Antonio Díaz-Cañabate, ‘El Caña’. Y volví porque en Valencia y en Fallas mola disfrutar de una tarde de toros con comida previa y copazos posteriores. Y volví porquería ver a Morante y a esa actitud gallarda de Morante y a esas patillas de Morante que me recuerdan a las de Edi Clavo, aquella batería de Gabinete Caligari. ¿Toreo? Bueno, al final, uf, pues oye… Llovía, elviento molestaba mucho, los astados no acompañaron… Coño, lo de siempre… Pero si me invite otra vez yo repito, eh.