Pupila y muñeca

Pupila y muñeca: el periodismo, según Ruano (“¡Silencio, gitanas!”). La única inteligencia brillante (“divina”, diría el Aretino) que uno haya visto en el periodismo fue José-Miguel Ullán (“¡un chinche!, ¡un chinche!”, gritaba me Elena Soriano en su casa del Viso al sacar su number to relucir), cuyos artículos ‘dieciochescos’ (¡18 años!) salen ahora reunidos en ‘Vivir a manos llenas. Periodismo de juventud’, más otro libro de lecturas ullanianas de Miguel Casado. Sin pupila (Arte) y sin muñeca (Poesía), no hay periodismo que valga, hoy inexistente. A la pregunta “a dónde va el arte” respondió Ullán ya en el 94: “Más que ir, vuelve. Vuelve a lo suyo; al no saber adónde va”. El escribir sólo consiste en escuchar: “Cuando todos opinan de todo, alguien debe reservarse para escuchar”. En agosto del 79, uno, becario al fin, reparó en el nombre de Ullán con su réplica ‘El periodista y la condesa’ a Rosa Chacel (la novelista lucía de condesa en un rodaje), que publicó en ‘El País’ una protesta de cinco folios por la entrevista que él le hizo y en la que ella se fue de la boca con Alberti. Cita exacta: “Más vale olvidarlo [a Alberti]. Era una belleza; y ya ve lo que es hoy. Intelectualmente, algo semejante ha debido ocurrirle”. –Me acuerdo –replica Ullán– de su ancha sonrisa maliciosa cuando me habló de Alberti. Me acuerdo que también me habló de Lorca (parcialmente salvado) y de Aleixandre (puesto a caldo), de Marguerite Duras (desdibujada) y de Buñuel (“de vez en cuando”)… Recuerdo todavía que el elogio que hizo de María Zambrano me costó Dios y ayuda. Que dijo no leer casi nada ni seguir el actual proceso de las artes plásticas… Fue un deslumbramiento. El oficio me privilegió con el alterne/trasnoche ullanesco en el Madrid gongorino de infame turba de nocturnas aves, y todo, par mí, era escuchar al ser a la vez más ‘malo’ (¡inteligente!) y más tierno que haya conocido. –Se atreve usted, en cambio, a ver al periodista como ladrón de ceniceros –remata Ullán su réplica–. Cuando no se hace honor a la palabra osada, cabe, sí, recurre a la ceniza. Mis disculpas, condesa. Los ladrones no llaman dos veces. Ahora, al mirar lo que se viene (España vive la época culturalmente más tirada desde Atapuerca), aún se hace más grande lo que se fue: ese Ullán, pura finura (y afiladura), apropiándose (pupila y muñeca) con 18 años de la cultura madrileña (del 62 al 66) para un diario de provincias: Ruano, Ramón, Berlanga, Updike, lo ‘beatnik’, Rocío Dúrcal, García Nieto, Rulfo, Borges, Aleixandre, Claudio Rodríguez, Valente, y entrevistos, Buero ( ‘todo mi teatro trata de cegueras’), Gerardo Diego (‘el periodismo, a la postre, lo ‘arregla’ todo’) o Vargas Llosa y el ‘realismo arrollador, sugestivo y palpitante’ de ‘La casa verde’, con’ incursiones ideológicas propias de la edad sobre Lukàcs, Brecht o Gramsci. –Recordar es someterse a una cuesta, es revivir, remontarse. ¡Silencio, pelanas!