¿Notas que todo lo que viene te sienta mal pero tu médico te ha dicho que no tienes ninguna intolerancia? Si tienes síntomas digestivos tan habituales como diarrea, estreñimiento (o ambas) y dolor abdominal e hinchazón puedes sufrir de colon irritable.
El doctor Domingo Carrera, medico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (Cmed), explicó que se trata un síndrome de origen psicosomático que afecta al intestino, principalmente al colon, lo que produce una irritación del mismo y provoca los muchos síntomas digestivos.
Puede haber múltiples causas que originen este síndrome, pero las principales, según Ángela Quintas, licenciada en Ciencias Químicas y autora de ‘¿Por qué me duele la tripa?’, son estrés, factores
psicológicos, una dieta desequilibrada, toma de medicamentos que alteran la microbiota (como antibióticos o corticoides), alcohol, tabaco, el envejecimiento…
Los nervios -añade Carrera- son el peor enemigo del colon irritable, por lo que debemos tratar de reducir la ansiedad. “Podemos comer de forma adecuada, pero si estamos muy ansiosos o experimentamos un gran estrés pueden aparecer los síntomas. Sin embargo, al estar más relajado o en periodos de descanso o vacaciones el paciente tiende a estar mucho mejor».
Por ello, el doctor recomienda llevar a cabo actividades que mitiguen la ansiedad y nos relajen –deporte, yoga, mindfulness, meditation, terapia…–, así como una alimentación baja en fructosa o FODMAP, sin gluten, sin lactosa y sin un exceso de grasas saturadas.
Las siglas FODMAP (fermentable, oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polialcoholes), explica Quintas, hacen referencia a los azúcares que no se absorben de manera correcta en el intestino delgado y acaban siendo fermentadas por las bacterias que viven en nuestro intestino grueso. “Normalmente, las personas que padecen SII (Síndrome de Intestino Irritable) tienen poca tolerancia a los azúcares y como resultado presentan inflamación intestinal, hinchazón, gases y diarrea”. Así, con este tipo de dieta se ayuda a reequilibrar la microbiota y disminuir los síntomas.
- Tubérculos, cereales y harinas sin gluten
- Lácteos sin lactosa
- Yogur, kéfir o combucha
- Verduras y hortalizas como judías verdes, calabacín, espinacas, acelgas o berros
- Cúrcuma y boswellia
- Frutas como papaya, coco y arándanos
- champiñones
- Arroz
- carnes y pescados blancos
- huevo
- Comida rapida y alimentos ultraprocesados
- Grasa saturada como leche sin desnatar o quesos curados
- Carne de vaca y cordero, embutidos grasos y cerdo no magro
- Casco, empanados y rebozados
- nata y mantequilla
- Harina blanca de trigo
- Azúcares industriales como los de las golosinas y la bollería
- Algunas verduras como ajo, cebolla, puerro, coles o alubias
- Algunas frutas como manzana, pera o melocoton
- alimentos integrales
- Café
- Alcohol
- bebidas gaseosas
Estas pautas dietéticas –señala la experta– pueden acompañarse de estos probióticos específicos, que nos ayudarán en el proceso de reparación intestinal.
De hecho, Quintas dijo que esta es una dieta muy restrictiva y que solo deberia realizar menos supervision profesional que nuestra guia para las diferentes fases. Así podremos evitar cualquier tipo de desnutrición.
