“Poner orden en el caos”, el objectivo de la Armada Invencible en Turquía

In Iskenderun, el antiguo puerto de Alejandreta a orillas del Mediterráneo, no hubo un terremoto. Cayó una bomba. Con una columna de humo elevándose todavía de sus muelles, sus calles desiertas e inundadas y la plaza del centro arrasada, parece más el escenario de una guerra que del seísmo que sacudió a Turquía y Siria el lunes. En este paisaje bélico, este apocalíptico, ha desembarcado la Armada española con su mayor misión humanitaria. Con cuatro barcos, entre los que destacan el portaaeronaves Juan Carlos I y la fragata Blas de Lezo, y unos 500 infantes de Marina, el Grupo Dédalo 23 se encargará de difundir ayuda humanitaria y participará en tareas de rescate y desescombro. Además, desatascarán el cuello de botella qu’ha formado con la asistencia humanitaria en el aeropuerto cercano de Adana, puerta de entrada a esta zona afectada. A pesar de la desolación que reina en Iskenderun, la misión no pudo haber comenzado mejor porque este sábado,durante la madrugada, la septima compañía del segundo batallón, en colaboración con los equipos de rescate turcos, sacó con vida a un niño de siete años que llevaba seis días bajo los escombros. Un auténtico milagro porque es el doble del plazo de 72 horas en el que es más probable supervivientes entre los cascotes. Noticias Relacionadas estandar No Nuevo rescate milagro en Turquía: Infantes españoles de la Marina salvan a un niño de 7 años bajo los escombros EP estandar Si “Huimos de la guerra en Siria y nos ha pillado el terremoto en Turquía” Pablo M. Díez “Ha sido un espaldarazo total para que la moral esté altísima”, explicó a ABC el contralmirante Gonzalo Villar, jefe del Grupo Dédalo 23. las labores tras el terremoto de Turquía. Al portaaeronaves Juan Carlos I, que transportaba helicópteros y aviones Harrier de despegue y aterrizaje vertical, dispone la fragata Blas de Lezo les apoya el buque anfibio Galicia y el barco de aprovisionamiento de combate Cantabria , capaz de suministrarles vidas mientras navegan. Una bandera rojigualda con la silueta de un toro “El principal reto es convertir una fuerza de operaciones para que sea eficaz en la prestación de ayuda. Por eso, por ejemplo, nuestra distribución de alimentos la hacemos a través de las ONG y hemos comenzado priorizando las tareas de rescate entre los escombros porque las primeras horas son vitales”, desgrana el contralmirante Villar tras pasar revista al campamento montado en la Universidad Técnica de Iskenderun. Una vez dentro del campus, es fácil localizarlo porque, además de la bandera nacional en el puesto de mando, en la zona habitable cuelga otra rojigualda con la silueta negra de un toro. En tiendas de campaña individuales, descansan los efectivos que trabajaron Durante el turno de noche mientras los del diurno forman una cadena humana para pasarse las botellas de agua y cajas de comida que descargan de los camiones. Los infantes de Marina han montado un campamento en la Universidad de Iskenderun para ayudar en el reparto de ayuda humanitaria. En la imagen inferior derecha, el contralmirante Gonzalo Villar, jefe del Grupo Dédalo 23 (a la derecha de la imagen), y el teniente coronel Mario Ferreira, comandante del Batallón Reforzado de Desembarco, inspeccionando el campamento montado en la Universidad de Iskenderun Pablo M Díez Desde que llegaron el jueves, han distribuido y más de veinte tonadas de alimentos con sus 55 vehículos pesados, que desembarcaron en una playa junto al restaurante de l’equipamiento porque el puerto estaba intransitable. La amplia autonomía de movimientos de este grupo, que es aeronaval y anfibio, es precisamente su mayor ventaja para responder a este tipo de emergencias, ya que puede llegar a cualquier punto y desplegarse de inmediato. Desde un punto de vista militar, la operación es como si fuera una invasión, pero de ayuda humanitaria. “En los primeros momentos de una catástrofe, lo queremos es aportar nuestras capacidades y no estorbar ni consumir preciados recursos locales. Aportar nuestra capacidad de transporte, de mano de obra, de organización y distribución”, resume el teniente coronel Mario Ferreira, comandante del Batallón Reforzado de Desembarco. En esta misión, su objetivo es claro: “Poner orden en el caos es el mayor reto que nos hemos propuesto para que nuestros efectos sean rápidos en la población afectada”. Con dicho propósito, parten de inmediato para Meydan, la plaza del centro de Iskenderun. Barrida como si hubiera sido bombardeada, sus edificios han quedado reducidos a montañas de escombros. Pala en mano, por sus cimas desfilan los equipos de rescate, entre ellos los infantes de Marina, buscando señales de vida. Cuando detecte alguna, como una voz o algún pequeño ruido, de inmediato ordenan que se paren las máquinas excavadoras que limpian el terreno, cuyo chirriante estruendo mecánico resuena atronador entre los cascotes. Solo en ese momento de silencio disipar un poco la nube de polvo que levantan las palas al retirar los amasijos de hierro y hormigón y los despanzurrados coaches. As restos de una vida pasada, donde los edificios ocupados se desplomaron, afloraron zapatos, sombreros, rotos lavabos y hasta un ejemplo en turco de ‘1984’, la mítica novela de Orwell. Sudando bajo el sol, que ha dado una tregua al frío, los infantes de Marina se afanan rebuscando entre los escombros. Pero esta vez no tienen la misma suerte que sus compañeros de la noche y lo que encuentran bajo los cascotes es un cadáver. Pidiendo respeto, los operarios turcos prohíben que se tomen fotos del hallazgo de víctimas. Ante sur elevadísima cifra, que supera ya las 25.000, dichas imágenes se han vuelto cada vez más sensibles para el Gobierno del presidente Erdogan. Amenazando su reelección en los comicios que adelantó a mayo, arrecian las criticas por su gestión de la emergencia y la criminal falta de control sobre las construcciones en este país expuesto tan a los terremotos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Un joven sobrevive durante 94 horas atrapado en Turquía gracias a beber sur propia orina noticia No Nace un baby entre los escombros del terremoto en Turquía y Siria Ajenos a la polémica, los infantes de Marina con el fin de asegurar el éxito de la misión. “Es un trabajo duro porque tienen que convivir con las personas que están esperando a que saquen a sus familiares de los escombros y hace mucho frío por las noches”, detalla el contralmirante Villar. A pesar de todo este sufrimiento y de las situaciones margas que les aguardan Durante los próximos días, asegura que “estamos encantados de poder ayudar al pueblo turco en este momento tan difícil”.